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Tragedia y cornada sufre Uceda Leal
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de abril de 2009, p. a38

Tras el incidente de la semana pasada en Huamantla, donde el delegado de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, Domingo López, fue destituido por no acatar la orden de las asociaciones de matadores en el sentido de no permitir que tomara la alternativa el joven Luis de María, éste volvió a coger la borla del doctorado anteayer en Texcoco, donde hizo el paseíllo en compañía de Rafael Ortega y Luis Ricardo Medina Pasión Gitana para matar un encierro de Pepe Garfias.

Ortega cumplió sin pena ni gloria ante su lote, el enigmáticamente apodado Pasión Gitana oyó pitos en su primero y un aviso en su segundo, mientras el de la alternativa salió a saludar al tercio luego de liquidar al primero de la tarde, y le cortó la única oreja del festejo al sexto y último. El muchacho inició su trasteo por la derecha, sin darse cuenta de que por el pitón contrario el novillo era mucho mejor. Y cuando al fin lo descubrió, entusiasmó a los asistentes con algunos naturales de excelente factura.

En Madrid, entre tanto, ocurrió una tragedia cuando Pedro Uceda, padre del diestro José Ignacio Uceda Leal, falleció el sábado después de ayudar a su hijo a preparar el traje de luces, los capotes, las muletas y las espadas para el compromiso que éste tenía ayer en la plaza de Las Ventas. Luego de arreglar la espuerta, el matador salió unas horas y, al regresar a su domicilio, encontró al anciano, de 78 años, muerto sobre su cama. Pero las cosas no pararon allí.

Uceda Leal sufrió ayer una cornada en la pantorrilla izquierda, que le provocó una aparatosa hemorragia, a pesar del torniquete que le colocaron los paramédicos. El torero partió plaza enlutado por la repentina desaparición de su progenitor, pero resuelto a triunfar en homenaje a su memoria. Así, se abrió de capa y se quedó quieto frente a su primer enemigo, al que en el tercer tercio le estructuró una faena básicamente derechista, con mucho temple y exposición.

Poco antes de entrar a matar, el toro le tiró un derrote y lo prendió por la pantorrilla izquierda, infiriéndole una cornada que no fue clasificada de gravedad. Agobiado por tantas contrariedades juntas, Uceda escapó de los brazos de los subalternos que se lo llevaban a la enfermería, cogió de nuevo muleta y estoque y clavó el acero en buen sitio. El enigma que prevalecía ayer era si, después de la cirugía a que fue sometido, hoy podrá asistir a los funerales de su padre, que habían sido pospuestos para no interferir con la corrida de Las Ventas.