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La banda subsidia 43% de los procesos productivos de la zona, señalan datos de inteligencia

Pobreza y corrupción, en la base del éxito del cártel del Golfo

La caída de la calidad de vida en el área incluye que niños admiren la conducta de hampones

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Un padre retorna con sus hijos a casa, el 17 de febrero pasado, cuando se enfrentaron autoridades y sicarios del bando de Eduardo Costilla Sánchez, El Coss, en Reynosa, Tamaulipas, cerca de la primaria Felipe Carrillo Puerto, donde estudian estos pequeñosFoto Ap
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Periódico La Jornada
Domingo 1º de marzo de 2009, p. 3

México ha sido tildado de Estado fallido, en parte debido a que en las ciudades fronterizas del norte, a pesar del inusitado despliegue policiaco-militar, el crimen organizado legisla con cuernos de chivo, impone y depone autoridades, cobra cuotas de protección y derecho de piso, secuestra, asesina, amenaza, extorsiona, es decir, es dueño y señor del territorio. En esta serie de reportajes que hoy comienza en La Jornada, daremos una visión panorámica del acontecer fronterizo, pero también de las causas profundas que originaron la riesgosa situación actual, donde se da la violencia sin medida y su combate sin rumbo, explosiva combinación para una realidad que difícilmente será abatida a balazos

Reynosa, Tamps. Nueve municipios de Tamaulipas colindan con Estados Unidos. Allí habitan más de millón y medio de personas, casi la mitad de la población total de la entidad. La mayoría son mujeres; más de la tercera parte de quienes viven entre Nuevo Laredo y Matamoros son pobres a secas, porque hay casi 50 mil familias en pobreza extrema. Además, anualmente llegan a esta frontera entre 150 mil y 200 mil migrantes, todos con la intención de atravesar el río Bravo. Muy pocos lo logran y el resto opta entre quedarse o desandar el camino.

Esta zona, que llegó ser considerada el granero de México por su importante producción de sorgo y maíz, y donde inició la historia de la industria maquiladora del país, a partir de la década de 1970 se transformó en el asiento de bandas de contrabandistas y narcotraficantes. Entre éstos destaca el cártel del Golfo, uno de los grupos más violentos y con mayor poderío económico y de fuego.

Capacidad de convocatoria

Agricultores empobrecidos, creciente inmigración, desempleo, bajos salarios, un añejo abandono del gobierno federal a la franja fronteriza con Estados Unidos y corrupción gubernamental han creado un auténtico caldo de cultivo para que en Tamaulipas la delincuencia florezca y se presente cada día más violenta por su capacidad de reclutamiento y los arsenales a su alcance.

El cártel del Golfo, luego de años de sangrientas disputas con bandas rivales, se entronizó en Tamaulipas y hoy es la única organización criminal que controla el tráfico de estupefacientes en esta parte del país. Además, desde hace un lustro ha extendido sus redes delictivas –con delegados y sicarios designados expresamente– por todo el litoral del Golfo de México.

A plena luz del día en toda la frontera puede verse cómo esta pandilla ha diversificado sus actividades mucho más allá del trasiego de drogas hacia Estados Unidos. Informes de inteligencia consignan que 43 por ciento de los procesos productivos de la región es subsidiado por esta banda. En otro ámbito, en el del sexoservicio, por ejemplo, todas las plazas y antros están bajo su control directo. Ni siquiera la policía osa retarlos.

Testimonios de primera mano refieren que aquí, el crimen organizado ha definido cuotas hasta para vender globos, cobra protección a empresarios de todos los ramos y controla al menos 14 bandas de polleros.

La violencia es parte del paisaje tamaulipeco. El cártel del Golfo está dividido en dos bandos desde hace dos años, de ahí los recurrentes enfrentamientos y ejecuciones entre los grupos que dirigen Eduardo Costilla Sánchez, El Coss, y Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca. A esto se añaden los choques entre narcos y agentes federales.

