Usted está aquí: jueves 12 de febrero de 2009 Mundo Tzipi Livni y Benjamin Netanyahu, tras el partido ultranacionalista Yisrael Beiteinu

■ Por los resultados en Israel, problemas para Obama y su plan de paz en Medio Oriente

Tzipi Livni y Benjamin Netanyahu, tras el partido ultranacionalista Yisrael Beiteinu

■ Aunque ambos líderes se declaran ganadores, se mantiene el empate técnico entre Kadima y Likud

Donald Macintyre (The Independent)

Ampliar la imagen El ultranacionalista Avigdor Lieberman, fiel de la balanza en Israel pese a llegar en el tercer lugar, celebra en Jerusalén El ultranacionalista Avigdor Lieberman, fiel de la balanza en Israel pese a llegar en el tercer lugar, celebra en Jerusalén Foto: Ap

Ampliar la imagen Un cartel electoral en Tel Aviv con los rostros de Livni y Netanyahu Un cartel electoral en Tel Aviv con los rostros de Livni y Netanyahu Foto: Ap

Jerusalén, 11 de febrero. Tanto la secretaria del Exterior, Tzipi Livni, como el líder de la oposición del partido Likud, Benjamin Netanyahu, se proclamaron ganadores en las elecciones generales israelíes y ambos intensificaron, este miércoles, sus esfuerzos al cortejar al populista de extrema derecha Avigdor Lieberman, del partido ultranacionalista de los judíos rusos Yisrael Beiteinu, como compañero de coalición.

Lieberman emergió como uno de los principales beneficiarios del voto del martes al obtener cerca de 15 bancas parlamentarias y un poder considerable al estar en posición de decidir quién encabezará el próximo gobierno. El líder se reunió por separado con ambos aspirantes a primer ministro en Jerusalén, sin comprometerse con ninguno de los dos.

El hecho de que se le considere indispensable pone en seria duda que cualquier gobierno que surja de este embrollo político sea capaz de negociar un acuerdo de paz con los palestinos.

El apoyo de Yisrael Beiteinu es indispensable, especialmente para Livni, quien enfrenta una batalla mucho más dura para formar un gobierno funcional, pese a la impresionante presencia de ánimo que demostró al mantener intacto a su centrista partido Kadima.

Analistas consideran que Netanyahu tiene más posibilidades que Livni de convertirse en primer ministro de Israel. Aunque ésta no sea su preferencia, probablemente él está en condiciones de formar un gobierno desde su bloque derechista, que podría tener mayoría en el Parlamento (Knesset), de 120 escaños.

Tras contarse oficialmente 99 por ciento de los votos (excluyendo sólo el voto militar y desde el exterior que serán contados en las próximas horas), Livni, quien a diferencia de Netanyahu ha prometido continuar pláticas de paz con los palestinos, había obtenido 28 de los 120 escaños de la Knesset, mientras Likud tenía 27 escaños.

Netanyahu ha dicho que poco le interesa negociar el acuerdo sobre el “estatus definitivo” de los palestinos. Es probable que Livni, a su vez, se vea muy constreñida en ese sentido si para su supervivencia política necesita de Lieberman y posiblemente, pese a que ha dicho que preferiría aliarse con Netanyahu, con el partido ultraortodoxo de extrema derecha Shass, que obtiene hasta el momento 11 bancas parlamentarias.

Sobre el pronunciado giro hacia la derecha que demostraron los resultados electorales, el influyente comentarista del diario Haaretz Aluf Benn señaló: “El mensaje de Obama sobre las nuevas esperanzas y nueva energía para el proceso de paz no llegó hasta Israel”.

Si bien Lieberman sugirió que preferiría formar parte de una coalición nacionalista de derecho, indicó que seguirá hablando con Livni, quien posiblemente ofrecerá concesiones que involucren su aspiración a reformas que lleven a un sistema de gobierno más presidencial. Livni comparte ampliamente la visión laica de Lieberman.

Al reunirse con él la funcionaria comentó: “El público decidió y estableció a quién quiere ver como primer ministro. Ésta es una oportunidad para la unidad y la promoción de temas que sean importantes también para usted”.

Sin embargo, Livni enfrenta fuerte oposición a hacer coalición con Lieberman por parte de dos potenciales aliados que necesita, aunque estén en la muy deteriorada izquierda. La agencia Ynet reportó que Ehud Barak, líder del Partido Laborista, cuya presencia en el Parlamento disminuyó hasta un número récord de 13 asientos, dijo a sus parlamentarios que ahora trabajarán desde la oposición.

Lieberman, quien quiere reducir el número de ciudadanos árabes israelíes y luchó en su campaña por una propuesta de someter a una “prueba de lealtad” a dichos ciudadanos, abandonó la coalición del gobierno de Olmert en enero de 2008, como protesta por las negociaciones que éste sostuvo con el liderazgo palestino moderado en Cisjordania.

Aunque en principio no rechaza la solución de dos estados, es muy probable que Lieberman sea un obstáculo formidable en cualquier futura negociación. También dejó claro en su discurso poselectoral que Hamas deberá ser “derrocado” por cualquier gobierno que quiera aliarse con su partido.

Si la postura de Barak se refuerza en la práctica, ello también sería un revés para la aspiración de Netanyahu de ampliar la base de su gobierno más allá de la derecha, entre otras cosas, con la esperanza de mejorar sus relaciones con la nueva presidencia estadunidense. Benn señaló que si algo lamenta el líder de Likud de su periodo como premier, de 1996 a 1999, fue no haber logrado formar coalición con el laborismo.

El analista agregó que el apoyo de la extrema derecha incrementará la presión sobre Netanyahu de “construir más asentamientos (colonias en tierras palestinas) y utilizar la fuerza. Tiene miedo de esto, aunque no sé cuánto”.

Con ambos partidos buscando urgentemente construir coaliciones que puedan unificar a la mayoría del Parlamento, voceros de Likud y de Kadima se apresuraron a descartar la idea de un premier rotatorio como el que se instauró tras la elección de 1984.

Esta propuesta pudo haber surgido del presidente Shimon Peres, fundador de Kadima y defensor de la solución de los dos estados, y sería algo que, de ponerse en práctica, podría llevar a Livni al poder cuando, la próxima semana, sea él quien escoja al líder partidario que formará gobierno en Israel.

“No habrá rotación”, aseguró Silvan Shalom, ex primer ministro de Likud a la radio del ejército. “Ese método se utiliza cuando existe un equilibrio de 60 contra 60 escaños entre los distintos bloques y ése no es ahora el caso. La victoria está clara”.

Mientras continúa el debate entre comentaristas sobre la posibilidad de un primer ministro rotatorio, el ministro de Kadima, Meir Sheetrit, dijo: “La rotación es mala, una suerte de experimento para volver cuadrada una circunferencia... Sugiero que no experimentemos con el Estado”.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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