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Primer largometraje de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas; se estrena hoy con 10 copias

Cochochi, reflejo del choque entre el mundo occidental y el rarámuri

Pobladores de San Ignacio, en la sierra de Chihuahua, tradujeron el guión y actuaron en su lengua original

La trama sencilla y el ritmo al hablar muestran su particular concepto del tiempo

Foto
Como retribución a su participación en la película, los directores consiguieron becas para que cinco de los niños que actuaron continuaran con sus estudios: Nuestra responsabilidad con ellos es ayudarlos hasta donde quieran, dijo Cárdenas en entrevista. Arriba, los cinerrealizadores durante el rodaje
 
Periódico La Jornada
Viernes 24 de abril de 2009, p. 8

¿Qué pasa si se pierde el caballo del abuelo? Ésa fue la pregunta germen de la película Cochochi (2007), cuya historia se sitúa en la sierra rarámuri y donde actúan pobladores en su lengua original, el rarámuri.

Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas caminaban por la sierra, en el verano de 2006; estaban de vacaciones, luego de trabajar en una filmación en Chihuahua, cuando, en el valle de Okochochi, se acercaron a una casa para preguntar cómo volver al lugar donde se hospedaban. Un par de niños les ayudaron a encontrar el camino de regreso. Al día siguiente se volvieron a encontrar con los niños, quienes estaban buscando el caballo del abuelo.

“¿Qué pasa si se pierde el caballo del abuelo?, preguntaron los jóvenes foráneos. El abuelo se enoja, respondieron Luis Antonio Lerma Torres y Evaristo Corpus Lerma Torres.

Una cosa llevó a otra y pronto ya estaban filmando unos planos. A su regreso a la ciudad los editaron, se sorprendieron con las imágenes y volvieron a la sierra.

La idea de hacer una cinta de ficción –primer largometraje de la joven pareja– creció poco a poco, se fue dando como juego, íbamos y veníamos durante un año, hasta que ya estaban todos los ingredientes para armar un guión y filmar, dijo en entrevista Guzmán, quien en pocos días cumplirá 29 años.

El permiso para que filmaran se acordó en asamblea ejidal. Teníamos locaciones en el rancho de la familia de Evaristo y Tony, pero ellos no podían dar el permiso solos, teníamos que hablar con los 400 ejidatarios de la comunidad para que tomaran la decisión.

Retrato de una vida más pausada

Cochochi logra retratar a la comunidad con una trama sencilla, incluso refleja su particular concepto del tiempo. Y, claro, los paisajes son espectaculares.

Los diálogos se escribieron en español, y los actores, pobladores locales, los tradujeron al rarámuri: De alguna manera eso representa el tiempo en el que hablan, mucho más lento y pausado que el nuestro, siguió Guzmán.

Muchas veces no se acordaban (de sus líneas), pero nunca les impusimos repetir con exactitud el diálogo escrito. La idea era que se sintieran libres, que captaran la idea de la escena y la interpretaran a su manera.

San Ignacio, donde se filmó la cinta, está a media hora en automóvil de Creel. San Ignacio es bastante grande; filmamos cerca de Creel y hasta en partes a dos o tres horas de ahí, dijeron los directores.

En San Ignacio se habla rarámuri y español. Una de las cosas que retrata Cochochi es el choque entre los mundos occidental (reflejado en la primaria) y el rarámuri. Como se ve en la película, en la escuela primaria la educación es en español, muy poco en rarámuri. Los maestros son mestizos, eso hace que se vaya perdiendo la costumbre de hablar su lengua, explicó Israel Cárdenas. Creen que el español es el progreso y que el rarámuri es ir para atrás. Desde pequeños se avergüenzan de su lengua.

Cárdenas contó que cuando preguntaron a los niños si querían salir en la película, uno tras otro contestó: ¡Yo!, ¡yo!, ¡yo!, a lo que ellos reviraron: Pero tienes que hablar en rarámuri... A lo que contestaron: Bueno, está bien...

Cárdenas opinó que para que la educación se implemente bien y no represente un choque entre culturas, se debe tomar la rarámuri y entretejer las dos educaciones.

Como retribución por su trabajo en la cinta, los directores no sólo les pagaron un salario, sino también la reparación del camino del pueblo; además, están a cargo de unas becas que consiguieron para cinco de los niños que participaron en la cinta.

Ahora van a entrar al bachillerato, y ya estamos buscando becas para que sigan estudiando. Nuestra responsabilidad con ellos es ayudarles hasta donde quieran estudiar o hasta que acaben, explicó Cárdenas, de 29 años y originario de Monterrey.

No todos quisieron seguir, acotó Guzmán, nacida en República Dominicana. De los cinco que empezaron, uno lo dejó luego luego. Y Evaristo se salió un año y medio después, prefirió ir a trabajar a la pizca.

Cochochi se proyectó en San Ignacio, afuera de la iglesia. Colocaron 200 sillas y llegaron como 500 o 600 personas. A diferencia de los festivales, donde se exhibe la película y al final hay aplausos y preguntas, los asistentes de San Ignacio se quedaron tranquilos después de la película, se comieron los tamales y poco a poco se retiraron. Teníamos una camioneta y fuimos a dejar a los que vivían más lejos..., contó Cárdenas.

Okochochi y el mundo rural de Japón

De pronto, algún poblador les djo: cuando vayan a hacer otra película les presto mi burra, y otro: pásense por mi casa el día tal, para que filmen, va a haber fiesta.

Así nos dimos cuenta de que les gustó, que nos aceptan, señaló Guzmán.

Luego se hicieron varias proyecciones más en la sierra rarámuri, entre ellas una grande en Okochochi, en el aniversario 25 de la estación de radio. En la cinta se ve el papel fundamental que juega la radio en la sierra.

Antes de comenzar la filmación, los cineastas proyectaron películas en San Ignacio, mucho (Akira) Kurosawa, que les encantó. Se identificaron con el mundo rural japonés, dijo Guzmán.

A veces estaban subtituladas en inglés y aún así se quedaban viendo películas de tres o cuatro horas, felices.

Cochochi participó en varios festivales, entre ellos el de Toronto (premio Discovery), Gijón (premio Fipresci) y Toulouse (Grand Prix y Fipresci).

Cochochi, producción de Canana, Buena Onda e Imcine, se estrena hoy en salas comerciales con 10 copias.