Opinión
Ver día anteriorSábado 28 de febrero de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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De México y España, otra vez
H

ace unos días dio inicio, en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (CNA), el Nuevo Festival Hispano-Mexicano de Música Contemporánea, que es una continuación de la noble tarea que en el periodo 1973-1983 condujeron y realizaron, contra viento y marea, la mexicana Alicia Urreta y el español Carlos Cruz de Castro.

El festival renace bajo la dirección de la compositora mexicana Marcela Rodríguez quien, desde ya, tiene como una de sus tareas principales la gestión de recursos, voluntades y logísticas que aseguren su continuidad, en el entendido de que, por dondequiera que se le vea (y oiga), el Festival Hispano-Mexicano de Música Contemporánea fue, y es, una muy buena idea. Vale decir que, como un primer buen auspicio, la noche inaugural del encuentro estuvo rodeada, a 26 años de distancia, por una cálida atmósfera marcada por el espíritu del como decíamos ayer.

La sesión inicial del festival no pudo ser más simbólica de su carácter binacional: el ensamble mexicano Ónix fue dirigido (con mano experta, por cierto) por José Luis Castillo, español avecindado en México. Reverso 2, del español César Camarero, contrasta lo disjunto con lo fluido a través de sutiles combinaciones tímbricas y armónicas que conducen a un final fulgurante.

For those who secretly listen, de la mexicana Georgina Derbez, se percibe como una partitura refinada e iridiscente, sustentada en sugestivos campos armónicos (reales o virtuales) y una notable congruencia entre los materiales propuestos y su ensamblaje formal. Habitada por algunos gestos que revelan la influencia de Mario Lavista, esta obra confirma a Derbez como una de las presencias más sólidas y una de las personalidades musicales más expresivas de nuestro medio.

Ónix y Castillo interpretaron también El demonio de Maxwell, del mexicano Hebert Vázquez, obra de organización muy rigurosa, como toda su música, y en la que se aprecia el control absoluto del compositor sobre sus materiales y su desarrollo. La complejidad propuesta por Vázquez no traspone, venturosamente, la frontera hacia la ofuscación o hacia lo críptico, defecto del que adolecen numerosas obras contemporáneas. La singular energía interna de la obra tiene su punto culminante en un amplio solo de clarinete ejecutado con maestría por Fernando Domínguez. La vertiente poética del concierto (sostenida a lo largo de todo el festival) estuvo a cargo de Fabio Morábito, quien pronunció algunos textos suyos, no exentos de cierto humor agridulce, sobre las orejas, los columpios y los poemas inéditos.

La directora del festival, Marcela Rodríguez, presentó Paso de peatones, obra sustentada en estados de ánimo alternos, cambiantes (¿el alto y el siga?), con una buena dinámica estructural en la que destacan sobre todo los episodios energéticos e hiperactivos. Después, José Luis Castillo dirigió el estreno de su obra Vindicación de Pierrot, que además de su referencia a Schoenberg propone, entre otras cosas, un potente trabajo físico sobre el piano y una serie de texturas instrumentales muy detalladas y diferenciadas, con atractivos momentos de puntillismo instrumental.

Sin duda, Pierrot queda más que vindicado con el sólido trabajo de Castillo en el manejo y conjunción de las sonoridades que ha creado. Este concierto inaugural del festival concluyó con La pluma de Hu, del español José Manuel López López, para una dotación más sustancial que las demás obras del programa.

El compositor propone un sugestivo desarrollo motívico arropado por sonoridades fantásticas surgidas de una inteligente instrumentación. La alternancia de texturas homogéneas y contrastantes es otro de los cimientos de la obra de López López, en cuya redacción se aprecia una sólida práctica instrumental.

Larga vida, pues, en México y España, al Nuevo Festival Hispano-Mexicano de Música Contemporánea, que esta noche a las 20 horas tiene su sesión de clausura en el Aula Magna del CNA, con un concierto electroacústico acompañado de los poemas de Myriam Moscona y Hernán Bravo.