Usted está aquí: sábado 14 de febrero de 2009 Cultura El milagro continúa

Disquero

El milagro continúa

Pablo Espinosa ([email protected])

Inicia en estallido y en erupción culmina. Jóvenes sonrientes y maestros en la ejecución musical hacen sonar sus instrumentos al mismo tiempo que bailan, giran, saltan, brincotean.

Están en la mismísima Bee-thovenHalle de Bonn. Fueron a venderle paletas a los esquimales, chiles a Clemente Jacques: fueron a interpretar una sinfonía de Beethoven en la sala de conciertos que lleva el nombre de ese compositor en la ciudad donde nació, obviamente con el público más exigente del planeta en territorio tal.

El resultado fue epopéyico. Quedaron tan maravillados los paisanos de Beethoven que en su delirio al final del concierto parecían chilenos que acababan de comprar chiles, suizos que se terminaron unas deliciosas enchiladas suizas, completas, jaimaiquinos que se refrescaron con deliciosos vasotes de agua de Jamaica, es decir que la felicidad era tal que lo real maravilloso se convirtió en sonido, porque ni las enchiladas son de Suiza ni los chiles de Chile ni el agua de Jamaica. El único que quedó en su sitio fue Beethoven: él si es de Bonn. Ah, y los cantantes, que son de la loma y cantan en llano, ya verán, cómo no. Pero ellos no viajaron a Bonn, así que no vienen al caso en esta historia.

Lo que parece cuento de hadas sucedió en la realidad y está filmado en un maravilloso documental que se titula The Promise of Music, del cineasta Enrique Sánchez Lansch y se trata nada menos que del nuevo disco de Gustavo Dudamel, pues este documental viene acompañado, en formato dvd, del concierto completo con el que la Orquesta Juvenil Simón Bolívar de Venezuela conquistó esa porción del planeta.

Producido por la Deutsche-Welle y Unitel Classica, está cobijado por el sello discográfico por antonomasia: Deutsche-Grammophon. Lo importante aquí es que, a diferencia de un primer documental que todavía no tiene distribución comercial y que deberían ver todos los mexicanos para vislumbrar un mundo mejor, este nuevo filme ya se distribuye en México (el Disquero lo compró en una tienda cuyas iniciales son Gandhi, de Miguel Ángel de Quevedo).

Está filmado en High Definition y en los sistemas de audio 5.0, 5.1 y DTS (que ciertos melómanos cábulas traducimos como Díyital Tímpani Shingueishion) y el director tiene un jonrón inmediatamente anterior: el documental titulado Rhythm is it!, que registra el trabajo social de sir Simon Rattle y la Filarmónica de Berlín con niños (y que es una maravilla de documental).

Este nuevo dvd del cineasta Enrique Sánchez Lansch fue recibido con júbilo por los críticos del Süddeutsche Zeitung, New York Times y Boston Globe y los que se acumulen esta semana. La Jornada simplemente hilvana esta nueva joya a las que ha documentado desde hace años respecto de este milagro cultural, social, democrático, un sueño convertido en realidad.

Dura hora y media, la primera media hilvana testimonios de los jóvenes integrantes de ésta que se ha convertido ya en una de las mejores del planeta, con sesiones de ensayos y los avatares del viaje a Bonn, con situaciones dramáticas como por ejemplo el seguimiento de los preparativos, concentración y afanes de una chiquita que se prepara durante semanas para debutar como primera flautista en Bonn y a la mera hora le ganan los nervios, se enferma y contempla el concierto tras bambalinas, con su carita llena de tristeza y alegría al mismo tiempo, porque como dice Gustavo Dudamel, cada uno no es más que uno más en la orquesta.

Y es que, efectivamente, el programa Acción Social por la Música tiene como propósito rescatar a miles de niños en situación de pobreza crítica, como recuerda al espectador José Antonio Abreu, el artífice de este milagro en cuyos inicios, como ha documentado La Jornada, participaron de manera definitiva los maestros mexicanos Carlos Chávez y Eduardo Mata, fundadores ellos también de instituciones valederas.

El leitmotiv del filme es una pequeñita que camina por las calles de los barrios pobres de Caracas, enfundada en pants deportivos y con sus manitas en las bolsas mientras suena el Danzón número 2 del mexicano Arturo Márquez y antes Malambo, de Alberto Ginastera, cuando al final del concierto los muchachos se calzan una chamarra con los colores de la bandera nacional de Venezuela. Y bailan.

Lo reitera Gustavo Dudamel a cuadro: “cuando todos los niños tengan la posibilidad de tener acceso a la cultura, vamos a vivir en un mundo más sensible, más maduro. La música es un arte especial: tú no ves la música, tú simplemente la escuchas y la sientes. La música es energía. Y eso al ser humano lo hace vivir experiencias que lo hacen sensibilizarse más. Y eso es lo que necesita el mundo en este momento: mucha más sensibilidad”.

En este hermoso filme tenemos entonces las historias de carne y hueso de esos jovencitos talentosos que salieron de la pobreza y conquistaron Europa que es una sociedad humanista, no la situación patética a la que nos conducen quienes quieren que sigamos el modelo gringo: consumo, mercado, dinero, cero humanos y es una de las razones por las que muchos quieren tapar el sol con un dedo y, acomplejados al fin, quisieran hallarle el “truco” a algo que es infinitamente cierto y contundente: el milagro cultural del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, que, vale la pena recordarlo una y mil veces: es un programa social, no una fábrica de nuevas figuras del star system.

Después de compartir con los niños y los jóvenes la pasión de vivir, tenemos una hora más de filme con la Sinfonía Eroica de Beethoven, el Huapango de José Pablo Moncayo, Malambo, de Alberto Ginastera, el júbilo del público alemán y el baile hermoso de los jóvenes venezolanos al mismo tiempo que hacen música.

Una música prodigiosa.

 
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