13 de enero de 2009     Número 16

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


FOTO: Cristina Rodríguez

Radio UNAM y Radio Educación

Pocos, pero consistentes,
los espacios radiofónicos rurales

Lourdes Edith Rudiño

Como brotes excepcionales en el abanico de frecuencias radiofónicas, figuran dos programas de radio orientados a la situación del campo y de los indígenas y que tienden puentes en la población rural y entre ésta y la urbana. Son Del campo y de la ciudad, a cargo de Marco Díaz León y Sergio Canales –que transmite Radio Educación los martes y miércoles de 5:00 a 7:00 AM—y Chiapas: expediente nacional, que forma parte de un proyecto integral campesino e indígena, Boca de Polen, y es conducido por Eugenio Bermejillo todos los martes en Radio UNAM de 10:00 a 11:30 AM.

Son excepcionales porque los temas rurales son escasamente abordados por la radio concesionada, que ve a los indígenas “simplemente como adornito o cuestión folclórica”, según Bermejillo, y porque, dice, a pesar de que a las instituciones, universidades, gobiernos y agencias de cooperación internacional se les llena la boca con la comunicación indígena, en los hechos “es bastante poco y bastante decepcionante” lo que hacen en esta materia vía los medios públicos.

Y también son excepcionales porque han logrado mantenerse vivos, por casi 20 años Del campo y de la ciudad, y por 15 Chiapas... Hablan sus protagonistas.

Eugenio Bermejillo: Chiapas. expediente nacional nació el 12 de enero de 1994, día en que hubo una gran manifestación para frenar los enfrentamientos en Chiapas y Carlos Salinas no tuvo opción más que declarar una paz unilateral que luego fue respaldada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Eso signó el destino del programa, pues con el eslogan “Información para la paz” se centró en las actividades de la sociedad civil que tienen que ver con la resolución del conflicto, pero no con su administración, sino con acciones que atienden las causas profundas. Así permaneció durante tres o cuatro años, con una calidad noticiosa que estuvo en el centro de la polémica nacional. Con la preeminencia que tuvo el movimiento indígena en los Acuerdos de San Andrés en 1996, el programa se fue adecuando y asumió los temas básicos de los movimientos indígena, campesino y de la sociedad en general; desarrollo sustentable, y derechos humanos; esa es la agenda que prevalece.

Las voces campesinas son muy radiofónicas, frescas, llaman la atención del público, pues la forma de relatar es diferente a la habitual en la radio. Nuestro objetivo es contar con los testimonios directos, aunque no siempre lo logramos. Si hay un conflicto, no entrevistar al abogado o a la organización no gubernamental, sino a la persona en la cárcel o a los campesinos afectados por las actividades de una minera, al campesino que es despojado de su tierra. A excepción de nosotros y Del campo ..., nadie en la radio entrevista al campirano. Aunque esto carece a veces de inserción en la polémica nacional, tiene una fuerza comunicativa, humana, ausente en el testimonio mediado.

Mucha de la comunicación en el mundo indígena, en el mundo rural, es de bastante tremendosidad, con una vehemencia perpetua –“Otra vez nos aplastaron”, “los caciques son invencibles”, “el gobierno es...”—. El programa busca promover la acción, la organización. Por ejemplo, informar en un conflicto con una minera, qué se logró con la lucha campesina; si había un contrato leonino, cómo logró modificarse si los campesinos se sentaron a discutir con empresarios y funcionarios. Llama la atención decir: gracias a la organización, se metieron estas cláusulas en el contrato, y si vuelven a organizarse y movilizarse, esas cláusulas les van a permitir conservar su río, que la empresa invierta en cuestiones sociales.

La pobreza tiene un lado pornográfico . Hay medios, incluso premiados por sus reportajes de pobreza, que van al municipio más pobre y entrevistan al viejito más pobre. Eso vende: muestras un mundo indígena, rural conflictivo, con la vertiente de la denuncia. Está bien, pero falta la parte de impulso a la acción, a la reflexión. La pura denuncia muchas veces no educa. Hay que profundizar, por ejemplo decir tal proyecto de presa es neoliberal y explicar cómo está el contrato que hace que la trasnacional gane dinero, o qué apoyos tiene el cacique y cómo funciona una obra pública inmensa.

