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Ópera de Mozart en el Teatro de la Ciudad

Un Don Giovanni pobre en calidades musicales
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de marzo de 2009, p. 7

En el Teatro de la Ciudad se representa breve temporada de un nuevo montaje de Don Giovanni, de Wolfgang Amadeus Mozart, como banquete inicial de la edición conmemorativa del primer cuarto de siglo del Festival de México en el Centro Histórico.

Es una ópera de Mozart pero sin Mozart. Es decir, que el resultado es una producción rica en recursos escénicos, pero pobre en calidades musicales.

No se escatimaron gastos en la contratación del elenco ni en los enseres escenográficos, con resultados magros empero en la lectura estética del asunto.

Está lejos del espíritu mozartiano la dirección musical de una eminencia, el británico Philip Pickett, experto en el repertorio barroco y aquí tendiente a fraseos arbitrarios y a trazar en el foso de la orquesta un rumbo distinto de lo que sucede sobre el escenario.

Algunos atisbos de gozo escénico

De hecho, la idea de reducir la dotación orquestal a la época mozartiana parece obedecer más a la necesidad de adaptarse a las malas condiciones del Teatro de la Ciudad, que no está diseñado precisamente para montajes operísticos y resulta en primerísimo plano la sección de cuerdas, que desmerece de manera constante. Solamente hasta la mitad del segundo y último acto remonta la situación y parece empezar lo mozartiano… cuando la ópera termina.

El equilibrio en la elección del elenco es más evidente en el papel protagónico: al cantante en cuestión más parece que le aplicaron casting que un examen musical, de manera que en la escena de la cena (ena ena) se parece más al actor del filme Psycho que al personaje de Lorenzo Da Ponte.

Esa tendencia a espejear el lenguaje cinematográfico también se muestra de cuerpo entero en la fiesta sexual que recuerda a la escena del filme Ojos bien cerrados, de Stanley Kubrick, con la pequeña diferencia de que el cineasta supo plasmar la atmósfera inquietante, pero sobre todo la profundidad filosófica del texto de Arthur Schnitzler (Traummnovelle).

Si en el desempeño musical está ausente el desenfado, la transparencia, la gracia, pero sobre todo el misterio, elementos profundamente mozartianos, la parte teatral de este Don Giovanni se queda en la caricatura del Don Juan de Casanova, en la moralina y no en la moral, que es el tema ético de la pareja Mozart-Da Ponte: una reflexión a fondo sobre los elementos pulsores Eros-Thánatos.

El intento de aggiornamiento de Don Giovanni como un metrosexual, o un narcisista o un abusador, derrapa junto con la interpretación musical, equivoca el rumbo, ignora el verdadero contenido de esta obra maestra pero finalmente ofrece algunos atisbos de gozo escénico, pequeños momentos de lucimiento canoro y harta diversión.

Todavía quedan dos funciones por representarse, el jueves 19 y el domingo 22, en el contexto del Festival de México en el Centro Histórico, versión 25.