Usted está aquí: viernes 6 de febrero de 2009 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Urgentes, nuevas formas de hacer política

■ Ante el hartazgo, surgen en el PRD candidaturas ciudadanas

Ya no queda incógnita. La rebelión contra las tribus perredistas desde las bases militantes, y desde la ciudadanía de izquierda no militante, exige una nueva forma de hacer política al PRD.

Es el principio para extirpar por fin, más adelante pero no muy tarde, el cáncer del fraude que ha puesto en entredicho a todo el sistema electoral del país.

El artículo que se publicó ayer en esta sección bajo la firma de Taibo II, explica sin duda cómo el hartazgo, que no la coincidencia fortuita, ha hecho converger la percepción de que la izquierda, y no el PRD, pueden perder la capital del país a partir de las prácticas perversas de las tribus.

Y si afirmamos esto, es porque a fin de cuentas para las tribus y sus jefes mudar de escudo partidista no les preocupa mucho. Hoy son perredistas, pero mañana pueden volar al PRI o al PAN. Carecen de piso ideológico, pero no de intereses, ellos no perderían la ciudad, la perdería la gente preocupada por formas de convivencia con mayor justicia social, que sólo se pueden conseguir mediante gobiernos de izquierda.

La indiferencia que de pronto se mete, se enquista y mata la participación ciudadana en los partidos políticos parece que se detectó a tiempo en una importante porción de la población de izquierda de la ciudad, y se niega a seguir los mandatos de los jefe tribales y sus intereses.

Lanzar candidaturas ciudadanas apoyadas desde los centros libres de análisis y reflexión de los propios habitantes de la metrópoli, vigilar, desde esas mismas instancias, el paso de campañas y gobiernos, establece de facto una nueva relación que podría ser la fórmula para impulsar, con nuevos aires, esa barca varada, encadenada a sus vicios que es ahora el PRD.

Hay voces en ese partido que advierten que en el PRD las cosas siempre han sido así, que cada temporada electoral quienes no han sido señalados por el dedo del jefe de la tribu buscan la candidatura independiente, es decir, sin el apoyo de las corrientes, y siempre han fracasado, por eso no preocupan.

Pero los siempres se rompen cuando detrás de la propuesta está la idea de servicio y no la intención de dejar impune a quienes han defraudado, de todas formas, a la población, o quienes buscan el poder para hacer prevalecer sus pequeñas parcelas de poder.

Aunque no lo hace totalmente explícito, Taibo II advierte que en la delegación Cuauhtémoc hay un aspirante que se va a enfrentar a esos siempres, y con el apoyo ciudadano competirá en contra de una de las tribus más fuertes y más dañinas en el PRD, la que encabeza René Bejarano.

En otras palabras, los habitantes, o una parte de ellos, en la Cuauhtémoc, tienen un candidato que no forma parte de los denigrantes acuerdos tribales. Tomás Pliego fue escogido por ese grupo, al que nombre por nombre ya dio a conocer Taibo en su artículo, como su representante para enfrentar el dedazo y la corrupción que pretende proteger Bejarano.

Vencer las inercia es un reto más que interesante, pero extirpar la corrupción y derrotar la hegemonía es vital para un proyecto de izquierda que languidece.

Si el proyecto ciudadano triunfa, difícilmente volveremos a sufrir a un espurio manejando los espacios del país.

El jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, no debería ignorar este brote rebelde desde donde se intenta disolver la enorme carga de los grupos políticos de interés que él mismo debe sufrir, y que aletargan y desvían las intenciones de buen gobierno. Gobernar sin proyecto con la única intención de mantener los privilegios que da el poder, o para expandir la fuerza del chantaje y la impunidad, es tanto como no hacer diferencia entre las formas priístas ni las de Acción Nacional. Romper la inercia dañina sería, sin duda, una apuesta al futuro, y eso, se diga lo que se diga, es tarea del jefe de Gobierno.

 
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