Hace unos tres años hubo el intento de las autoridades universitarias de reestructurar el programa, lo cual iba a quitarle el público que ya había hecho en su horario. Dimos a conocer esto sin alarmismo, y la respuesta de los radio-participantes fue brutal. Se reunieron en varias ocasiones y luego convocaron al director de Radio UNAM. Había muchos maestros, viejos, gente que había participado en luchas magisteriales y tenían mucha experiencia política. El programa permaneció sin cambios. Hay mucha gente que quiere transformar al país, y es el fermento social para impulsar esfuerzos comunicativos y por ello periodistas independientes siempre tendrán espacios. Ese es el caso de Carmen Aristegui, una gran periodista que siempre tendrá un chorro de público siguiéndola.

En el medio rural, los movimientos cooperativos, campesinos están necesitados de información diferente. Quien se mantiene con el cacique, con Wal-Mart, no necesita información más allá que la de Televisa, pero si tienes un proyecto social, te urge información, te urgen medios que den otra visión. Hay, es cierto, un público dormido, pero hay también uno despierto que crece cada vez más.

Chiapas... es un programa que habla de los indígenas y tiene un público básicamente mestizo. Estos puentes son importantes. Los campesinos necesitan mucho del consumidor urbano y que éste entienda cómo produce el campesino, para que hagan su compra de manera solidaria y ejerzan el poder político que tienen por medio del consumo, que busquen productos auténticamente campesinos, orgánicos y no transgénicos que no lastimen la tierra. Además hay que considerar el trasfondo, que somos una nación multicultural, donde están campesinos e indígenas que necesitan dialogar con el mundo urbano y conocerse.

Las radios indigenistas (del Estado) fueron las primeras que tomaron en cuenta al medio rural y a los indígenas, pero desde el gobierno de Carlos Salinas han entrado burócratas que no tienen idea del campo y hoy la Comisión de Derechos Indígenas (CDI) está llena de panistas que hacen campaña para su partido. Del indigenismo no puedes esperar nada. Ya cumplió su etapa y ahora la estafeta está cayendo en las radios indígenas comunitarias, que a pesar de tener muchas deficiencias, plantean un esquema que pudiera armar una buena comunicación en el campo.

Marco Díaz León: Del campo y de la ciudad nació el 10 de abril de 1989; su antecedente fue el programa Abriendo surco, que duró tres años. En ese tiempo había más cerrazón, con el PRI en el gobierno y el poder; era muy difícil mantener un espacio de esa naturaleza y sobre todo decir la verdad; había muchos filtros qué traspasar. Propusimos el nuevo programa y la autoridad priísta aceptó pues vieron la oportunidad de promover las modificaciones de políticas públicas que entonces ocurrían y estimular hacia adelante las modificaciones del artículo 27 constitucional y la Ley Agraria que vendrían en 1992. Del campo... nació con una participación amplia de campesinos e indígenas.

Ahora notamos la baja en la calidad de vida del campesino y la migración, pues ya en nuestro auditorio tenemos menos gente de ese rango social y más gente de ciudad. De 1989 a 1992, ante el cumplimiento de 500 años del encontronazo de dos mundos, Guillermo Bonfil apoyó mucho para que en el programa participaran todas las lenguas que existen en el país. El nombre del programa busca establecer un equilibrio entre los temas del campo y de la ciudad; y los temas rurales no han perdido vigencia –el levantamiento indígena en Chiapas, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la búsqueda de la imposición de transgénicos—; al menos el miércoles, cuando yo produzco (el jueves lo hace Sergio Canales), nos hemos cargado más a la parte del campo que al espectáculo de la ciudad que hoy es de decapitaciones, violencia, secuestros.

