Usted está aquí: martes 6 de enero de 2009 Mundo Obama puede contribuir a una nueva apertura en Cuba

Entrevista a Eloy Gutiérrez Menoyo, ex guerrillero y opositor cubano

Obama puede contribuir a una nueva apertura en Cuba

Pide espacio legal para una oposición independiente y pacífica

Para un giro en la postura hacia la isla ayudaría mucho que el próximo presidente estadunidense decida que sean la Casa Blanca y el Departamento de Estado los que marquen la política respecto de La Habana, y no los grupos elitistas del exilio, es decir, el lobby de Miami

Gerardo Arreola (Corresponsal)

Ampliar la imagen Eloy Gutiérrez Menoyo, uno de los tres jefes de la revolución que no nació en Cuba Eloy Gutiérrez Menoyo, uno de los tres jefes de la revolución que no nació en Cuba Foto: Gerardo Arreola

La Habana, 5 de enero. Hace 50 años Eloy Gutiérrez Menoyo fue uno de los jefes de la revolución cubana. Luego combatió a Fidel Castro, estuvo preso y exiliado y ahora, como opositor pacífico, tiene un mensaje para el presidente Barack Obama: que ayude a una apertura en Cuba, recuperando el control de la política hacia la isla y quitándoselo al lobby anticastrista.

“También ayudarían otras medidas, como eliminar los fondos del gobierno de Estados Unidos para la oposición y reducir gradualmente hasta suprimir el patrocinio oficial a Radio Martí”, dice a La Jornada este personaje singular, de 74 años. “Lo que no logra contribuir a la democratización de Cuba es la vía de la confrontación”.

Nacido en España, hijo de un médico republicano, Gutiérrez Menoyo tuvo un hermano que murió en la guerra civil y otro que peleó contra los nazis. La familia emigró a Cuba donde Carlos, el militar, se unió a las conspiraciones contra Fulgencio Batista y murió el 13 de marzo de 1957, encabezando el asalto al Palacio Presidencial.

Eloy siguió los pasos del hermano y abrió un foco guerrillero en el centro del país, el Segundo Frente Nacional del Escambray, del que ahora escribe sus memorias en polémica con otras versiones. Junto al Che Guevara y al estadunidense William Morgan (fusilado bajo el cargo de ser agente de la CIA), fue uno de los tres jefes rebeldes no nacidos en la isla.

Se reprocha su “ingenuidad”

Al triunfar la revolución el primero de enero de 1959, Eloy se fue a La Habana, en medio de la euforia nacional. Cincuenta años después aún se reprocha su “ingenuidad” y “falta de ambición de poder”. Dice que pasó con dos mil hombres bien armados por la provincia de Matanzas rendida, pero no ocupó la plaza. Que pudo haber tomado militarmente la capital, pero “yo tenía más interés en ir a ver a mi madre; no hice nada y eso lo he arrastrado toda mi vida como una pesadilla”.

Acompañó a Castro a giras de trabajo, dentro de una relación que describe como “formidable” y encabezó la operación que abortó un golpe promovido por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.

–¿Cómo se produjo la ruptura con Fidel?

–No. La ruptura es la de Fidel con la revolución que proclamó. Creí y sigo creyendo en esa revolución de libertad con pan y de pan sin terror, tan cubana como las palmas; de “ni imperialismo que ahoga a los pueblos ni comunismo que emplea el terror”. Llegó un momento en el que la revolución no iba por ahí. Avanzaban los comunistas, que fueron aliados de Batista. Los que creíamos en restablecer el ritmo constitucional y las libertades, nos dábamos cuenta de que eso se iba perdiendo. Y veíamos la personalidad de Fidel, queriendo controlarlo todo.

Eloy se fue a Estados Unidos y fundó la organización armada anticastrista Alpha 66, pero asegura, también en polémica con otras versiones, que “jamás en la vida aceptamos subordinarnos a Estados Unidos. Si así hubiera sido, yo no podría estar aquí, con la frente alta, sin estatus legal pero sin que me puedan tocar”. Acepta, sin embargo, que años después Alpha 66 quedó bajo control estadunidense.

Capturado en 1964 en una incursión a la isla, fue sentenciado a 30 años. En prisión siguió conspirando, lo que le costó una segunda pena de 25. En total estaba condenado a 55 años de cárcel, hasta que en 1986 quedó libre por una gestión del presidente español Felipe González, tras un movimiento de opinión pública.

