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Rompió la maldición de los púgiles: vivió tranquilo sus últimos años

Murió Raúl Ratón Macías, el hijo consentido de Tepito
 
Periódico La Jornada
Martes 24 de marzo de 2009, p. a43

Raúl Ratón Macías, quien falleció de un paro respiratorio este lunes, a los 74 años de edad, fue para muchos el máximo ídolo del boxeo mexicano.

Arturo Macías, hijo del legendario boxeador, informó que su progenitor dejó de existir a las 20 horas de ayer en el hospital 20 de Noviembre, después de estar internado dos semanas y de ser sometido a dos intervenciones quirúrgicas en el intestino.

Tuvo una carrera corta, de sólo 40 peleas, pero se metió de lleno en el ánimo popular. Además se codeó con personajes como Pedro Infante, María Félix, Cantinflas y Agustín Lara, y paralizó al país cuando conquistó el título mundial de peso gallo.

Macías nació el 28 de julio de 1934 en el barrio bravo de Tepito. Dos de sus hermanos mayores se dedicaban al pugilismo, por lo que Raúl desde pequeño se metió al gimnasio y ahí se ganó el apodo que lo marcaría de por vida: Había un peso completo que pesaba 120 kilos y yo tenía que saltar para pegarle. Era muy lento y me le metía por debajo de las piernas y le daba sus nalgadas. Mis mánagers decían, mírelo, si hasta parece un ratón.

Fue boxeador amateur y participó en los Juegos Panamericanos de 1951, donde consiguió bronce, pero en los Olímpicos de Helsinki 1952 quedó en sexto lugar. Me robaron la pelea (en favor del ruso Genaddij Garbussov) y aquí en México se armó un escándalo. Me recibieron como si hubiera ganado la medalla.

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Raúl Macías se codeó con famosos artistas, pero también se ganó el cariño de los aficionadosFoto Notimex

Su primera pelea profesional fue el 10 de noviembre de 1952, y desde entonces su ascenso fue en grande, ya que siempre peleó con llenos donde se presentó. Menos de un año después, el 17 de octubre de 1953, conquistó el título nacional de peso gallo y ya era un auténtico ídolo.

“En los años 50 gocé del cariño de las abuelitas y todas prendían veladoras para que ganara. Luego me las encontraba en la calle y les decía: ‘ay madrecita, el día que no me puso veladora me rompieron la maraca’”.

Entonces acuñó la famosa frase: Todo se lo debo a mi mánager y a la Virgencita de Guadalupe. La verdad eso de que todo se lo debo a mi mánager es de Tomás Castillo, pero lo de la Virgencita sí es mío.

Paralizó al país el 9 de marzo de 1955, al conquistar el cetro mundial en San Francisco, donde se impuso por nocaut al tailandés Chamrern Sonkitrat.

Se retiró joven, a los 24 años, en 1959, ante 17 mil fanáticos en la Arena México. Al contrario de otros ídolos del pugilismo, vivió tranquilo sus últimos años.