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Empresarios chinos convirtieron una exportadora exitosa en distribuidora de baratijas

Obreros de Olympia recurren al ambulantaje para sostener huelga

La planta está detenida desde el 15 de enero por violaciones al contrato colectivo de trabajo

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Trabajadores de Olympia de México iniciaron una huelga el 15 de enero porque la empresa se negó a pagarles aguinaldo, prima vacacional y premio de puntualidad, lo que viola el contrato colectivo de trabajo. Los obreros se sostienen de la venta de jugos, cigarros y diversas mercancías mientras mantienen guardias frente a la planta, en La Paz, estado de MéxicoFoto René Ramón Alvarado
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de abril de 2009, p. 35

La Paz, Méx., 14 de abril. Son obreros mexicanos calificados. Después de ser los principales fabricantes de máquinas de escribir en el mundo, hoy venden jugos de naranja, cigarros y chácharas a un lado de la carretera federal México-Puebla para tratar de ganarse la vida.

Se trata de aproximadamente 200 empleados de Olympia de México SA de CV, quienes el 15 de enero iniciaron una huelga debido a que la empresa se negó a pagarles prima vacacional, aguinaldo y un premio de puntualidad, lo que violó el contrato colectivo de trabajo.

Blanca Estela Constantino Hernández es una de las obreras afectadas. Luego de 17 años de trabajo, esta madre soltera se quedó sin un peso. Tuvo que vender la máquina de escribir que ganó en una rifa e invirtió el dinero en cajetillas de cigarros para vender.

Ella coopera con el movimiento de huelga. Se pone un delantal que dice: Jugos: 10 pesos; cigarros: 2 por 5. Apóyanos por la causa de la huelga. Gracias. Se coloca entre el carril de alta velocidad y el central. En una mano, una cajetilla de cigarros y en la otra una bolsa con jugo de naranja que preparan sus compañeros.

¡Cigarros, cigarros Marlboro, llévelos, llévelos a dos por cinco pesos!, grita la mujer desde las seis de la mañana en la carretera, donde sortea automóviles y aborda a sus clientes, principalmente transportistas.

Fernando Jiménez Maya tenía 27 años de experiencia en Olympia. A sus 54, dice que no encontrará empleo y por eso no le queda otra que esperar a que se solucione el conflicto.

Es un cambio muy radical, de estar acostumbrado a un salario a vender en la calle, con muchas limitaciones económicas.

Él subsiste de la venta de discos de música fuera de la planta, ubicada en el kilómetro uno de la carretera federal México-Puebla, donde empresarios alemanes instalaron una de las empresas más rentables del mundo en 1967.

La planta dejó de producir máquinas de escribir mecánicas y electrónicas luego de ocho años de malos manejos de los inversionistas asiáticos propietarios de la planta.

Antonio García vende artículos diversos que ya no utiliza en casa o que le regalan; desde ropa usada, zapatos, manijas, sombreros, películas y almohadas hasta juguetes.

Los trabajadores hacen turnos hasta de 12 horas para la venta de mercancías y de 24 horas para hacer guardias fuera de la empresa.

Los dueños pretenden eliminar los procesos de producción y usar sólo la marca: dirigente

René Ramón Corresponsal

La Paz, Méx., 14 de abril. En menos de tres años, empresarios de origen chino acabaron con Olympia de México SA de CV, una de las empresas de exportación más rentables del país durante las cuatro décadas recientes, aseguró Gerardo Xicoténcatl Lima, secretario general del sindicato de trabajadores de esa compañía.

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Blanca Estela Constantino Hernández, madre soltera, ha trabajado durante 17 años en Olympia de México. Hoy, para mantenerse en huelga junto con sus compañeros, vende jugos de naranja y cigarrillos en la carretera México-Puebla, frente a la fábricaFoto René Ramón Alvarado

Los empresarios frenaron la producción de máquinas de escribir de primera calidad y convirtieron la fábrica en una distribuidora de productos de telefonía, pilas, cajas registradoras y amplificadores de sonido de baja calidad fabricados en China y vendidos como aparatos producidos por Olympia.

De mil 200 máquinas de escribir mecánicas y electrónicas que se producían al día (cuando los principales inversionistas eran alemanes) pasaron a 700 hace cuatro años, y antes de la huelga la producción era de 150 máquinas al día, aseveró el dirigente.

Según afirmó, los empresarios no invirtieron un solo peso y acabaron con una reserva de 20 mil máquinas de escribir heredada de los empresarios alemanes.

Calcula que la empresa tiene un valor superior a 256 millones de pesos, 95 por ciento en poder de empresarios chinos, y pese a que éstos dejaron de invertir, generó ventas anuales por más de 120 millones de pesos en los ocho años recientes.

La mano de obra mexicana producía equipos para los cinco continentes. Las máquinas Olympia se fabricaban con caracteres hindús, chinos o rusos, y más del 90 por ciento se exportaban.

Parte del éxito comercial de Olympia, además de la calidad de sus productos, era que producía su propia materia prima en la planta matriz ubicada en el municipio de La Paz, estado de México. Sin embargo, con el pretexto de las bajas ventas, los nuevos dueños dejaron de invertir en proveeduría e innovación y cerraron todas sus oficinas de servicios y ventas.

El dirigente recuerda que Olympia registró la patente de la primera máquina de escribir provista de un programa, diseñado por mexicanos y avalado por Microsoft, que permitía enviar correos electrónicos. Sin embargo, los empresarios echaron abajo el proyecto.

Paralelamente, a la planta llegaban contenedores con miles de productos fabricados en China, los cuales se distribuían utilizando la marca Olympia.

A tres meses de iniciada la huelga, la cual fue reconocida por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social con el número de expediente HR3/60/2008, la única oferta de los empresarios a los trabajadores son terrenos y maquinaria para liquidarlos.

De acuerdo con los trabajadores, la intentona de los propietarios de Olympia es cerrar todas las líneas de producción y utilizar la marca para introducir productos fabricados en el país asiático con mano de obra barata.

Según sus cálculos, si Olympia los liquida tendría que invertir más de 25 millones de pesos, pero si decide respetar el contrato colectivo y paga las prestaciones sólo desembolsaría alrededor de dos millones de pesos.