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Esa tendencia en la familia del poeta y Sylvia Plath es de carácter genético, aventuran

Muchos rotativos alimentan el mito del suicidio como fantasma que persigue a Ted Hughes
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La poeta Sylvia Plath con su hijo Nicholas
 
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de marzo de 2009, p. 4

El suicidio de Nicholas Hughes, hijo de los poetas Ted Hughes y Sylvia Plath, ha sido cubierto por varios medios desde una óptica amarillista, pues aventuran que este suceso confirmaría una especie de maldición sobre la familia, luego de que la propia Plath se quitó la vida en 1963, criticaron este martes los principales diarios británicos.

En vez de resaltar los logros de Nicholas Hughes como notable investigador de la fauna marina de Alaska, muchos rotativos han caído en la tentación de alimentar el mito del fantasma que sigue a Ted Hughes, quien durante muchos años fue denostado –sobre todo por organizaciones feministas– por haber supuestamente provocado el suicidio de su mujer con sus infidelidades.

La historia que diversos medios se han dedicado a explotar para el escándalo comenzó en febrero de 1963, cuando Plath, deprimida por el rompimiento con su esposo y en medio de un crudo invierno, tomó la decisión de quitarse la vida dejando abiertas las hornillas de la estufa, en su casa de Londres.

Sin embargo, antes de hacerlo tomó la precaución de sellar con toallas mojadas la puerta de la cocina, para no afectar a sus hijos Nicholas y Frieda, de uno y dos años de edad, respectivamente, a quienes dejó abrigados y dormidos en el cuarto de al lado, y con galletas y un vaso de leche para cada uno. A pesar de toda la atención mediática que recibió el caso, Hughes mantuvo oculta la verdad a sus hijos hasta que éstos llegaron a la adolescencia.

Seis años después, como si se tratara de una pesadilla recurrente, la compañera del escritor, Assia Wevill –quien en su momento fue esposa de su amigo el poeta David Wevill–, se quitó la vida de la misma forma que Plath: intoxicándose con gas, sólo que en esta ocasión también murió la hija de Ted y Assia, Shura.

Interés por el escándalo

A causa del dramatismo de la historia familiar –que incluso fue llevada al cine en 1993–, muchos de los comentarios giran más en torno de los suicidios que del talento literario de Sylvia Plath o su ex esposo, quien murió de cáncer en 1998.

Un amigo de la poeta, el crítico Al Alvarez, lamentó en declaraciones al diario británico The Times: Me encantaría pensar que la fascinación se debe a que Plath es una gran escritora, porque lo es. Pero no sería cierto. Se debe a que la gente está locamente interesada en el escándalo y el chisme.

Por otra parte, el suicidio de Nicholas Hughes, quien fue recordado por su hermana Freida como una persona amable y un amigo fiel a pesar de los caprichos de la vida, reavivó la polémica sobre si las tendencias autodestructivas pueden ser hereditarias.

Aunque la depresión sí puede ser un rasgo hereditario en cierta medida, el suicidio es un evento mucho más complicado que una simple cuestión de genética, pero hay evidencia de que si un miembro de tu familia se quitó la vida, puede haber un riesgo mayor de que tú lo hagas, comentó a The Times el director de la organización de ayuda sicológica Mind, Paul Farmer.

Al respecto, el diario The Independent consideró que si hay familias que parecen tener predisposición al suicidio, incluso de una generación a otra, se debe a factores sociales y no genéticos.