Usted está aquí: sábado 24 de enero de 2009 Espectáculos Las “cintas del resto del mundo” aceleran el pulso de Sundance

■ Documentales o ficciones de una realidad lejana a EU abarrotan las salas de Park City

Las “cintas del resto del mundo” aceleran el pulso de Sundance

■ Aunque el énfasis del encuentro no es político, explota la inherente carga social de las historias

■ Expresiones directas o retratos de los pueblos indígenas conforman el espectro del festival

Hermann Bellinghausen (Enviado)

Ampliar la imagen Park City, donde se lleva a cabo el festival de cine independiente Sundance, se ubica en las montañas, a más de 40 kilómetros al este de Salt Lake City, capital del estado. La imagen corresponde al hotel de esquí Valle de los Venados, donde se hospedan los asistentes al encuentro fílmico Park City, donde se lleva a cabo el festival de cine independiente Sundance, se ubica en las montañas, a más de 40 kilómetros al este de Salt Lake City, capital del estado. La imagen corresponde al hotel de esquí Valle de los Venados, donde se hospedan los asistentes al encuentro fílmico Foto: Reuters

Park City, Utah, 23 de enero. En el festival de Sundance se abren paso algunas imposibilidades, cintas milagrosamente realizadas en Liberia (la escalofriante Johnny Mad Dog, de Jean-Stephane Sawaire), Burma (Burma VJ, Anders Ostergaard), Afganistán (Afghan Star, Havana Marking), Tibet (Tibet in Song, Ngawang Choepel), o los inframundos de maras y violencia en las fronteras mexicanas (Sin nombre, Cary Joji Fuknaga).

Aunque predominan las películas estadunidenses –tantas que compiten en categorías especiales–, también hay obras, o síntomas de cine alternativo del “resto del mundo” que, menos incrustado en la dimensión estelar, se permite independencia en condiciones desfavorables. Las cintas “del mundo” aceleran el pulso de Sundance y le suben la temperatura.

Afuera pasean Sting, Jack White y sus Raconteurs, Kevin Bacon, Mariah Carey, Kevin Spacey, Steven Soderbergh, Jodie Foster, Spike Lee, Denisse Richards, Ashley Judd, James Gandolfini. Todos mostrándose inteligentes y cool. Sólo Paris Hilton no tiene remedio: viene a exhibir su outfit invernal de conejita rosa y su nuevo corte de pelo.

En tanto, las salas siempre a reventar de Park City y sus alrededores exhiben documentales y ficciones que relatan o retratan zonas ignoradas y fundamentales de la realidad contemporánea.

Oportunas y convenientes

Con gran pertinencia, de Palestina llega Pommergranate and Mirrh (Nadja Najjar), el drama de Kamar, gozoza y vital bailarina en la ciudad de Ramalah, Cisjordania, que tras el día de su boda con Zaid, propietario de un olivar, se convierte en la esposa de un preso político del gobierno israelí, pues se opuso al despojo de sus cultivos por las tropas invasoras.

En la cotidianidad de la clase media cisjordana, que pugna por defender y sostener su identidad, mientras los “colonos” judíos, armados y protegidos por el ejército de su país, se “asientan” a la mala y en nombre de Dios en las tierras palestinas. “Vengo de un país en guerra”, declaró de entrada la cineasta Najjar en la presentación de Granadas y mirra (su título en castellano).

Rodada enteramente en territorio palestino, al relatar la pugna interior de Kamar entre el deseo, el deber y la lealtad, la cinta nos pasea por la ignominia del muro fronterizo, los retenes de las fuerzas de ocupación, los toques de queda, las redadas, las provocaciones, las humillaciones. Y expresa la determinación generalizada de no dejarse. En el Prospector Square Theatre, cercano al “cuartel general” del Sundance, el público celebró de manera elocuente la cinta, escrita, realizada, fotografiada y producida por mujeres en un país sin industria fílmica.

A esta pieza de resistencia palestina se agregan en los distintos foros del festival expresiones directas de los pueblos indígenas, o retratos de ellos, que conforman todo un espectro de Sundance, del mismo modo que se distingue un rubro ecológico cargado de buenas intenciones y el respaldo de algunas celebridades conscientes.

Destacan obras dramáticas como Barking Water (Sterling Harjo), clamor en un cruce de caminos de los pueblos negados de Oklahoma, o The Only Good Indian (Kevin Wilmott), “western revisionista” que trata del desarraigo “civilizatorio” impuesto por los colonizadores y las contradicciones de la “asimilación” de los “nativos” a la hora de las Guerras Indias que cimentaron sangrientamente Estados Unidos.

También el documental Wounded Knee (Stanley Nelson), acerca de la ocupación y resistencia siuox en 1973 en la reservación de Pine Ridge, y los 71 días de esa histórica “comuna” india que terminó reprimida por la policía. La hazaña del Movimiento Indio Estadunidense (AIM, por sus siglas en inglés) aconteció a pocos kilómetros del lugar donde ocurrió en 1890 una de las mayores masacres de indios, la definitiva, cuando los blancos tenían “a Dios de su lado”, como dijera Bob Dylan.

Si bien el énfasis de Sundance no es lo político, sino “las historias” en sí, al hablar del mundo, e incluso de Estados Unidos, afloran lo político, lo social, lo radical. El festival puede tener un ojo prendido en las estrellas “off Hollywood”, pero conserva al menos un pie sobre la tierra. Y otro en el futuro. Entonces, así como llegó a Sundance una oleada de ciencia ficción (que en el pasado no era el fuerte del festival) con piezas como la filosófica The Clone Returns Home, del nipón Kanji Nakajima, se hizo camino la antiepopeya inuit (esquimal) Before Tomorrow (Madeline Piujuq Ivalu y Marie-Helene Cousineau).

Batallas y resistencia

Ya suman varias cintas extraordinarias de los inuit (como El corredor más rápido). Before Tomorrow reconstruye la llegada de los europeos al territorio ancestral de ese pueblo, hoy canadiense, en el círculo ártico, hacia 1840; es actuada y producida por el colectivo Arnait, de inuit verdaderos. De modo similar, en la mexicana Corazón del tiempo (Alberto Cortés), indígenas zapatistas de Chiapas representan y coproducen una historia dentro de su resistencia.

En documentales, la nómina de filmes “de batalla” es grande. Está Crude (Joe Berlinger), sobre la resistencia de los pueblos amazónicos de Ecuador contra la trasnacional Chevron, canalizada en los “carismáticos” abogados que llevan el caso en tribunales de Ecuador y Estados Unidos. O The Reckoning (Pamela Yates), sobre el fiscal de la Corte Criminal Internacional, Luis Moreno Ocampo, y los procesos que ha seguido por las masacres en el Congo, Uganda, Darfur y Colombia.

Aunque el público también se extasie con bobadas como Heart of Paper (Nicholas Jasenovic), docufalsa ficción verdadera en la presunta intimidad de Iconos juveniles “al natural” (Michael Cera y Charleyn Yi) aprés la pedagogía de Big Brother y Facebook, no todo es pan comido en Sundance.

 
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