Usted está aquí: lunes 29 de diciembre de 2008 Espectáculos En el festival Digna Rabia, más de 100 propuestas de teatro, música y danza

■ Convocado por el EZLN, ofrece un espacio a todos los géneros sin importar la fama del artista

En el festival Digna Rabia, más de 100 propuestas de teatro, música y danza

■ Participan integrantes del Congreso Nacional Indígena –purépechas y los wirrárikas–, así como creadores de otros países

■ El encuentro incluye muestras de fotografía, pintura y gráfica

Tania Molina Ramírez

El arte ha acompañado al movimiento zapatista desde que emergió a la luz pública hace 15 años. El sector más visible han sido los músicos, sobre todo los roqueros, inspirados por los rebeldes del sur.

En el Festival Mundial de la Digna Rabia, convocado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), confluyen casi 100 propuestas musicales, teatrales y de danza, en la sede de la ciudad de México, un lienzo charro en Iztapalapa, del Frente Popular Francisco Villa Independiente-UNOPII, con todo y desconcertados caballos en los corrales.

En paralelo con las mesas de debate y denuncia en torno al capitalismo y las luchas de resistencia, se llevan a cabo, en dos escenarios medianos, con modestos equipos de sonido y luz, conciertos, obras de teatro y danza.

La idea es ofrecer un espacio de reunión para todos los géneros, sin importar la popularidad del artista. Hay desde el joven rapero en busca de foro hasta nombres conocidos, como Botellita de Jerez y Panteón Rococó. Pero también participan integrantes del Congreso Nacional Indígena, como los purépechas y los wirrárika, así como artistas de otros países.

Como se escuchó en un promocional entre un acto y otro, con la voz de la cantante española Amparo Sánchez: “Que tu silencio y tu dolor se conviertan en digna rabia”.

Desde sonidos griegos hasta ska

Un poco alejado, desafortunadamente, de ambas áreas (mesas de trabajo y artísticas), está un bullicioso espacio, lleno de vida, con puestos de colectivos, cooperativas, organizaciones sociales, “medios libres” y demás, mexicanos y extranjeros, cuyos integrantes conviven e intercambian experiencias. Al caminar por uno de los pasillos, lo mismo se puede escuchar música griega que ska. Alguien por ahí discute con otro si un pueblo debe o no hacerse justicia por mano propia.

Estaban ahí, por ejemplo, la Asamblea Nacional de Braceros y la cooperativa Euzkadi.

De regreso al escenario principal, la tarde del sábado se presentó Botellita de Jerez. La banda, que hizo historia en el rock en español, fue recibida con aplausos, pero no demasiado entusiasmo. Quizá muchos eran demasiado jóvenes como para corear “guarda mi corazón, ai te lo encargo”. Se comenzaron a prender con la canción del “primer zapatista enmascarado”. “Que lo oigan de aquí a la selva lacandona”, dijo Armando Vega-Gil mientras coreaban “Saanto-Santo-Santo”. Cuando ya se armó la pachanga fue con Alármala de tos, pero, otra vez, quizá por la versión que hizo popular Café Tacvba.

Un wirrárika con vestimenta tradicional se acercó, se paró al lado de dos chavas, una con cabello rosa y otra azul, durante unos minutos miró, muy serio, a los botellos, y luego se retiró.

Poco antes, se había presentado Contrapeso, grupo teatral establecido en Morelia, que invitó a los espectadores a participar en ejercicios teatrales y luego montó una pequeña historia acerca de un campesino que intenta cruzar la frontera norte.

Dentro de la diversidad, estuvo Telekrimen, un grupo surfero de jóvenes que se acercan a los 30 años. El tecladista Órgano Zombie comentó que cuando surgió el EZLN iba en la secundaria: “Uno vive en la vida rutinaria y te enfocas en lo que te quieren vender, piensas que no pasa nada. En tu comunidad tienes una vida muy light, pero te das cuenta de las injusticias…”. Órgano Zombie opinó: “El mundo va a cambiar para bien. Estamos en un momento de colapso, pero la esperanza siempre existe, siempre tienes que llegar a lo más profundo y decir ‘basta’ para que llegue algo bueno”.

Como parte del festival también hay una exposición de fotografía, pintura y gráfica.

La exposición fue creciendo a partir de la base de aquella llamada 69 miradas, que se montó para el aniversario 20-10 del EZLN.

Muestra el levantamiento, la vida en las comunidades indígenas chiapanecas, el recorrido del Delegado Zero (2006).

La fotógrafa Yuriria Pantoja, que ha seguido de cerca al movimiento zapatista, ofrece imágenes como aquella de una hermosa joven con el rostro cubierto por un paliacate, asomada por una ventana, y otra con el subcomandante Marcos tocando una guitarra eléctrica.

También hay fotos de Vanessa García, Sandra Gayou y del Colectivo italiano Ya Basta.

La exposición de pintura es de Homero Santamaría y la gráfica reúne trabajo de Sublevarte y la Escuela de Mártires del 68 (carteles, pegatinas).

Al fondo del lienzo se montó otra exposición de fotografía, colectiva, llamada La otra mirada, ordenada en lo que el festival llama “las cuatro ruedas del capitalismo”: el despojo, la explotación, el desprecio y la represión.

Asimismo se exhiben películas como Maquilápolis, así como videos de colectivos y organizaciones.

Además, crews grafitearon las paredes del lienzo.

Las actividades del festival se transmiten por radio a través del 104.5 FM e Internet (dignarabia.ezln.org.mx).

Hoy se presenta Panteón Rococó a las cinco de la tarde.

 
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