Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 29 de marzo de 2009 Num: 734

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Encuentro iberoamericano de poesía Carlos Pellicer
JEREMÍAS MARQUINES

Dos poemas
KIKÍ DIMOULÁ

Veinticinco años larvados
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

Crónica de una migración El caso Querétaro
AGUSTÍN ESCOBAR LEDESMA

Imagen de Julio Cortázar
IGNACIO SOLARES

Cortázar y la mermelda
EMILIANO BECERRIL

La literatura como un viaje emocional
JUAN MANUEL GARCÍA entrevista con SANTIAGO RONCAGLIOLO

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
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Directorio
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Luis Tovar
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Peliculeando en Guadalajara (I DE III)

Estas líneas son escritas cuando a la vigesimocuarta edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara le faltan escasos dos días para concluir. En el orden que parece ser correspondiente a la importancia que se le asigna a cada una, las principales secciones del festival son las siguientes cuatro: Iberoamericana en competencia, Mexicana en competencia –se sobreentiende que en ambas se trata de largometrajes de ficción–, Documental iberoamericano en competencia, y finalmente Documental mexicano en competencia. Trece filmes componen la primera de dichas secciones, catorce la segunda, igualmente catorce la tercera y trece la última. A esto debe sumarse la friolera de dieciocho secciones más, incluyendo largometraje mexicano de ficción fuera de competencia, el homenaje internacional que suele hacerse –en este caso, dedicado al colombiano Víctor Gaviria (La vendedora de rosas, Sumas y restas)–, el Panorama cinematográfico del país invitado –la siempre querida Colombia–, así como tres apartados que bien podrían conformar uno solo, dado el tipo de propuestas que en ellos se ofrecen: uno llamado Espejos y ventanas, otro es Puntos cardinales y el tercero es Corrientes alternas.

Año tras año, la otrora Muestra de Cine Mexicano no ha hecho sino crecer lo mismo en la cifra de filmes que en la de asistentes, así como en el número de eventos alternos –conciertos musicales, presentaciones de libros, conferencias, una sección de mercado, pachangas, etecé–, fenómeno que Unoscuantos ve con no muy buenos ojos, si bien no por ello deja de aprovechar esa diversidad para armarse su muy personal versión del festival, ya sea que su decisión consista en ver al menos una película de cada sección, muchas o todas de alguna de ellas o nada de ninguna, prefiriendo honrar con su indispensable presencia muchos o todos los reven y quedando, por consiguiente, incapacitado para ver y entender al otro día alguna película, pero eso sí, listo para la siguiente barra libre.

MEOLLANDO

Más allá de crudas y desmadres queda el cine y, a fuer de objetividad, es preciso señalar que de éste, por mucho que el ficg no pare de crecer, la parte más relevante, la que el grueso del público busca, sigue siendo la que le dio razón de ser hace ya casi un cuarto de siglo. Sin importar el estado de salud en que se encuentre, es el largometraje mexicano de ficción lo que, a ojos del público, pareciera seguir siendo el sine qua non del festival, su principal rasgo distintivo. Al respecto, todo indica que para la gran mayoría no es relevante el hecho de que no es aquel género cinematográfico, sino muy otros, los que en años recientes han dado mayores testimonios de calidad reconocible y reconocida a nivel internacional, traducida en toda suerte de premios. La más sucinta revisión del pasado inmediato arrojará como resultado que entre cortometrajes de ficción y documentales no sólo suman más galardones obtenidos, sino que éstos tienen más valor o, al menos, son más rimbombantes. Es como si a Todomundo le diera lo mismo que ese par de “hermanos menores” se la pasen gane y gane, y ya pueden llenar sus vitrinas con Palmas, Osos, Conchas, Leones e incluso Arieles y Mayahueles, según esto jamás será lo mismo que si una película –como si un documental no lo fuera también, o un corto–, como si se tratara de la selección mexicana de futbol, por fin gana algo de a de veras.

Tanta porfía en que el así considerado “hermano mayor” finalmente demuestre un nivel de calidad y una consistencia de las cuales lleva años careciendo, da qué pensar y permitiría llenar una plana de preguntas. Aquí se apuntan sólo algunas: ¿Será que en la ya demasiado remota –cronológica, técnica, social y económicamente– época de esplendor cinematográfico mexicano, los que rifaban eran los largos y nada más que ellos, y por consiguiente a nadie se le antoja pensar que una cinematografía no se compone exclusivamente de películas , en el muy limitado sentido mercadotécnico del vocablo? ¿Será que cualquier otro formato y género jamás serán considerados ya no se diga seriamente, sino al menos con un poco de respeto por la mayoría de los distribuidores y los exhibidores? ¿Será una total insensatez imaginar siquiera la posibilidad de no trillar todas y cada una de las huellas que se dan en todas las cinematografías de todo el planeta, en el sentido de buscarle por otro lado; en el sentido de no seguir un modelo establecido como si fuese ley divina?

Dispareja como dentadura de anciano, la calidad de los largos de ficción mexicanos en competencia este año en Guadalajara hace aún más pertinentes las anteriores preguntas.

(Continuará)