Usted está aquí: domingo 28 de diciembre de 2008 Política Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

■ Cumbre de Brasil: ¿liberación de Latinoamérica?

Ampliar la imagen El presidente electo estadunidense, Barack Obama, tras ejercitarse en una base militar, ayer en Kailua, Hawai El presidente electo estadunidense, Barack Obama, tras ejercitarse en una base militar, ayer en Kailua, Hawai Foto: Ap

En el radar de Zbigniew Brzezinski (muy cercano a Obama) sobre el nuevo orden multipolar, que desea encabezar todavía Estados Unidos (EU), no aparecen significativamente Latinoamérica (LA) ni Brasil (ver Bajo la Lupa, 24/12/08).

A China le atrajo la atención el “camino a la integración de LA” (The People’s Daily, 19/12/08). En un comentario anterior (4/12/08), había puesto en relieve la “asociación estratégica” entre Moscú y Caracas (dos potencias de hidrocarburos de primer orden) al considerar que “Venezuela se ha convertido en el socio estratégico global de Rusia”.

Para China, la cumbre escenificada en Brasil del 15 al 17 de diciembre (cuatro meses antes de la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago) fue la “primera cumbre” real de su historia, por haberse celebrado sin la presencia de observadores foráneos de EU y la Unión Europea (UE), desde la promulgación de la Doctrina Monroe, hace ya cerca de 200 años.

Este solo hecho era “inimaginable”, según el muy capaz canciller brasileño, Celso Amorim, quien, por cierto, invocó la “integración” del “espacio común” de LA y el Caribe (¿se parecerá a la UE?), y abogó en favor de “muy buenas relaciones con EU”, siempre y cuando se despoje de su atávica “hegemonía”. ¿Será posible?

El rotativo chino percibe correctamente que los “latinoamericanos nunca abandonaron sus ideales o aspiraciones por la independencia, autodeterminación e integración regional”, en la línea histórica de Simón Bolívar: “una fuente de inspiración para la unidad y la alianza”.

Emprende un recuento de las fallidas cumbres previas, en el lapso de 1890 y 1948 y, en particular, desde 1990 “bajo el padrinazgo y dirección de EU”. ¿Cómo iban a tener éxito tales cumbres si se escenificaron bajo el control de EU, quien, por sus actos conocidos, ha buscado la desintegración, cuando no la balcanización, de LA?

Según el rotativo chino, muchas cumbres se escenificaron previamente bajo la batuta de EU, que contempla(ba) a LA como su “patio trasero”, pero ninguna como ésta, en la que participaron 33 jefes de Estado de LA y el Caribe, y donde Cuba fue invitada por primera vez. Varias minicumbres se celebraron en medio de la megacumbre de LA: Mercosur, Unasur, el Grupo de Río (en el que Cuba fue entronizada rimbombantemente), etcétera.

The People’s Daily detecta el deseo de “integración” cuando los países de LA han establecido relaciones más “maduras”, y comenta que el camino a la integración no será sencillo debido a las “grandes disparidades en sus niveles de desarrollo económico y social”, después de haber optado por “caminos de diferente desarrollo”.

No lo dice, pero el modelo neoliberal impuesto por EU, es decir, el pernicioso decálogo del “Consenso (¡supersic!) de Washington”, estuvo a punto de desintegrar a LA en forma regional y aniquilar en forma singular a varios países, cuando prosigue una deliberada balcanización contra algunos de sus adversarios que buscan su independencia petrolera (Ecuador, Bolivia, Venezuela, etcétera).

Alexei Barrionuevo, del IHT (17/12/08), puso en evidencia la notable “ausencia de EU en la Cumbre en Brasil”, lo cual sepulta a la Doctrina Monroe de 1823 (que, por cierto, ya había enterrado Bajo la Lupa desde hace mucho), mientras el solvente analista Pepe Escobar aborda la “nueva (sic) LA” (Asia Times, 19/12/08) que le tocará lidiar a Obama.

A juicio de Escobar, la cumbre constituyó un triunfo de la diplomacia brasileña y de Raúl Castro, en su “primer viaje desde su ascenso al poder en 2006”, donde obtuvo en forma unánime la solicitud de cesar el embargo de EU a Cuba impuesto desde hace 45 años.

Escobar explaya que la “estrategia de EU hacia LA ha fracasado completamente” y cita al periódico argentino Página 12, que exultó a la cumbre como la “perforación de un muro”. También cita a Michael Schifter (vicepresidente del propagandístico “Diálogo Interamericano”, con sede en Washington), quien interpreta que la “cumbre desea negociar con EU, pero en términos muy diferentes que en el pasado”, pues ahora LA no permanecerá con los brazos cruzados “en espera de que EU cambie su comportamiento”.

Escobar agrega que tampoco España y Portugal, las añejas potencias coloniales, fueron invitadas, y fustiga las dos únicas ausencias, del peruano Alan García y el colombiano Álvaro Uribe: “dos cercanos amigos (sic) de la administración Bush”. A su juicio, la “verdadera estrella fue Raúl Castro”, quien se portó muy diplomático, sin “atacar frontalmente a EU”, pero sí en forma directa “condenó las políticas neoliberales”, después de “atribuir la crisis financiera global al orden económico injusto y egoísta”. No había necesidad de criticar directamente a EU, cuando es quien impuso el cataclísmico modelo neoliberal y ahora es el responsable supremo del tsunami financiero global.

Escobar destaca que Hugo Chávez (favorito de los anatemas exorcistas de los publicistas neoliberales) haya elogiado el “pensamiento latinoamericanista” de Lula, aunque lo más relevante se centre en la respuesta que operará Obama frente a la “nueva LA”, mientras China, Rusia e Irán han consolidado sus relaciones con la región: ejercicios navales conjuntos de Rusia y Venezuela; tratados comerciales de China con la costa sudamericana del Pacífico; próxima visita del presidente iraní Ahmadinejad a Lula; cierre de la base estadunidense de Manta, en Ecuador; expulsión de Philip Goldberg, embajador de EU en Bolivia, etcétera.

Tampoco se puede pasar por alto el acercamiento entre Brasil y Francia, cuando Lula ha comprado cuatro submarinos nucleares para vigilar el petróleo del Atlántico, mientras China se ha vuelto el mayor importador de cobre (suplantando a EU), lo que ha creado la “nueva ruta del cobre”, que va de la parte sur del Pacífico al este asiático.

En términos meramente geoeconómicos, Pepe Escobar diagnostica que China se ha despachado con la cuchara grande en detrimento de la previa hegemonía de EU: préstamo de 10 mil millones de dólares a Petrobras; venta de un millón de barriles de petróleo al día a partir de 2012 de Caracas a Pekín, etcétera.

Escobar critica el “contramovimiento” bushiano: “la resurrección de entre los muertos de la Cuarta Flota, después de 58 años para patrullar ostensiblemente el Caribe”, lo cual ha exasperado a toda LA.

Comenta que la principal atención de Obama se centrará en su “totalidad” en el “arco de inestabilidad” (acuñado por el Pentágono) del “Medio Oriente hasta Asia Central”, pero “ha despertado enorme expectación en LA”, lo que lleva a la pregunta esencial: “¿cómo interpretará (Obama) las nuevas reglas del juego: una LA integrándose aceleradamente, donde EU es solamente otro jugador entre otros tantos?”

Al menos que haya dado como irremisiblemente perdida a LA, ¿Osará levantar Obama este nuevo desafío de reconocer la grandeza intrínseca de LA?

 
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