Al salir buscó el diálogo con el gobierno para reclamar “lo mismo que ahora: un espacio legal para una oposición independiente y pacífica, que podamos inscribir un partido, que podamos abrir oficinas de Cambio Cubano”.

Eloy fundó Cambio Cubano en 1993, en Miami y dos años después habló con Castro en La Habana. “Le recordé la revolución que había planteado en el 59 y en la que yo seguía creyendo. El me contestó que seguía creyendo también en esa revolución, pero que no se podía retomar, por la confrontación con Estados Unidos. Fue una entrevista muy armoniosa, muy civilizada. Creo que es la única vez que él ha dado una entrevista a un opositor”.

Después de esa reunión, Gutiérrez Menoyo pudo moverse en Cuba por cortas temporadas, hasta que en 2003 decidió quedarse de facto en la isla. No tiene documento de identidad, pero no lo expulsan. No lo dejan abrir una oficina opositora, pero no se la niegan. Sale del país sin permiso oficial, pero con pasaporte cubano y una autorización de hecho. Vuelve con una visa de 21 días, que al vencerse lo deja nuevamente ilegal. Acaba de ser operado sin identidad oficial, pero autorizado. “Es una situación superespecial”.

Dice que “a simple vista” el gobierno no lo molesta, pero lamenta que a su hija Patricia, editora residente en Puerto Rico, ya no le permitan exponer en la feria del libro. O que las personas con las que él se reúne sean interrogadas por el Ministerio del Interior.

–Con cinco años viviendo en el país, ¿cómo ve la herencia que reciben de la revolución cubana las nuevas generaciones?

–Totalmente negativa. Las nuevas generaciones han crecido sin tener noción de lo que es protestar, de lo que es reclamar, con una saturación de patriotismo que ha sido negativo. Un ataque constante a Estados Unidos. A la juventud tú le preguntas qué quiere para el futuro y te responde “irme del país” ¿A dónde? “A Estados Unidos, al Polo Norte, al Asia o a donde sea”.

–¿Y el efecto de la política social?...

–Ante el hecho real de la supresión de las libertades en el país, cualquier supuesto logro palidece. Para dar salud y educación no hay que quitar las libertades. El salario es de hambre, no puedes alimentar a tu familia y eso obliga a robar por todas partes. Un cubano en este país no puede hacer una empresa mixta, no puede invertir. Está anulada su creatividad. Tiene que ser un extranjero el que venga a invertir y el que puede comprar un carro nuevo. Puedes ver aquí un hospital magníficamente bien montado, pero puedes ver otro, como me consta, en el que llegan diez mujeres a hacerse un legrado un día y ocho de ellas salen infectadas.

–¿Qué tanto influye la hostilidad de Estados Unidos?

–Estoy en contra del embargo, bloqueo, como le quieras llamar. Pero no es eso solamente. Vamos a hablar del embargo a las libertades aquí, del bloqueo a la libertad de asociación, a la libertad de prensa, a la libertad de locomoción. No puede seguir el país dependiendo del capricho de una persona. Todos los que han nacido en este país tienen derecho a levantarlo. Y no tiene sentido que tú metas a la cárcel a un carpintero, a un ebanista que está haciendo un mueble, para traerme muebles de China o de Brasil. ¡Deja que la gente trabaje y produzca!

–¿Un cambio de política en Estados Unidos ayudaría?

–Contribuiría mucho, primero, que fueran la Casa Blanca y el Departamento de Estado los que marcaran la política hacia Cuba, y no grupos elitistas del exilio, el lobby de Miami.

–¿Lo hará Obama?

–Obama puede empezar simplemente por quitar los fondos para grupos opositores. Si esta oposición se declara independiente, tiene que cesar esa vinculación, porque la contamina. Luego el gobierno de Estados Unidos tiene que dejar de patrocinar a Radio Martí. Y luego creo que Obama tiene que iniciar un proceso nuevo, fresco, de diplomacia con compromisos. Estoy seguro de que él cumplirá su promesa de levantar las restricciones a las remesas y de permitir los viajes de los cubanos, así que un gesto requiere otro gesto. No se puede seguir con una mentalidad cerrada.

 
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