Opinión
Ver día anteriorJueves 19 de febrero de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Danza de los millones

Partidos ricos, pobres resultados

Impunidad

E

n este año de crisis, por muy externa que sea (Calderón dixit), y en el que el dinero escasea, según la versión oficial, resulta alentador conocer que el aparato político-electoral (que incluye al IFE, Trife, FEPADE y los partidos políticos con registro) cuesta a los mexicanos cerca de 50 millones de pesos por día, sin que a cambio reciban prácticamente nada. A lo largo de este agitado 2009, pues, estas agrupaciones se comerán una nada despreciable canasta de recursos públicos cercana a 18 mil millones de pesos, sin considerar lo que esos mismos partidos se engullen en el Congreso.

El costo del financiamiento público de ese aparato político-electoral sería más que justificable, si a cambio ofreciera a los mexicanos, cada integrante en su ámbito de responsabilidad, resultados tangibles, garantías en el cumplimiento de la ley, acciones concretas en contra de quienes la violan, avance económico y social, mejoría en el nivel de vida, candidatos que en los hechos respondan a las necesidades y urgencias de la ciudadanía y no a los intereses de grupo, y, en fin, que sirviera al país.

Obvio es que no ha sido así, y la confianza ciudadana en esa estructura, en la que sobresalen los partidos políticos, sus representantes y las instancias de gobierno, desciende constantemente. La supuesta reconstrucción del IFE tras la catástrofe de 2006, no ha servido para mayor cosa, y en el caso de los partidos políticos la encuesta Latinobarómetro 2008 nos ilustra: tan sólo 33 de cada 100 mexicanos consideran que el trabajo de dichos partidos es muy bueno o bueno, ubicando a México en el octavo escalón a nivel regional. Sin embargo, la situación empeora cuando se habla de confianza ciudadana en ellos: apenas 17 de cada 100 mexicanos confía en los partidos políticos (contra 22 de cada 100 en 2006), lo que lleva al país al escalón número 12, de 19 posibles.

En 2009, casi 40 de los 50 millones de pesos que cotidianamente le cuesta a los mexicanos el aparato político-electoral se los engullen IFE, Trife y, en menor medida, FEPADE. Los partidos políticos los 10 millones restantes: 2.77 millones diarios correspondes al PAN; 1.94 millones al PRI; 1.66 millones al PRD; 833 mil pesos al niño muerde y al PVEM; 789 mil pesos al PT; 746 mil pesos a Convergencia; 699 mil pesos a Elba Esther y el PNA, y 520 mil pesos a la banda que se quedó con el PASC. Se supone que con esos dineros públicos nuestros gloriosos partidos políticos y las vigilantes instituciones electorales podrán hacer frente a los gastos de operación y a los de la elección intermedia, con candidatos surgidos por obra y gracia de las cúpulas.

Las cifras citadas no provienen de fuentes catastrofistas ni de los muy avinagrados medios de comunicación. Por el contrario, son de la propia Cámara de Diputados y su Centro de Documentación, Información y Análisis, el cual nos ilustra con la siguiente numeralia. En 2009, el financiamiento público federal para los partidos políticos con representación en el Congreso de la Unión suma 3 mil 633.07 millones de pesos, repartidos de la siguiente forma: PAN, mil 10.57 millones; PRI, 705.9 millones; PRD, 607.23 millones; PVEM, 304.1 millones; PT, 288.1 millones; CD, 272.3 millones; PNA, 255 millones, y PASC, 189.9 millones. Con todo y crisis, y ante la escasez de recursos que se presume en el ámbito oficial, ni uno sólo de los partidos políticos ha hecho el mínimo esfuerzo para reducir el voluminoso presupuesto con el que cuentan, en el entendido, dicen, que se abarató el costo electoral, “producto de la reforma electoral en materia de financiamiento aprobado por el Congreso de la Unión en 2007.

En los últimos 10 años (2000-2009), el presupuesto público para el IFE arroja un acumulado de 81 mil 690.53 millones de pesos; en igual lapso se canalizaron 10 mil 900 millones al Trife y cerca de 950 millones a la FEPADE, para sumar alrededor de 93 mil 500 millones. Sin considerar los dineros públicos destinados a estas instancias, en el mismo lapso de las arcas nacionales salieron alrededor de 30 mil millones de pesos para financiar las actividades de 16 partidos políticos que permanente y eventualmente obtuvieron registro. De ese monto, casi 96 por ciento (28 mil 350.38 millones) se canalizaron a las ocho agrupaciones que han mantenido dicho registro, las cuales, en el periodo citado, a los mexicanos han costado 7.77 millones de pesos por día, en promedio.

En esa década los ocho partidos que no alcanzaron o perdieron su representación en el Congreso de la Unión fueron: del Centro Democrático (PCD), de la Sociedad Nacionalista (PSN), Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), Alianza Social (PAS), Democracia Social (DS), Liberal Mexicano (PLM), México Posible (MP) y Fuerza Ciudadana (FC), lo que no evitó, sin mayor contribución a la patria, que entre ellos se engulleran mil 327.83 millones de pesos de financiamiento público, o lo que es lo mismo, dineros propiedad de los mexicanos.

Y ante lo que muchos pronostican para las elecciones intermedias del próximo 5 de julio, el Centro de Documentación, Información y Análisis de la Cámara de Diputados presenta sus estadísticas. Así, al conjugar el gasto público federal para las actividades electorales y el número de integrantes que conforman el padrón electoral, es posible acercarse al costo promedio por voto: si en dichos comicios vota el 10 por ciento del padrón electoral, el costo promedio por sufragio será de mil 836.44 pesos; si lo hace el 30 por ciento, el costo baja a 612.15 pesos y si milagrosamente participa el 50 por ciento, entonces se reduce a 367.29 pesos.

Entonces, ante esta espectacular danza de los millones, lo menos que la ciudadanía debe exigir es respeto a quienes pagan la fiesta y resultados concretos, no de discurso.

Las rebanadas del pastel

Con cambio, continuidad y plena impunidad para los responsables (Germán Larrea a la cabeza), se cumple el tercer aniversario de la evitable tragedia en Pasta de Conchos. Y en el exceso, el PAN a punto está de otorgar la candidatura a la presidencia municipal de San Luis Potosí a uno de esos responsables: Francisco X. Salazar, ex secretario yunquista del Trabajo en tiempos de Fox. Vergüenza debería darles a los blanquiazules.