Usted está aquí: domingo 15 de febrero de 2009 Opinión La trampa afgana de Obama

Amy Goodman*

La trampa afgana de Obama

El presidente Barack Obama brindó su primera conferencia de prensa en horario central el pasado lunes por la noche. Cuando le preguntaron sobre Afganistán, respondió: “Éste será un gran desafío”. También le preguntaron si cambiaría la política del Pentágono que prohíbe filmar y fotografiar los ataúdes envueltos en la bandera de Estados Unidos de soldados muertos en Irak y Afganistán. Dijo que la estaba revisando. El periodista que formuló la pregunta señaló que fue Joe Biden quien hace varios años acusó al gobierno de Bush de eliminar las imágenes para evitar la conmoción pública por las muertes de miembros del servicio militar estadunidense. Ahora el Vicepresidente Biden prevé que un aumento de soldados estadunidenses en Afganistán implicará más bajas estadunidenses: “Odio decirlo, pero sí, creo que así será. Habrá un aumento”.

Mientras tanto, Associated Press citó recientemente un informe confidencial redactado por los jefes del Estado Mayor Conjunto en el que recomiendan un cambio de estrategia en Afganistán: pasar de la construcción de la democracia a atacar los supuestos bastiones del talibán y de Al Qaeda en la frontera entre Afganistán y Pakistán.

Y la campaña, claramente, comenzó. Días después de haber asumido la presidencia, las primeras acciones militares (conocidas) de Obama fueron dos ataques con misiles dentro de una provincia fronteriza de Pakistán, donde murieron 22 personas, entre ellas mujeres y niños.

Cherif Bassiouni pasó años yendo y volviendo de Afganistán. Es profesor de derecho en la Universidad DePaul y ex relator especial de derechos humanos de Naciones Unidas en Afganistán. En 2005, fue obligado a abandonar su cargo en Naciones Unidas ante la presión del gobierno de Bush, días después de que publicó un informe en que acusaba a las fuerzas armadas de Estados Unidos y a contratistas privados de cometer violaciones a los derechos humanos. Le pregunté a Bassiouni sobre el enfoque de Obama en Afganistán. Dijo: “No hay posibilidad de una solución militar en Afganistán. La solución es el desarrollo económico, pero no veo que eso vaya a suceder… En este momento la población no gana nada al apoyar a Estados Unidos y a la OTAN. Tiene todo para ganar al apoyar al talibán”.

El duro informe que Bassiouni entregó a la ONU en 2005 acusaba a las fuerzas armadas estadunidenses y a contratistas militares privados de “entrar a hogares por la fuerza; de arrestar y detener a ciudadanos nacionales y extranjeros sin autoridad legal ni revisión judicial, a veces durante largos periodos de tiempo; de obligarlos a desnudarse, encapucharlos y privarlos de sus sentidos, del sueño o del alimento; de obligarlos a estar en cuclillas o de pie durante largos periodos de tiempo en posiciones incómodas; de abuso sexual, golpes, tortura y de usar la fuerza hasta provocar la muerte”.

También le pregunté sobre el aumento de soldados al ex presidente Jimmy Carter, quien respondió: “Yo discreparía con Obama en cuanto al aumento de soldados, ya que esto provocaría bombardeos más intensos de pueblos y centros urbanos afganos y una gran dependencia de las fuerzas armadas. Me gustaría que nos acercáramos más, que nos adaptáramos y negociáramos con todas las facciones en Afganistán”.

Carter debe saber. El ayudó a crear lo que su asesor de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski, denominó “la trampa afgana”, tendida a los soviéticos. Esto se logró al apoyar a los mujaidines islámicos a fines de la década de los años 70 para que actuaran en contra de los soviéticos en Afganistán, creando así lo que luego evolucionó en el talibán. Brzezinski le dijo al periódico francés Le Nouvel Observateur en 1998: “¿Qué es más importante para la historia del mundo, el talibán o la caída del imperio soviético? ¿Algunos musulmanes incitados a la acción, o la liberación de Europa central y el fin de la guerra fría?” Más de 14 mil soldados soviéticos murieron y el número de afganos muertos superó el millón. Osama Bin Laden se inició con la ayuda de la operación afgana financiada por la CIA.

Bassiouni sugiere que una solución militar está condenada al fracaso y advierte que el talibán “se dio cuenta de que no podía derrotar a las fuerzas estadunidenses, entonces se metió bajo tierra. Pusieron las Kalashnikovs bajo sus colchones y esperaron. Hace un año reaparecieron. Pueden hacer lo mismo. Pueden regresar a las montañas, poner las Kalashnikovs bajo el colchón, esperar cinco años. Han hecho esto desde 1800 con todos los invasores extranjeros”.

Como me dijo Carter: “Ofrecer una mano de amistad o proponer acuerdos, no sólo a los líderes militares sino también a los radicales del talibán que están dispuestos a negociar, sería el mejor abordaje, en lugar de recurrir exclusivamente a la fuerza militar”.

¿No aprendimos nada de Irak? “En cuanto a la guerra de Irak, se acabó el tiempo para las promesas y garantías, para esperar y ser pacientes. Se han perdido demasiadas vidas y demasiados millones se gastaron como para que confiemos en el presidente para otra política que ya fue probada y fracasó”. Esas fueron las palabras del senador Barack Obama en enero de 2007. Cuando los jefes del Estado Mayor Conjunto aparentemente apuntan a más combate y menos negociación en Afganistán, debemos recordarle a Obama sus propias palabras.

* Amy Goodman es presentadora de Democracy Now!, un noticiero internacional diario de una hora de duración que se emite en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés, y en 200 emisoras en español. En 2008 fue distinguida con el Right Livelihood Award, también conocido como Premio Nobel Alternativo, otorgado en el Parlamento Sueco en diciembre.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2009 Amy Goodman.

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, [email protected].

 
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