Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 5 de abril de 2009 Num: 735

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Partitura para La de Mí
GABRIEL LOPERA

Jardines bajo la lluvia
KOSTAS STERIÓPOULOS

De la Edad de Oro...

La fenomenología: la filosofía del siglo XX
ÁNGEL XOLOCOTZI YÁÑEZ

La necesidad de la fenomenología
(Dos fragmentos)
EDMUND HUSSERL

“Mi obra constituye un solo poema”
JAVIER GALINDO ULLOA entrevista con MARCO ANTONIO MONTES DE OCA

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Hugo Gutiérrez Vega

LA OPINIÓN PÚBLICA Y LA MASA DE CONSUMIDORES
DE INFORMACIÓN (I DE VIII)

Afirma W. J. H. Sprott en su libro La opinión pública, que “es difícil expresar, en términos exactos, qué significa opinión pública”. La dificultad consiste, asegura dicho autor, en encontrar “la manifestación coherente de ciertos tipos de opinión mantenidos por la misma gente durante un largo o corto período”. En una sociedad clasista, el público se encuentra profundamente dividido y las clases sociales manifiestan, generalmente, los puntos de vista que favorecen sus intereses. Una realidad dividida en clases que presentan actitudes irreconciliables, no nos puede ofrecer la imagen homogénea propia de los pensadores de la etapa iluminista. Ahora, vista ya con la indispensable perspectiva histórica, la posición iluminista se inscribe en el cuadro general de una agitación social, que produjo una entusiasta fe en el futuro de la sociedad civil. Para el iluminismo, la vida social organizada por la burguesía naciente iba a crear las formas por las que transcurriría, sin graves dificultades, la opinión de un público que estaba de acuerdo con lo que proponían los organizadores de la nueva sociedad, pero que deseaba, también, exponer sus discrepancias con algunas de las tácticas propuestas y manifestar sus puntos de vista sobre el desarrollo de los cambios sociales. Las complejidades de la sociedad de masas y del desarrollo industrial, así como la lucha de clases provocada por el sistema capitalista, no formaban parte de la visión iluminista que hizo del salón de asambleas populares una hermosa metáfora del mundo.

En nuestro tiempo, la redefinición del concepto de opinión pública se ha ligado a una buena parte de los estudios sobre los efectos sociales de la comunicación masiva.

La sociología estadunidense, salvo contadas excepciones, se ha orientado hacia el análisis de estadísticas, así como a la realización de muestreos, encuestas, entrevistas, etcétera, que tienden, de una manera primordial, a establecer los rasgos esenciales del impacto que los medios producen en los habitantes de un país regido por las leyes del consumo, y en el que se dan las relaciones de producción que caracterizan al sistema capitalista. El proyecto de los medios de comunicación colectiva, en la sociedad estadunidense, busca uniformar la llamada opinión pública, reforzar las pautas de conducta sobre las cuales se sustenta el edificio del american way of life, apuntalar las bases, cada día más oníricas, del american dream y acelerar la llegada del sistema de control absoluto de la sociedad. (Digo esto corriendo el riesgo de ser motejado de apocalíptico.) Los residuos activos de la tradición liberal anglosajona son ya el único valladar que opone resistencia al avance de las huestes del hermano mayor de 1984, todavía vivas como amenaza.

Un buen número de comunicólogos estadunidenses se limita a aceptar las formas de funcionamiento de los medios y a proponer algunas medidas tendientes a acrecentar su eficacia. Su postura acrítica les impide llevar a cabo un análisis profundo de los efectos sociales de los medios, y los obliga a integrarse por completo a la maquinaria financiera e ideológica que está detrás de la gigantesca industria de la información, la opinión y la evasión.

(Continuará)

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