Desde hace cinco años hago en el programa el “Semanario por la paz con justicia y dignidad”, donde expongo temas tales como las innovaciones científicas factibles y alternativas a la imposición de las trasnacionales, hago un mini resumen de La Jornada del Campo. El público defiende la permanencia del semanario porque, por la carestía, muchos están impedidos de comprar periódicos y ya no creen en las televisoras.

El programa originalmente se trasmitía de lunes a viernes, pero se fue acotando, entre otras cosas por presiones autoritarias; se quedó en dos días, pero nuestro auditorio, que es muy fiel, no baja la guardia y continúa pidiendo que se restablezcan los cinco días.

En general hay un menosprecio de la sociedad al campo, y en la estación, con el programa de 5:00 a 7:00 de la mañana, hay la idea de que es el horario en que los indios y los pobres oyen radio; algunos compañeros de forma racista y juguetona nos ridiculizaban con el mote de “guarachín y guarachón”, o “el espacio de las garnachas”. Pero ya empezamos a domesticar a algunos. Hace 20 años no se ponían ofrendas de muertos, y ahora incluso Sears las pone. En parte ayudamos a posicionar la cultura y la tradición propia de los pueblos mexicanos.

La principal aportación del programa es la difusión de la identidad , de una nación multicultural con opciones, con un campo con gente, que es la base de la construcción histórica del país. Transmitimos música mexicana, indígena; ésta es la parte espiritual, más profunda del programa.

También difundimos qué se produce en el país y cómo producir y un eje fundamental del programa y de mi vida es el maíz. Mucho me apoyo en campesinos, productores, científicos rurales de guarache, y en gente especializada en agronomía. Desde 1999 se empezó a difundir información de los transgénicos y yo abrí un espacio para ello en el programa que todavía existe. Los bauticé como OGTs (organismos genéticamente transformados) y el público ya sabe que cuando vamos a hablar de los OGTs es que nos referimos a los cultivos modificados o a la clase política. Elaboramos incluso una serie que se llamó “Los transgénicos hoy, hoy, hoy”, a propósito de los dislates de Vicente Fox. De eso mandamos a hacer un tiraje grande que se empezó a difundir en todas las radios comunitarias. Fue un material con mucho éxito que todavía nos piden.

Pero el programa, en la parte del semanario, es analítico. Por ejemplo observamos qué está diciendo la Secretaría de Agricultura respecto de la contaminación de maíz transgénico en Chihuahua y lo ponemos en su lugar en el contexto de la información alterna que nos allegan las comunidades afectadas.

Es necesario abrir más este tipo de espacios. Para los pobres, la radio hertziana es la opción más significativa, a pesar de los avances tecnológicas de radio por internet. Desafortunadamente, vas a provincia y encuentras cada radio comercial que dices “hasta prefiero Televisa” por el nivel tan absurdo de información que manejan, y por el desprecio que hay hacia lo rural, hacia lo propio. Las radios comunitarias son el futuro de la comunicación en el campo mexicano. en nuestras propias lenguas, con nuestras propias pautas culturales, y debería haber una apertura mayor a estas frecuencias, pero las autoridades les tienen miedo; temen que la gente hable en su propio idioma y digan cosas que ellas no entiendan. Temen que por medio de la radio se puedan organizar movimientos sociales mayores.


Posición de la Red de Radios Indígenas Comunitarias del Sureste Mexicano frente a las declaraciones del titular de la FEADP, en relación con el asesinato de Teresa Bautista y Felícitas Martínez


Felícitas Martínez Sánchez y Teresa Bautista Merino
FOTO: www.elboomerang.es

El 9 de diciembre pasado el titular de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos Contra Periodistas (FEADP) de la Procuraduría General de la República (PGR), Alberto Orellana Wiarco, afirmó que el asesinato de Felícitas Martínez Sánchez y Teresa Bautista Merino, compañeras de la radio comunitaria La Voz que Rompe el Silencio, ubicada en San Juan Copala, Oaxaca, ocurrido el 7 de abril de 2008, “no tuvo que ver con el ejercicio de comunicación que desempeñaban en la emisora”.

