Usted está aquí: sábado 10 de enero de 2009 Economía Se suspende crédito en México porque bancos responden a necesidades de otros países

■ Directivo de Grupo Banorte retoma discusión sobre presencia de instituciones extranjeras

Se suspende crédito en México porque bancos responden a necesidades de otros países

■ Detalla la estrategia de reducción de 50 por ciento a los intereses de sus clientes por tarjetas

Roberto González Amador

Ampliar la imagen El director general del Grupo Financiero Banorte, Alejandro Valenzuela El director general del Grupo Financiero Banorte, Alejandro Valenzuela Foto: Notimex

Los bancos extranjeros que operan en México, que en conjunto concentran 70 por ciento de los activos del sistema financiero, comenzaron a posponer el financiamiento a los sectores empresarial y agropecuario. Se trata de los primeros efectos de las restricciones de liquidez en el mundo, agudizadas a partir del otoño pasado. “Esto demuestra que ahora sí, en el caso de México, importa la nacionalidad del dinero”, aseguró Alejandro Valenzuela, director general del Grupo Financiero Banorte (GFNorte).

Con esa expresión retoma uno de los puntos centrales de un debate que se dio en México cuando entre 1995 y 1996, en medio de lo que hasta entonces era la peor crisis económica del país en 60 años, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo impulsó reformas legales para abatir las barreras a la inversión foránea en el sistema financiero. Uno de los argumentos de los promotores de esas modificaciones era que la nacionalidad del dinero no importaba.

“Lo que ha quedado claro ahora es que en países donde la banca es netamente nacional, en donde el sistema de pagos es nacional, las decisiones se toman internamente”, dijo Valenzuela en una entrevista con La Jornada. “Lo que queda claro es que (con una banca extranjera) las decisiones de toma de riesgo, manejo de la tesorería y otorgamiento de crédito no se adoptan localmente, sino en función de las necesidades globales de los bancos, que dan prioridad a asignar los recursos donde tienen necesidades de liquidez y no en función de las necesidades de las economías donde operan”, añadió.

En un momento en que la falta de liquidez limita el financiamiento para actividades productivas o la compra de bienes –como las viviendas–, Valenzuela expuso que en un sistema financiero como el mexicano las tesorerías de las instituciones financieras de presencia internacional manejan los recursos de acuerdo “a las necesidades de otros países”.

Recordó episodios recientes en que ha ocurrido así. Durante la crisis brasileña de la década pasada, o la que vivió argentina a inicios de la actual “los bancos que operan aquí tomaron recursos que ganaban en México para apoyar sus operaciones en Brasil o Argentina porque así les convenía a ellos en ese momento. Entonces nos dimos cuenta de que esas instituciones tienen una visión que no necesariamente obedece a los intereses locales”, abundó.

En los últimos meses, agregó, se ha notado que muchas de las decisiones de otorgamiento de crédito no son tomadas por “quienes llevan los bancos en México, sino que son decisiones extramuros”. Aseguró que al menos desde agosto pasado los bancos extranjeros “han usado liquidez para solventar problemas en otras partes que son enormes”.

El sistema financiero mexicano, integrado por 43 instituciones, es controlado por firmas extranjeras. BBVA Bancomer, Banamex, Santander, HSBC y Scotiabank detentan 71 por ciento de los activos totales del sistema, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. De los grupos de capital nacional, los más representativos son: Banorte, con 9.7 por ciento de los activos totales; Inbursa, 54; Del Bajío, 1.8; Azteca, 1.7; Interacciones, 1.3; e Ixe, 1 por ciento, para sumar, estos seis bancos, 20.9 por ciento de los activos totales.

Valenzuela consideró que la apertura del sistema bancario al capital extranjero ha sido buena en términos de aumentar la competencia y sobre todo porque cuando se dio, en la segunda mitad de la década pasada, principalmente, ayudó a restablecer a la banca después del colapso de 1995-1996.

“Muchas instituciones extranjeras apostaron por México, en ese momento se decía que no importaba su origen. Ha quedado claro que el origen del capital es importante. En ese momento fue irremediable, no había inversionistas mexicanos, salvo muy contados casos, como el propio de Banorte, cuyo principal accionista, Roberto González Barrera hizo crecer al banco”, añadió.

Banorte, tras mantener su capital totalmente mexicano después de la crisis de 1995, adquirió Banpaís y Banco del Centro en 1997 y Bancrecer en 2001, que fueron integradas al grupo.

–¿Tiene información de que otros bancos estén limitando el financiamiento por decisiones tomadas en sus casas matriz?

–Es muy difícil saber sobre cada banco. Pero en los segmentos de crédito empresarial, corporativo y agropecuario sí hemos visto que gente que estaba con otros bancos nos han tocado la puerta porque han visto que estamos en condiciones de prestar y otras instituciones no están prestando en la misma cantidad o condiciones.

Alejandro Valenzuela dijo que Banorte ha tomado alguna participación de mercado que tenían otros competidores en el sistema que han limitado su financiamiento. Ha ocurrido particularmente en el último año en sectores como el crédito a pequeñas y medianas empresas, agropecuario y corporativo, así como en el hipotecario. Donde hay un menor dinamismo, añadió, es en el sector de crédito al consumo, en particular en tarjetas de crédito.

En este último producto, Banorte empezó a finales de noviembre un programa que permite a sus deudores refinanciar deudas con una reducción de 50 por ciento en la tasa de interés y ampliación del plazo de pago. “Los competidores ya nos están siguiendo en esta estrategia”, aseguró.

Valenzuela consideró que las limitaciones que muestra la banca extranjera para satisfacer las necesidades de financiamiento en un entorno de crisis “obliga a replantear dogmas”. Toda la situación experimentada por el sistema financiero en los últimos seis meses “debe llevar a hacer replanteamientos económicos y va obligar a que las autoridades estén más atentas en la supervisión y regulación; vamos a ver también una banca que se va a tener que regenerar en muchos aspectos”.

Para una economía como la de México, en la que el financiamiento de la banca al sector privado equivale a una quinta parte del producto interno bruto –en otros países de desarrollo similar es del doble y en los avanzados supera incluso el valor del PIB– no hay actualmente un problema de sobreendeudamiento, comentó Valenzuela. Lo que se está viendo en tarjetas de crédito, segmento en que el monto de deuda en cartera vencida equivale ahora a 10 por ciento del total de préstamos otorgados, “es un chipote que debemos corregir”.

“Vamos a continuar dando créditos. En el último trimestre hubo un crecimiento importante en la intermediación que hace Banorte, a pesar de las dificultades”, dijo. Apuntó que México es una economía sub bancarizada que , a su juicio, no tiene problemas de sobreendeudamiento. “En la tarjeta de crédito hay un chipote que hay que arreglar, pero aparte de eso no es una economía apalancada, requiere del crédito para seguir creciendo, lo importante es encontrar las avenidas para que el financiamiento sea motor de crecimiento económico”, puntualizó.

 
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