Usted está aquí: sábado 7 de febrero de 2009 Opinión Una idea verdadera pero peligrosa

Gustavo Gordillo
http://gustavogordillo.blogspot.com

Una idea verdadera pero peligrosa

Desde los círculos oficiales el diagnóstico y el remedio frente a la crisis económica es el siguiente. La crisis es de factura externa, México tiene sus variable macroeconómica en orden. La crisis es menos severa que la de 1994-1995 y de esa salimos en menos de dos años. Por su lado, Estados Unidos comenzará a repuntar nuevamente a finales de este año y su economía se recuperará a principios del año próximo. Con todo lo grave que puede ser el efecto coyuntural de esta crisis en términos de empleo y caída del nivel de vida, lo que se debe hacer es prepararse para la recuperación de manera que el país pueda beneficiarse de las “oportunidades” que la recuperación económica generará. Para hacerlo lo estratégico es proponer y realizar la reformas estructurales pendientes y “profundizar” en las que se hicieron ya pero de manera parcial.

El diagnóstico y el remedio contienen graves errores. En primer lugar, todas las predicciones de organismos multilaterales así como de analistas reconocidos ven con escepticismo la posibilidad de una recuperación rápida en Estados Unidos. Los más optimistas consideran que la recuperación será extraordinariamente lenta y no antes de finales de 2010.

En segundo lugar, decir que la economía mexicana está sustancialmente sana, linda, casi en el más exhuberante optimismo maoista. El estancamiento que ya traía el país desde hace 13 años sólo recrudece los efectos de la recesión estadunidense. Por esto al analizar las medidas debe tomarse en cuenta que partimos de un nivel ya muy alto de deterioro económico y social.

En tercer lugar comparar la crisis actual con la que hubo en 1994-1995 para argumentar que saldremos muy pronto de la recesión actual transporta nuevamente errores de diagnóstico. Como lo han planteado recientemente varios analistas como Rolando Cordera en estas páginas y Enrique Quintana en Reforma, en aquellos años tuvimos una caída de más de 6 por ciento. Pero entre 1996-1998 la economía volvió a crecer a una tasa promedio de 7 por ciento. Ese espectacular rebote se debió sobre todo a la expansión que experimentaba la economía estadunidense y a la maduración del TLC que permitió un crecimiento anual promedio de las exportaciones manufactureras en esos dos años en 17 por ciento. Además del ajuste económico que operó el gobierno y que nos ha costado, como lo declaró el ex presidente Zedillo en Davos, mucho más que el rescate económico en Estados Unidos.

Reconocer dos cuestiones: que la crisis mundial va para largo y que la economía mexicana está asentada en arenas extremadamente movedizas no lleva como algunos parecerían aducir a políticas proteccionistas o a una restauración populista.

Ciertamente se requieren de reformas estructurales para sentar las bases de una recuperación económica. Pero reformas que sean apoyadas por la ciudadanía y por la mayor parte de las elites.

Estoy pensando en tres. La primera que implica al mundo del trabajo y que llevaría a establecer, en una primera fase, un seguro temporal contra el desempleo y en una segunda etapa a partir de establecer derechos sociales universales, a una política de renta básica universal.

La segunda referida a la sociedad rural y al desarrollo regional, implicaría considera al ejido y a la comunidad indígena como instancias centrales en la gestión sustentable de recursos naturales.

La tercera conllevaría impulsar la revisión de los acuerdos complementarios del TLC sobre cuestiones laborales y ecológicas en una perspectiva del largo plazo hacia una forma más integral y equilibrada de vinculación entre los tres países de América del Norte.

Decía Tocqueville que era casi tan peligroso para la moralidad humana despreciar un prejuicio por las molestias que origina, como abandonar una idea verdadera porque sea peligrosa. La idea verdadera pero peligrosa es que la recuperación económica debe estar sustentada en el deliberado propósito de resarcir el bienestar social de la ciudadanía.

 
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