Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de febrero de 2009 Num: 729

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El día que conocí a papá
E. M. MURCIA

Espejo de contrastes: el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera
INGRID SUCKAER

Otro Bolívar para la nueva república
HAROLD ALVARADO TENORIO

Un museo para corazones solitarios
FERRUCCIO ASTA

Para cambiar al mundo
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con PATRIZIA CAVALLI

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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El día que conocí a papá

E. M. Murcia

Madre piensa que yo no entiendo nada. Cree que no me di cuenta cuando aquel señor de bigotes gruesos vino a verla y le gritó y se gritaron. Ella piensa que no conozco a mi papá. Pero se equivoca. No sabe que el viernes pasado, mientras enterraba un camioncito en el baldío al final de la cuadra, esperando que reapareciera luego, en cualquier tierra vecina, como pasó con mi tortuga Juana, una señora flaca, de grandes ojos hundidos se me acercó pobre criatura –dijo, sacudiéndome la tierra que se me había echado encima– mira cómo te tiene esa ingrata de tu madre, y me llevó agarrado del brazo hasta una casa grande donde no recuerdo haber estado nunca antes. No entendí bien a lo que se refería cuando habló de mi mamá, pero de todas formas quise explicarle que lo que fuera, no era culpa de ella; yo soy un niño muy malo, a veces, pero ella me quiere mucho y sabe que no lo hago adrede, por eso siempre me perdona, y yo le digo que es la mejor mamá del mundo y que tengo mucha suerte de que me haya tocado a mí. He visto algunas películas en las que se llevan a los niños lejos de sus mamás, porque alguien las acusa por algo, por cualquier cosa. Claro, ellas casi siempre son señoras malas, no como mi madre, que es la mejor de todo el mundo. Pero yo siempre he tenido miedo de que nos pase eso, y más porque sé que esta calle está llena de chismosos. Yo escuché a la tía Susana decirlo una tarde que llegó a la casa con el cabello alborotado y echando lumbre por los ojos. La tía Susana es muy bonita, ella nunca dice mentiras. Por eso yo tenía miedo de que me quitaran a mi mamá, pero no me atreví a decirle nada a la señora, que no me dejó de apretar el brazo hasta que entramos en aquella enorme casa.

Me dejó parado solo en el zaguán, mientras ella hablaba casi a gritos con un hombre que parecía dormir en una silla grande, como de paja, al fondo del jardín. Yo sé que hablaban de mí y de mi mamá, yo escuché casi todo aunque algunas palabras se me escaparon de los oídos, y me quería ir porque no me gusta que la gente hable de nosotros, allá en la calle siempre están hablando de nosotros y a mí eso me enoja mucho, pero me distraje viendo el patio, era una casa muy bonita, grandota, como las que salen en las películas de rancheros que mamá me deja ver los domingos después de comer. Tenía muchas plantas alrededor del patio, a los lados de las puertas y algunas en medio, cerca de una fuente sin agua. A mí siempre me han gustado mucho las plantas, por eso el verde es mi color favorito.

La señora flaca me hizo señas para que me acercara a donde estaban ellos y fui. El hombre me miró con una gran sonrisa y me sacudió la cabeza, fue entonces cuando me dijo que era mi padre y me despidió con una nalgada, ahí supe por qué mi mamá no lo quería. No me atreví a contarle nada de esto a ella porque pienso que no me hubiera creído, ella siempre me dijo que mi papá se había ido muy lejos. Y esa noche yo quise decirle mamá, mamá, mi papá no está lejos, vive en la calle de abajo, pero fue entonces cuando llegó el señor de bigotes gruesos y me tuve que conformar con comerme una concha de azúcar rosa mientras ellos discutían en la cocina.

Mamá piensa que yo no la entiendo, y que soy muy chico para saber qué son las lágrimas. Ella no sabe que yo sé que el señor de bigotes es amigo de mi papá, y que este señor que está esperando a que nos salgamos de la casa no es malo, porque sólo está haciendo su trabajo, para que le paguen y que su familia no sea pobre como nosotros, porque alguien lo mandó a vigilar que nos saliéramos hoy mismo, antes de las siete, y no lo hace porque el quiera que nos vayamos. A mí me duele todo esto porque hoy no voy a poder ver los power rangers, y más porque a mi mamá no se le secan unas lágrimas cuando ya le salen otras. Me duele porque sé que vamos a tener que caminar mucho hasta la casa de la tía Susana, y porque mi mamá va a tener que volver a trabajar también en la tarde y yo sólo la voy a poder ver los días que logre quedarme despierto hasta las diez. Pero de todo lo que más me duele es que yo sé que todo esto es por mi culpa, y ya no voy a poder decirle a mi mamá que yo ya conocí a mi papá.