La otra comunicación: todo está por hacerse

Primero lo primero: un saludo y un agradecimiento especial al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Felicidades en estos sus primeros 15 años.

Un saludo respetuoso al comandante Zebedeo y a los amigos que conforman esta mesa que probablemente quedará entre varones, pues un problema de salud me impide lo que el corazón desea: compartir con ustedes esta fiesta de rebeldía.

Hace 15 años deambulábamos por las calles de San Cristóbal de las Casas cerca de mil periodistas de todo el mundo. Reporteros, fotógrafos y camarógrafos de las grandes cadenas de televisión, estaciones de radio, agencias internacionales de noticias y los periódicos más importantes del mundo, sin faltar ninguno, se dieron cita convocados por la noticia de un alzamiento indígena protagonizado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. El fracaso de la supuesta modernidad salinista trajo a estas tierras flashes y micrófonos de los grandes medios de comunicación.

En febrero de 1994 asistimos atónitos a la presentación en vivo y en directo de un poblado rebelde zapatista: Guadalupe Tepeyac. Se trataba de la entrega del general multiasesino Absalón Castellanos Domínguez, prisionero de guerra del EZLN. Columnas guerrilleras en medio de miles de hombres, mujeres y niños encapuchados protagonizaron un acto con el que se interrumpió la transmisión de la telenovela en horario estelar. Era la Televisa de los soldados del PRI, la de los Zabludowkys y Raúl Velasco, la que transmitía en vivo las imágenes de la rebeldía que se alzaba contra el Estado que ellos mismos sostenían (y sostienen). Era la guerra que continúa hasta nuestros días y nadie sabía cómo comportarse ante ella (bueno, el ejército bombardeaba a la población civil y ejecutaba a indígenas maniatados). Pero en esos momentos millones de personas enlazadas en cadena nacional podían ver las imágenes en el canal de las estrellas. El gobierno y sus herramientas fueron tomados por sorpresa.

El aparato de comunicación que tan bien le había funcionado al pri durante más de 70 años estaba descontrolado. Tan no sabían qué hacer, que al más fino estilo priísta instalaron en el lujoso hotel Diego de Mazariegos una enorme e insólita sala de prensa con máquinas de escribir, fax, bocadillos y helicópteros para los periodistas. Una fórmula arcaica que les había servido, junto a los famosos sobres con el “chayo”, para controlar a la prensa.

Antes de que aparecieran las palabras del EZLN, aparecieron sus dolores, sus causas y sus muertos. Luego vendría la cascada de comunicados que en sencillas hojas escritas a máquina eran literalmente arrebatadas por los periodistas de todo el mundo. El subcomandante Marcos, jefe militar y vocero zapatista, hacía su aparición escrita y pronto la innovadora propuesta política zapatista recorrería el mundo entero.

Poco a poco los medios de comunicación tan presentes en la primera etapa de la guerra se fueron o se reposicionaron una vez pasada la sorpresa. La sangre indígena ya no fue suficiente para los canales de televisión ni para las agencias internacionales. El silencio o la mentira se apoderaron de las páginas de los periódicos, con notables excepciones.

 

Paralelamente se va conformando un movimiento nacional e internacional del que mucho se hablará en estos días de digna rabia. En este movimiento surgen entonces nuevas formas de comunicar aprovechando las herramientas que la tecnología ofrece. (Recordemos que en 1994 el uso del Internet era incipiente.) Aparece entonces, siempre junto a ese movimiento mundial que resiste al neoliberalismo, un ejército de hombres y mujeres anónimos que se toman la tarea de difundir el acontecer en el sureste mexicano. No es el EZLN el que hace uso del Internet. Creo que ni lo conocían cuando se fue haciendo una realidad y parte importante no sólo de la difusión del movimiento sino, fundamentalmente, de la vinculación de los zapatistas con otras luchas del planeta.

Con el movimiento altermundista, inspirado en buena medida por el zapatismo (aunque ellos insistan en que sólo fueron la punta del iceberg que dejó ver todo lo que estaba abajo), nacieron redes y nuevos modos de comunicarse. Indymedia es un claro ejemplo de esta otra comunicación.

Pero como no todo es Internet y en zonas rurales el acceso, cuando hay, es limitado, también proliferaron nuevas experiencias de radios comunitarias que se sumaron a las ya existentes. Radios combativas y, por lo mismo, asediadas por el Estado. Radio Insurgente, Radio Plantón, Regeneración Radio, Radio Ñomndaa y la KHuelga, por mencionar sólo algunos esfuerzos notables.

Una de las tareas de esta otra comunicación es, por supuesto, difundir la represión que los grandes medios de comunicación silencian. Pero no sólo. Si se entendiera como su única función estarían condenados sólo a la denuncia. Otra tarea es informar sobre las actividades de organizaciones y colectivos que luchan contra el capitalismo, resisten y crean nuevas formas organizativas. Aquí la función fundamental es vincular estas luchas y procurar su hermanamiento.

Pero creo que no sólo son la denuncia y la difusión de actividades las tareas de esta otra comunicación. La reflexión colectiva sobre el acontecer, sobre nuestras luchas y sobre nuestros retos también ocupan un espacio, aunque muchas veces rebasado por el diario acontecer.

Decía una amiga y compañera italiana que los medios alternativos, los que intentamos hacer otra comunicación, deberíamos ser más profesionales que los grandes medios. Estoy de acuerdo. Nuestra función no concibe la competencia, pero sí exige disciplina, formación, entusiasmo, creatividad y tiempo. Y además hacer todo esto con escasos recursos.

La otra comunicación no sólo observa y registra el movimiento. Es parte fundamental del mismo. Así es que, aunque suene obvio, no hay esa otra manera de comunicar si, primero, no hay movimiento. Creo que no puede haber otra comunicación sin otra política y otras maneras de organización. Una es consecuencia de la otra, y la comunicación no deja de ser sólo una herramienta.

Obviamente la otra comunicación no sólo es otro periodismo, que es al que me he estado refiriendo. La otra comunicación es también arte y cultura, es muchas maneras de expresión y vinculación.

Pero volviendo a lo que sería ese otro periodismo, lo mejor es que todo está por hacerse y no hay nada escrito. Son tan grandes nuestras posibilidades como nuestra creatividad y empeño. Se trata de reivindicar la figura del periodista, ese ser satánico que forma parte de la prensa vendida. Creo que podemos ser “otros periodistas” y hacer de este oficio una tarea digna. Ser de abajo, de izquierda y anticapitalista y abonar lo que nos corresponde para, finalmente, crear ese otro mundo posible.

 

Ciudad de la Habana, Cuba, a 3 de enero de 2009

Gloria Muñoz Ramírez

 

Ramallah, marzo 2002. Foto: Georges Bartoli

regresa a portada