Agregó que “fueron víctimas circunstanciales de una agresión que iba dirigida al conductor del vehículo donde ellas viajaban” y su asesinato “no tuvo que ver con el ejercicio de comunicación que desempeñaban en La Voz que Rompe el Silencio”.

Ante ello, la Red de Radios Indígenas Comunitarias del Sureste Mexicano manifiesta lo siguiente:

Del análisis que hemos realizado del expediente radicado en la PGR por estos asesinatos —donde se incluyen las actuaciones que realizó inicialmente la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca—, no se desprende ninguna línea de investigación ni declaración de testigos o de sobrevivientes que descarte una posible agresión por la labor que desempeñaban en radioemisora.

Existen cuando menos cinco líneas de investigación en el caso que no han sido suficientemente agotadas por la autoridad ministerial; una de ellas, la principal, valora la posibilidad de que hayan sido asesinadas por su labor de comunicación indígena.

Es imposible determinar en este momento de la investigación las motivaciones de los agresores para atacar el vehículo donde viajaban Tere y Feli, y no es posible afirmar que la agresión iba dirigida al conductor del auto y no hacia las comunicadoras, pues no hay ningún elemento sólido ni pericial ni testimonial en el expediente que permita desprender tal suposición.

Existen elementos políticos y sociales en la región triqui que permiten suponer una agresión hacia las compañeras por el ejercicio de comunicación e investigación que realizaban en la estación comunitaria.

Las declaraciones del titular de la FEADP son infundadas y faltas de verdad. Nos preocupa que no conozca el expediente ni las condiciones sociales y políticas de la región triqui, e intente desviar la atención concluyendo que Tere y Feli no fueron asesinadas por el ejercicio de su profesión. El fiscal busca deslindar su responsabilidad y trasladar el asunto al fuero común, a la Procuraduría de Justicia de Oaxaca..

Por la Red de Radios Indígenas Comunitarias del Sureste Mexicano:

  • RADIO AAMAY IYOLTOKNIWAN 102.5 FM– La voz pura de la Sierra Amamaloya Veracruz (Nahua-Popoluca)
  • RADIO ANPÓN 91.5 FM- San Miguel Chimalapa (Zoque)
  • RADIO ARCO-IRIS 90.1 FM – Santa María Jalapa del Marqués (Zapoteco)
  • RADIO AYUUK 99.1 FM – La voz de la Montaña- San Juan Guichicovi (Ayuuk)
  • RADIO LA VOZ QUE ROMPE EL SILENCIO 94.9 FM - San Juan Copala (Triqui)
  • RADIO HUAVE 95.1 FM – La voz del mar- San Francisco del Mar (Huave)
  • RADIO IKOOTS 94.1 FM – San Mateo del Mar (Ikoots)
  • RADIO TIKAMBAJ 94. FM – San Mateo del Mar (Ikoots)
  • RADIO TKYZ 95.1 FM – Santa María Tequisistlán (Chontal)
  • RADIO UMAMALANG 93.9 FM – San Dionisio del Mar (Huave)
  • RADIO LA VOZ DEL MONTE 96.9 FM- San Sebastían del Monte (Mixteco)
  • RADIO LIBERANDO LA PALABRA 94.1 FM- Tezoatlán de Segura y Luna (Mixteco)
  • LA VOZ DE LAS NUBES 92.1 FM- Santa Cruz Mixtepec (Mixteco)
  • RADIO LA VOZ DE LA LIBERTAD 99.1 FM- San Pedro Yosotato (Mixteco)

Rompiendo el silencio,
La radio comunitaria triqui

Carmela Cariño Trujillo

Romper el silencio sobre la violencia y la impunidad que se vive en la región triqui no es una tarea fácil. Desde los 70s, cuando se agudizan las disputas entre grupos rivales, niños, mujeres y hombres han sido blanco de los ataques, lo que ha generado el desplazamiento forzado de más de la mitad de la población triqui y más de 300 muertos.