El más reciente fue el topón (así le llaman aquí) ocurrido el pasado 17 de febrero en Reynosa, de sicarios del bando de El Coss contra militares y agentes federales con un saldo oficial de siete muertos y siete detenidos. En la refriega se usaron granadas de fragmentación, un mortero, rifles de asalto y metralletas. La ciudad quedó paralizada y la población, aterrada, permaneció en un literal estado de sitio durante cuatro horas, tras las cuales pasó mucho tiempo más antes de recuperar algo parecido a la calma.

Si bien fue un día de extraordinaria crudeza en Reynosa, ésta es una frontera que desde hace tiempo se habituó a ver de todo. Incluso sus niños de nueve a 14 años están familiarizados con los términos mota, coca, chetas, piedra, bolas, que designan distintos tipos de drogas. También con otros vocablos como ejecutar y tabletear, como se le dice a un homicidio y a una ráfaga de balas, según el caso.

En Tamaulipas, el promedio anual de homicidios dolosos –como se denomina a las ejecuciones– fue de 250 entre 2000 y 2004. Sin embargo, tan sólo en Nuevo Laredo durante 2005 se registró esa cantidad de asesinatos, todos vinculados con el hampa.

Ejecuciones y vida cotidiana

De Matamoros a Nuevo Laredo “siete de cada 10 hogares registran violencia intrafamiliar; ocho de cada 10 familias posee al menos un arma de fuego; 90 por ciento de los niños de entre nueve y 14 años perciben las ejecuciones como una situación común de la vida diaria; se estima que dos de cada 10 inscritos en el nivel escolar básico desea ser contratado como sicario cuando crezca; uno de cada siete sabe manejar un arma, de fuego o blanca; dos de cada 10 ven en el narcotráfico una opción de vida y desarrollo”, señalan informes militares a los que tuvo acceso este diario.

Efraín Hernández, representante del Instituto Tamaulipeco de la Juventud en Matamoros, ejemplifica: “los jóvenes dicen: ‘quiero ser como mi vecino que trae 4 o 5 celulares; tiene 21 años y un chorro de lana’. Se crean ese paradigma y todo el día quieren ser un ciudadano con celulares, ropa de marca y una camionetota”. Eso es en lo que ha sembrado el crimen organizado en esta frontera.

La violencia ha propiciado también que funcionarios municipales y empresarios de Reynosa y Matamoros con alta capacidad económica trabajen de día del lado mexicano y al anochecer crucen la frontera para dormir en ciudades como Brownsville o Mc Allen, Texas.

Miles de habitantes de Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, donde se localizan los puentes internacionales, hacen lo contrario: de día trabajan o estudian en Estados Unidos y de noche regresan.

Esta zona constituye una enorme puerta aduanal de América: por aquí circula más de 40 por ciento de las exportaciones e importaciones entre México y Estados Unidos. También es uno de los principales puntos para el tráfico de drogas, personas, vehículos, todo tipo de armas y parque.

Informes militares estiman que en esta frontera se guarda o lava casi 30 por ciento de los recursos que obtiene el cártel del Golfo por vender droga en Estados Unidos, cuyo monto exacto se desconoce.

En enero de 2006 se instauró la llamada Operación Conjunta Tamaulipas-Nuevo León y el gobierno envió más de mil soldados y 700 agentes federales para combatir a la delincuencia. De Reynosa a Nuevo Laredo hay 272 kilómetros de distancia.

La sociedad paga los platos rotos de la inseguridad; está en medio. Hace 13 años, si no te metías, no tenías problemas. Los ajustes de cuentas eran entre ellos. Ahora se meten con la sociedad. Estamos fuera de control gubernamental, afirman Rebeca Rodríguez Gómez y Juan Manuel Cantú, representantes del Centro de Estudios Fronterizos y de Promoción de Derechos Humanos.