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Ver día anteriorJueves 19 de marzo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Respuestas a la crisis
A

mérica Latina se enfrenta a una crisis económica mundial que afecta su dinámica. Durante cinco años (2003-08) la región aprovechó el auge internacional creciendo a tasas altas: los diez países con economías más grandes crecieron en promedio al 5.1 anual entre 2000 y 2008, pero algunos aprovecharon mejor las circunstancias favorables: Chile, Colombia, Costa Rica, Perú y República Dominicana consiguieron tasas anuales promedio superiores a 5 por ciento. México, en cambio, desaprovechó sus enormes ventajas creciendo en promedio sólo a 2.6 por ciento, el menor crecimiento de esos diez países.

En ese periodo las exportaciones latinoamericanas se incrementaron en volumen y en precio. Los términos de intercambio, es decir, la relación entre el precio de lo que exportamos y el precio de lo que importamos, fueron favorables para la región. El endeudamiento externo de los gobiernos de la región también se redujo, lo que en la mayoría de los países significó una ampliación de la capacidad fiscal de los estados para actuar para mejorar las condiciones de vida de sus poblaciones. En México a la reducción de la deuda pública externa correspondió una ampliación de la deuda interna.

Durante esta década, las remesas de los migrantes latinoamericanos fueron un apoyo importante para muchas familias. En algunos países el monto de estas remesas llegó a representar casi tres puntos porcentuales del PIB, permitiendo que la pobreza disminuyera. En la región los organismos financieros internacionales, que en los años ochenta y noventa habían conducido las reformas neoliberales que privatizaron casi todos los ámbitos de la acción estatal, prácticamente desaparecieron luego que Argentina y Brasil prepagaron sus deudas con el FMI.

El capital extranjero que había ampliado sus áreas clásicas de intervención, para hacerse cargo de la producción de petróleo y gas, así como la extracción de minerales, fue retirado paulatinamente por la decisión de gobiernos democráticos. En general, los fundamentos económicos de los países de la región son mucho mejores que en otras crisis: ha habido crecimiento, los precios en general se han incrementado a tasas ligeramente superiores a las de los países desarrollados, el resultado de las cuentas fiscales ha estado muy cercano al equilibrio, las cuentas externas están en niveles adecuados.

Con la crisis la región está enfrentando una disminución sensible de su crecimiento que sólo podrá acotarse por políticas públicas contra-cíclicas. La determinante fundamental para instrumentar estas acciones está en la disponibilidad de recursos. La hacienda pública puede ser una fuente suficiente de estos recursos cuando se trata de estímulos que se generan a través del gasto o con reducciones tributarias, o bien hará falta acudir a las reservas en el caso de operaciones en dólares. Por supuesto, también tiene que considerarse la situación de los sistemas financieros locales y de la ubicación de las importaciones en la oferta global.

En un documento reciente (La reacción de los gobiernos de América Latina y el Caribe frente a la crisis internacional), Cepal ha presentado un cuadro sintético de las medidas de política económica anunciadas por los gobiernos latinoamericanos hasta hace un mes. En él es posible comparar las acciones gubernamentales en cinco ámbitos: política monetaria y financiera, política fiscal, política cambiaria y de comercio exterior, políticas sectoriales y políticas laborales y sociales.

Destacan las medidas brasileñas, entre las que se cuentan un incremento al salario mínimo de 12 por ciento, ampliación del seguro de desempleo, facultades al banco central para intervenir las instituciones financieras, la inversión pública se amplía para acelerar el crecimiento, reducciones impositivas, apoyos extraordinarios al sector agrícola y a la construcción de vivienda, créditos directos otorgados por las instituciones estatales para compras de inmuebles. En contraste, el plan mexicano también sobresale pero por sus limitaciones, lo que acredita la calidad de la gestión gubernamental. El problema no es que nuestro gobierno está reprobado, sino que su incapacidad nos afectará a todos.