Usted está aquí: viernes 6 de febrero de 2009 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Los fantasmas de Felipe

■ El paredón de la discrepancia

■ La oficina sin cabeza

Ampliar la imagen VOTO ALBIAZUL. La bancada del PAN emite su voto durante la sesión ordinaria en la Cámara de Diputados VOTO ALBIAZUL. La bancada del PAN emite su voto durante la sesión ordinaria en la Cámara de Diputados Foto: Francisco Olvera

La reconversión felipista en materia económica (de la fanfarronería a la depresión) está pasando por una aguda fase de hipersensibilidad frente a los reparos y objeciones de la oposición pejelagártica. Instalado en lo que él mismo definió en las tandas del quebrado circo de Davos como un infierno, el pretenso gobernante de México (es decir, supuesto, no que esté en etapa previa a un problema de tensión política arterial) está empeñado en confrontar lo mismo a los partidos que en el Congreso votaron contra sus propuestas de reforma energética (tratando de azuzar electoralmente a los ciudadanos de los estados donde no se construirá la famosa refinería única contra quienes le habrían impedido edificar más, cuando el citado Felipe no planeaba originalmente construir ninguna, sino entregar todo a extranjeros previamente pasados por las básculas mouriñistas) que en convertir en motivo de sus acritudes cotidianas al presuntamente debilitado e insustancial López Obrador y su movimiento protestante callejero. Felipe revanchista y obsesionado, que va por la vida protocolaria institucional echándole pleito a las bancadas legislativas no panistas o empanizadas (el Congreso dispone, pero el presunto presidente se opone, podría ser el lema de la República del Calderón Hirviente) y que se afana continuamente en mantener en primera línea de la discusión política a su incombustible fantasma personal, el tabasqueño que recorre el país con su etiqueta polémica de presidente legítimo y al que la crisis económica y el mal manejo felipista de la vertiente nacional estarían resucitando y dándole nuevas perspectivas rumbo a 2012, según el diagnóstico reciente, ajeno a partidismos izquierdistas, de The New York Times.

Ayer, el perol en aumentativo (una media esfera metálica, pero grandota, que sirve para cocer cosas) utilizó el Templo de la República, de Yunquétaro, donde recientemente le había antecedido el cardenal Bertone en la pronunciación de sermones politizados, para volver a subir a los altares de la controversia pública de primer nivel a su repudiado adversario tropical. En la lucha cotidiana de máscara contra máscara, el portador del tan impugnado fajín de campeón peso mapache (elaborado en oro de 0.59 kilates) insiste en subir al ring a quien presuntamente ha sido derrotado, descalificado y borrado del ranking de aspirantes a peleas electorales de desquite. Frente al cartel con fueros (que conste que se ha escrito sin acento: cartel), al que suele llamarse clase política, el michoacano delicadamente rudo que técnicamente preside el país se fue con todo contra aquellos malos mexicanos, virtualmente dignos de paredón, que en mala onda, ¿ves?, se atreven a conjugar el feísimo verbo “discrepar” y a practicar el deporte de alta traición a la patria, de ser catastróficos y alarmistas al hablar de la crisis económica, que el siempre optimista felipismo carstense había diagnosticado primero como catarrito y ahora acepta ya como innegable neumonía con peligro de complicaciones mayores. Felipe el Blindado dijo, sin establecer medida, ley o jurado que establezca cuándo se tocan esos terrenos que él subjetivamente condena, que se puede discrepar, “pero no deliberadamente falsear, dividir y enconar; opinar distinto, pero no atentar contra el Estado mismo”, mucho menos buscar laureles (¡Oh, César de Jesús Calderón, los que van a discrepar te saludan!) a partir de “socavar las instituciones democráticas del país”.

El paisaje surrealista del ocupante del infierno gobernante que envidia y maldice a los opositores por estar en el paraíso de la discrepancia se enriquece con las declaraciones del neoespiritista Gustavo Madero, coordinador de los domesticados senadores panistas y presidente de la directiva de la Cámara sexenal, quien hizo ayer la declaración, de múltiples interpretaciones, de que el licenciado Calderón sí está en su oficina, lo que pareciera, en un sentido, una pretensión de espantar las suposiciones populares de que Los Pinos es una oficina sin cabeza o que quien parece estar sentado en la silla principal de esa demarcación volátil sí existe y funciona de verdad y no sólo como apariencia o videojuego de terror político y económico. Sin embargo, el Madero de Xicoténcatl lo que realmente pretendía era contrapuntear las recomendaciones foxistas de que los funcionarios dejen sus oficinas para andar de promotores electorales.

Astillas

A propósito de la visita de Calderón a la capital de Querétaro, Edith Rincón reporta que “desde las 10 de la noche del miércoles ya estaban colocadas las vallas de seguridad a lo largo de las calles de Juárez y Corregidora, además de los retenes conformados por la PFP, Estado Mayor Presidencial, ejército y policía estatal. Los del ejército traían sus carros blindados para dispersar manifestantes; además, varios comandos conformados por un carro de la policía estatal seguido de tres camionetas de la municipal, llenas de elementos que estuvieron recorriendo la capital durante la noche. Desde las siete de la mañana del jueves cerraron casi todas la calles del Centro Histórico, provocando un caos vial intenso, y no contentos con eso, varios helicópteros sobrevolaron la ciudad”… Luis Arturo Jiménez se pregunta si “la noticia de que el padre Maciel tenía una pareja y por lo menos un hijo, puede ser una estrategia para ir preparando su juicio sucesorio cuyo acervo, me imagino, debe ser bastante cuantioso (…) A través de la divulgación de la existencia de sus descendientes, pueden irse acumulando notas periodísticas que actúen como presunciones que sirvan de base para la realización de maniobras jurídicas (por ejemplo, la tramitación de una información testimonial) que adminiculadas a esas ‘evidencias’ logren acreditar el parentesco y, por tanto, el derecho a heredar lo que fuera el patrimonio de ese ‘gran hijo de Dios’”… Y, mientras el IFE procesa que ha sido convertido en mero floor manager del poder televisivo, ¡feliz fin de semana, con el Banco de México alimentando directamente los todavía imparables banquetes especulativos de los bancos en su mayoría nada nacionales!

 
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