Con las demandas de autogobierno y sobre todo de cese a la violencia, el uno de enero de 2008 los triquis de San Juan Copala y 17 barrios más declaran la creación de un municipio autónomo. Un año después se inaugura Radio Copala: La Voz que Rompe el Silencio, considerada un ala de la lucha autonómica. Este proyecto de radio es impulsado por hombres y mujeres jóvenes y tiene como finalidad promover la cultura triqui, motivar la participación de la población, rescatar la historia, reivindicar el idioma triqui, generar el diálogo intercomunitario e impulsar la autonomía del municipio.

A tres meses de haber iniciado el proyecto de radio, el siete de abril de 2008, dos mujeres jóvenes claves en el proyecto, Felícitas Martínez y Teresa Bautista, fueron emboscadas y asesinadas cuando se dirigían a una comunidad para realizar servicio comunitario y recabar información para la realización de sus programas.

Este hecho ha sido un golpe muy duro al naciente proyecto que comenzaba apenas a dar sus primeros pasos; este acto de violencia fue calificado por las autoridades autónomas como un golpe directo al municipio autónomo y a su proyecto de radio. Para las y los jóvenes esto representó un golpe mayor: “Ahorita la radio no está trabajando como venía trabajando porque los compañeros no se han podido reorganizar (...) Ahorita estamos tristes y no hemos hecho programas”, dice una locutora de La Voz que Rompe el Silencio.

El impacto de este hecho, que hasta la fecha sigue impune, provocó que el proyecto prácticamente se detuviera. La inseguridad, el miedo de los y las jóvenes, así como el temor de padres y madres de familia por permitir la participación de los hijos en estos espacios que pudiera significar un peligro para sus vidas, se incrementó.

Son muchos los obstáculos a los que se han enfrentado los y las jóvenes, en primer lugar la violencia, además la falta de equipo, de servicio de internet y de capacitación que les permita trabajar en la edición de sus programas y la ausencia de financiamiento para adquirir los materiales necesarios. Sin embargo, siguen asistiendo a la cabina de radio, intentando retomar su proyecto aun con todo en contra. A fin de cuentas, una radio comunitaria no se crea de la noche a la mañana, es un proyecto arduo, zigzagueante, de lenta maduración.

Comunicación como mercancía. En un contexto nacional en que el derecho a la comunicación es negado a la población en general y en especial a los pueblos indígenas, se busca desde abajo ejercer el derecho reconocido en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Aun cuando está reconocido, el derecho a la libre expresión y a que los ciudadanos difundan sus ideas es negado por el mismo Estado y sus instituciones. La comunicación es hoy en día una mercancía que se vende al mejor postor, sólo quien puede pagarla tiene derecho a obtener una licitación. Es por ello que los pueblos buscan en los hechos ejercer ese derecho consagrado en la Carta Magna , derecho que ha sido negado y que es calificado por quienes detentan el poder económico y político como “ilegal” o “pirata”.

Es obligación de los gobiernos revisar los marcos jurídicos actuales, obsoletos y discriminatorios para garantizar la igualdad de oportunidades. Es urgente la generación de condiciones que eviten que las radios comunitarias queden en la marginalidad, que los locutores sean calificados como delincuentes o que hacer su trabajo signifique poner en riesgo sus vidas. Es urgente también crear espacios que sirvan de tribuna para expresar, difundir y denunciar los hechos y acciones que atentan contra los derechos de las personas y de los pueblos y es la radio comunitaria un medio clave para que este derecho sea una realidad.

