Opinión
Ver día anteriorLunes 30 de marzo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el otro lado

México, ahora sobre las pensiones

H

ace unos días en una estación de radio que transmite desde la capital mexicana, en uno de tantos programas sobre cuestiones de negocios, dos jóvenes comentaristas expresaron la necesidad de que se legisle para que los fondos de pensiones puedan ser manejados por instituciones financieras privadas y de paso se relajen las reglas que rigen esos fondos. Quizás egresados de una escuela de negocios en la que la enseñanza sobre las virtudes del libre mercado es materia esencial y obligada, su mayor preocupación radicaba en la necesidad de dar a esos fondos la oportunidad de competir en el mercado de riesgos para aumentar sus rendimientos.

Por lo visto no saben lo que ha ocurrido en el ancho mundo de las finanzas, o por conveniencia prefieren ignorarlo. A los ahorradores del mundo entero, particularmente a los de Estados Unidos, les ha costado miles de millones de dólares la laxitud en la regulación financiera, la devoción al libre mercado y haber depositado sus fondos de retiro en el casino del mercado de riesgos. Muchos de esos ahorradores han perdido la posibilidad de un retiro digno, gracias al fraudulento manejo que de sus ahorros hicieron quienes pensaron de la misma forma en que ahora lo hacen nuestros jóvenes comentaristas de negocios.

También ignoran, o pretenden hacerlo, que en el segundo acto de este magno fraude los contribuyentes pagarán buena parte de los capitales que algunos de esos especuladores se apropiaron. Día con día se sabe de nuevos fraudes, cuyo monto se suma al astronómico déficit fiscal de EU.

Para colmo, quienes con su pésimo manejo de los fondos privados han propiciado tamaña debacle, han sido recompensados con millonarios bonos por su buen desempeño. Aunque el total de esos bonos sea una cantidad pírrica, comparada con el monto del desfalco, y el manejo noticioso se preste a una distracción del verdadero problema, es una afrenta para quienes de quedaron en la ruina.

En momentos en los que todo mundo se pregunta cómo arreglar este magno desbarajuste y establecer las medidas necesarias para evitar que vuelva a suceder, cabe preguntar a los jóvenes comentaristas de negocios de la radio de nuestro país en qué institución mal leyeron a Adam Smith, y peor aún, se olvidaron de lo que es el más elemental sentido común.

Una vez más ciertos sectores de nuestra sociedad insisten en imitar lo que sucede al norte de nuestra frontera, tarde y equivocadamente.