Usted está aquí: lunes 26 de enero de 2009 Opinión Fluir de sentimientos

TOROS

José Cueli

Fluir de sentimientos

En el marco alegre de la Plaza México que recobra su estado de ánimo, confirmó la alternativa española Miguel Ángel Perera, en tarde apoteósica con corte de orejas, rabo, salida a hombros y los gritos atronadores de ¡to-re-ro! El coso era un clamor cuando despachó al bravo toro de Xajay de una riñonuda estocada. El carácter seco, macizo, serio de los extremeños se simbolizaba en el torear del diestro de Badajoz. Un torear que fue desdoblamiento, desgarrón sicológico, cercanía permanente con la muerte, pese a estar aún recuperándose de las graves cornadas sufridas en octubre pasado en España, después de la lucha a muerte que fue esa temporada.

Quehacer torero de Perera, que fue vivencia en las sombras, malditas y temidas por ignoradas, que surgían de muy adentro. Desde las que transmitía, la variedad de sentimientos hijos de la calentura interiorizada que se transmitía al tendido y en que se percibía su magnetismo, el cual se daba y definía en un ansia de ser, divorciada del mundo desmadrado que nos tocó vivir. Torear trágico, juego con lo desconocido y magia como pensamiento de eternidad. Torero demoniaco como la más terrible visión sobre la Tierra. Lo mismo en los redondos, los pases naturales rematados debajo de la pala del pitón, los circulares de espaldas, las manoletinas o los desdenes. Todo ello con una inteligencia torera y un sitio envidiables.

Faena realizada a un toro de Xajay que traía su guasa y al que desengañó magistralmente el torero extremeño. Toro que contrastó con el encierro de Barralba; débil, sin raza, sin emoción. Salvo el corrido en tercero lugar que era una ternura de bicho. De franciscana embestida, dulce, bondadoso que embestía tan humillado que en ocasiones se tropezaba y arrodillaba religiosamente. No lo dejó ir el joven José Mauricio; vertical, se lo zumbó en un toreo diferente al de Perera, suave, aterciopelado, de son muy mexicano, tocar sin tocar interminable. La elegancia suprema de la naturalidad. Forma íntima de la holganza que graduaba el tono de la hormona en calma. Simplicidad que era perpetuidad de lo aligero. Con media en lo alto se llevó dos orejas y se colocó en los cuernos de la Luna. Y salió a hombros con Perera rumbo a Insurgentes.

 
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