Estudiante de la Maestría en Desarrollo Rural de la UAM-Xochimilco


FOTO: Marco Peláez
 

La potencia de las radios comunitarias en el desarrollo rural

Sofía Medellín Urquiaga

“La voz es de todos y por eso están convocados todas y todos ustedes para que vengan y digan su palabra aquí en el micrófono. Este micrófono es comunitario”. Así iniciaba trasmisiones una de tantas y tantas radios comunitarias que en los últimos años han emergido en el país. Entre otras cosas, su proliferación es expresión concreta del ejercicio de derechos fundamentales a la libertad de expresión y la comunicación por parte de sectores sociales a los que históricamente se les han negado. Siempre se les consideró simples receptores de mensajes producidos por medios masivos de comunicación bajo una lógica mercantil.

Pero además de representar una forma de ejercicio concreto de estos derechos, las radios comunitarias en su práctica cotidiana tienen el potencial de apoyar el desarrollo de las comunidades rurales que las gestan, un desarrollo construido desde abajo.

Tradicionalmente la radio ha sido uno de los medios más utilizados en apoyo a programas y proyectos de desarrollo rural. Su accesibilidad, flexibilidad y nivel de penetración la posicionaron durante varias décadas como la tecnología privilegiada de comunicación del y para el desarrollo. Esto desde la perspectiva de que la información es un elemento de vital importancia en el desarrollo rural, por lo que generalmente la radio fue utilizada como un medio de difusión y propaganda en aras de la modernización y el progreso.

Pero las radios comunitarias van más allá, no se trata sólo de difundir información sobre un tipo de desarrollo predeterminado. Estas radios abren espacios de participación y diálogo intra e intercomunitario para apoyar un tipo de desarrollo basado en las necesidades y aspiraciones propias. Se trata de medios de comunicación propiedad de las comunidades y organizaciones locales donde las decisiones sobre su función y contenidos se toman colectivamente, respondiendo a un proyecto político-comunicacional al servicio y en compromiso con los intereses de los sujetos sociales locales. Por esto, las radios comunitarias tienen el potencial organizativo para la búsqueda de alternativas concretas: son un germen de acción.

Las radios comunitarias crean y recrean comunidad. A contracorriente de los múltiples procesos que tienden a la desestructuración, fragmentación y división de las comunidades rurales, tales como el debilitamiento de asambleas —formas tradicionales de organización y toma de decisión comunitaria—, junto a la incidencia de partidos políticos y nuevas religiones, políticas públicas “individualizantes”, migración, etcétera; las radios comunitarias constituyen un elemento de cohesión y de fortalecimiento de identidades colectivas. Participan y en ocasiones recomponen el tejido social; se vuelven parte importante de la vida en comunidad, lo cual se hace manifiesto cuando se incluye a las radios en el sistema de cargos o, en momentos críticos, en que las comunidades se organizan y movilizan en defensa de sus radios cuando se ve amenazada su existencia.

Asimismo, estas radios acompañan y son expresión de procesos que las comunidades detonan. Se puede encontrar una gran cantidad de ejemplos de radios que apoyan desde procesos de autodeterminación del desarrollo local, como el acompañamiento a proyectos alternativos de tipo educativo, productivo y cultural, hasta procesos autonómicos en comunidades y regiones indígenas.

La proliferación y defensa de las radios comunitarias, a pesar de las adversas condiciones legales, económicas y políticas que enfrentan, constituye uno de los cuestionamientos más radicales y directos al sistema que niega el derecho a la comunicación de la mayoría de la población y monopoliza, bajo la lógica capitalista, la posibilidad de acceder a los medios. Si bien su lucha tiene que ver con la libertad de expresión y el derecho a la comunicación, se trata también de la lucha contra la exclusión, contra los imaginarios hegemónicos dominantes: es la lucha por el lugar de enunciación, que busca redefinir relaciones sociales establecidas y construir nuevos horizontes. Las radios comunitarias permiten ejercer estos derechos negados y sirven a procesos sociales de transformación de la realidad, su sola existencia en un contexto tan adverso da cuenta de ello. Las radios en comunidad interpelan la lógica dominante desde la periferia, su potencia está “al aire”, pero su fuerza echa raíz desde abajo.

