Usted está aquí: jueves 8 de enero de 2009 Política Movimientos sociales, único camino que puede salvar a los pueblos: Raúl Zibechi

■ Tras 11 días de actividades concluye el Festival Mundial de la Digna Rabia

Movimientos sociales, único camino que puede salvar a los pueblos: Raúl Zibechi

Hermann Bellinghausen (Enviado)

Ampliar la imagen El comandante Moisés, en su participación del 5 de enero en San Cristóbal El comandante Moisés, en su participación del 5 de enero en San Cristóbal Foto: Moyses Zúñiga Santiago

San Cristóbal de las Casas, Chis., 7 de enero. En América Latina “los movimientos existen”, sostiene el periodista uruguayo Raúl Zibechi: “es una de las más felices realidades que tenemos. No hace falta inventarlos ni dirigirlos. Podemos formar parte de ellos, moviéndonos también. No es poco, sobre todo porque esa capacidad de movernos es la única que puede salvarnos”.

Un camino de amplitud considerable se abrió aquí, entre los retos teóricos planteados en el Festival Mundial de la Digna Rabia (que concluyó este lunes) por Michael Hardt, Luis Villoro, Gustavo Esteva, Jean Robert y Marcos Roitman, entre otros, y las aportaciones prácticas del movimiento social que, sin ninguna complacencia, expusieron el propio Zibechi, la nicaragüense Mónica Baltodano, la guatemalteca Dolores Sales, el boliviano Óscar Olivaira, el mexicoestadunidense Carlos Marentes, los connacionales trasterrados en Nueva York de Justicia para el Barrio, el teniente coronel Moisés, la comandanta Hortensia y las expresas políticas de Atenco.

De manera no menor, la narración literaria tuvo expresiones de frescura y originalidad inusuales que apuntan a cómo habrá de relatarse y describirse el mundo que viene, y que necesariamente será otro. Las historias de Arundathi Roy, John Berger, el subcomandante Marcos y los narradores palestinos y tzotziles (no zapatistas) que estos dos últimos incluyeron en sus participaciones, no fueron mero “complemento cultural” para el debate de la “digna rabia”, sino apuestas de creación tan concretas como las construcciones sociales en curso testimoniadas por los Sin Tierra, el Congreso Nacional Indígena y los propios zapatistas.

Ya lejos de la “cuota femenina” bien intencionada de partidos políticos y cenáculos académicos, la construcción de nuevas relaciones pasa necesariamente por la actuación central e igualitaria de las mujeres en todos los ámbitos y aspectos de las luchas, como de manera demostrativa refrendaron la sicoanalista Sylvia Marcos, la Red Mexicana de Trabajo Sexual (y los grupos legales que acompañan a las trabajadoras sexuales de Apizaco, Orizaba y la ciudad de México), o la dirigente mapuche chilena América Millaray Painemal Morales. Una lucha dentro de la lucha, como bien describieron las delegadas zapatistas y la mam guatemalteca Dolores Sales.

El periodista y editor italiano Pier Luigi Sullo, los analistas Josxe Iriarte y Jaime Pastor, los politólogos teórico-prácticos Adolfo Gilly, Pablo González Casanova, Paulina Fernández Christlieb y Sergio Rodríguez Lascano, así como los periodistas alternativos Gloria Muñoz Ramírez, Fran Ilich y el colectivo griego de la revista Alana, ofrecieron en conjunto una visión de alcance global opuesta a la globalización del mercado que confirma, al igual que los movimientos sociales latinoamericanos presentes o documentados durante los 11 días del festival, que no sólo está en marcha la crisis capitalista, también la respuesta activa de los de abajo.

Al describir la evolución del actual surgimiento popular en América Latina, con el rigor de la observación directa (una “mirada interior”), Raúl Zibechi habló de los seminales “portadores del nuevo mundo”, actores-movimientos originados entre 1970 y 1979: la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos y el Consejo Regional Indígena de los nasa en el Cauca (Colombia), los migrantes andinos de Villa Salvador (Perú), los quechuas de Ecuarunari (Ecuador), los aymaras urbanos de Bolivia, el Congreso Indígena celebrado en Chiapas en 1974, el Comité de Unidad Campesina (Guatemala), los Sin Tierra (Brasil) y el Movimiento Campesino Paraguayo.

Inicialmente invisibles, estos movimientos, potenciados por el surgimiento del EZLN y los levantamientos indígenas del Altiplano boliviano, revelan hoy la posibilidad práctica de mundos donde “nacen pensamientos otros”, aseveró Zibechi.

“No son ya las academias ni los partidos del sistema los que piensan a los de abajo, sino nosotros mismos nos estamos pensando. No para producir teoría o tesis, sino para potenciar el movimiento, para profundizarlo y defenderlo mejor, expandirlo y compartirlo con otros”.

En los territorios en resistencia, tanto en remotas zonas rurales como en las periferias urbanas, “existen mundos diferentes al mundo del capital y el Estado”, refirió. Y que lo diga precisamente en las montañas de Chiapas. “No son grandes mundos ni mundos perfectos, sino apenas mundos que tratan de nacer, que luchan por no desaparecer, pero sobre todo por crecer y expandirse”.

Mundos, dijo, con formas distintas de poder que tienen en común su condición colectiva. “Quiero decir que la frase ‘mandar obedeciendo’ la he escuchado en boca de jóvenes aymaras de Achacachi, de indígenas nasa y mapuche, militantes de comunidades peruanas contra la minería y jóvenes urbanos de distintos países. Ha sido una formulación acertada que logró encarnar las prácticas de muchas personas en América Latina”.

Las intervenciones del teniente coronel Moisés y la comandanta Hortensia

 
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