Opinión
Ver día anteriorLunes 30 de marzo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Se le acaba el tiempo al PRD

Pudrición o transformación en el horizonte

P

arte del dilema que ahora se presenta para el PRD, y que ya esbozó públicamente Marcelo Ebrard en declaraciones hechas durante su reciente visita a Washington, es qué hacer con ese partido cuando todos los diagnósticos sólo le conceden vida hasta la próxima elección.

No es nada simple. Ninguna de las tres organizaciones políticas más importantes del país sabe con certeza cuál es su camino. Se parecen tanto la una a la otra, son tan similares en su actuar, en su prometer, que la apuesta ahora es tener el dinero suficiente para comprar votos, y como ingrediente extra, pero no decisivo, que los candidatos le gusten a la gente, es decir, que cuenten con atributos físicos que puedan ser aprovechados por la televisión.

De cualquier forma los tres partidos saben, con certeza absoluta, que la situación actual no puede resistir mucho más tiempo, principalmente porque la fatiga de la gente debido a la carga neoliberal que ha soportado durante el pasado cuarto de siglo, y un poco más, hace cada vez más excesivo el gasto electoral, y las facturas a pagar terminan por convertirse en cadenas pesadas que no permiten el accionar libre de los que compran el poder.

Ebrard puso el dedo sobre la llaga respecto del PRD, pero tanto en el PRI como en Acción Nacional hay fuertes complicaciones para alcanzar las cifras que requiere una planilla de candidatos competitiva, y en la que se establezcan los menos compromisos posibles.

El PRD requiere cambios, pero hay quienes aseguran que lo que necesita es morir para darle paso a una nueva organización sana, donde las tribus no sean el eje político por donde deben transitar las decisiones de los gobernantes.

Al contrario de las versiones que quieren hacer suponer que el triunfo de la elección interna fue para la tribu de René Bejarano, y con ello salpicar el nombre Andrés Manuel López Obrador, a quien sí consideran ganador, el resultado de la medición de fuerzas perredistas tira hacia otro lado.

Desde la jefatura de Gobierno se han tomado las riendas de ese partido; es por eso que con tanta seguridad Marcelo Ebrard habla de su recomposición, tiene las riendas en la mano, pero la pregunta es urgente: ¿hay tiempo para tal cosa?, ¿no sería mejor dejar el cascarón a los maestros del affaire sucio e iniciar el nuevo camino? Total, como pasó ya alguna vez, el PST murió podrido.

Por eso ahora, en el horizonte partidista campean cuando menos dos opciones: transformación o pudrición, o bien, pudrición para lograr la salvación. Sea como sea, hay quien apuesta a que la siguiente elección presidencial será para quien logre establecer nuevas formas de organización partidista que no repitan los vicios de corrupción que engendró la democracia neoliberal.

En el PRD todos están de acuerdo con los diagnósticos; todos tienen, a fin de cuentas, una idea de cómo reconstruir su partido o de cómo velarlo, para después del entierro surcar nuevos rumbos para la izquierda. Lo malo es que muy pocos quieren hacerlo. Allá ellos.

De pasadita

Pese a un desempeño gris en su labor, Óscar Guerra Ford será relecto en la presidencia del organismo encargado de transparentar la información oficial en el DF. Lo malo es que la señora María Elena Pérez-Jaén, alias Pérez Zermeño, o al revés, le tiene pisada la sombra. Hace unos días lo amenazó frente a un grupo de empleados de sacarle sus trapitos al sol. ¿A qué se referiría? Ya veremos.