Los Derechos Indígenas en Materia de Medios de Comunicación: haciendo visibles los derechos invisibles


FOTO: Ross Murray

Erick Huerta Velázquez

Garabombo el invisible , un libro de Manuel Scorza, cuenta la historia del líder de los indios del altiplano peruano, quien tenía un decreto del virrey que reconocía la propiedad de las tierras a la comunidad a que pertenecía; Garabombo padecía de una extraña enfermedad: cada que intentaba hacer valer pacíficamente sus derechos, se volvía invisible, sin que nadie pudiera verlo ni oírlo; aprovechando esto, organizó una rebelión, así se curó, pero fue preso y más tarde muerto.

La rara enfermedad de Garabombo es común a todos aquellos que tratan de reivindicar los derechos colectivos, ¿la comunidad o el pueblo indígena, quién es? La disposición constitucional, tomada de los acuerdos de San Andrés, que establece para el Estado Mexicano la obligación de crear condiciones para que los pueblos y comunidades indígenas puedan adquirir, administrar y operar medios de comunicación, no es la excepción a esta invisibilidad.

En 2002, en aquel primer intento de crear una nueva ley de radio y televisión y modificar la Ley Federal de Telecomunicaciones, la disposición constitucional antes citada era prácticamente desconocida, la mayoría de reivindicaciones a este derecho se soportaba en los derechos humanos relativos a la libertad de expresión e información; todavía hoy la existencia de este derecho en la Constitución es para muchos una grata sorpresa.

Pero este derecho invisible ha ido tomando forma, parece que poco a poco, por lo menos en esta área, los pueblos indígenas han podido avanzar en la cura de esta enfermedad, y el primer tratamiento quizás fue la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información , en donde estos pueblos tuvieron una consideración particular, tanto así que poco tiempo después se otorgaron los primeros permisos de radiodifusión indígena.

La promulgación de la llamada Ley Televisa brindó una oportunidad para una nueva cura, tanto la acción de inconstitucionalidad promovida por algunos senadores, como la controversia constitucional interpuesta por municipios indígenas, incorporaron como agravio la omisión legislativa a la disposición constitucional de garantizar los derechos de los pueblos indígenas a los medios de comunicación. Si bien la invisibilidad perduró, ya que ambos reclamos fueron declarados improcedentes por una mínima mayoría, la misma Corte señaló el remedio: el derecho existe, sólo es necesario individualizarlo, así una comunidad, pueblo indígena, a quien pretenda aplicarse la ley actual, puede acudir al amparo con amplias posibilidades de éxito. Puede así reclamar su derecho a administrar un medio de comunicación.

Hoy no cabe ninguna duda de que este derecho existe y puede hacerse valer, y que las condiciones que la Constitución obliga a crear tienen que ver con procedimientos acordes a la realidad de los pueblos, que reconozcan sus formas de organización y su cultura; que determinen el acceso a recursos para la sostenibilidad de sus medios, y que los pueblos indígenas administren sus propios medios, lo cual, con o sin permiso, ya lo están haciendo.

En un esfuerzo colectivo por crear un procedimiento adecuado para los pueblos indígenas que les permita adquirir, administrar y operar sus propios medios de radiodifusión, se reunirán en San Cristóbal de las Casas, el 16 y 17 de enero, diversos representantes de radios indígenas y comunicadores para la conclusión de los trabajos del Programa para el Ejercicio de los Derechos de los Pueblos Indígenas para Administrar, Adquirir y Operar sus Propios Medios de Comunicación, que promete concluir un procedimiento sencillo y adecuado para la solicitud de permisos de radiodifusión por parte de los pueblos indígenas.

Aún queda mucho por hacer, aún quedan muchos derechos invisibles, como el que en la planeación del espectro se consideren frecuencias para estos pueblos, o el artículo sexto de la Ley de los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, que obliga a las televisoras y radiodifusoras a destinar tiempos a programación en lenguas indígenas.

El trabajo consistente y el uso de los medios legales para exigirlos ha demostrado ser un buen tratamiento para la invisibilidad.