Opinión
Ver día anteriorMiércoles 29 de abril de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ética y drogas. Implicaciones
L

a desolación del mundo la retratan los periódicos. Pregunto: ¿se entrecruzan en algún punto los siguientes encabezados periodísticos? Reza el primero: Voy al paro, pero secuestro al jefe. Una nueva manera de protesta social se extiende en Francia: los trabajadores empiezan a tomar como rehenes a los dirigentes de empresas en crisis. Informa otro: “Centroamérica, ‘entre dos fuegos’ en la guerra de la droga”.

Ahora pregunto: ¿mantienen algún vínculo las siguientes noticias tan viejas como ayer y tan vigentes como mañana? Copio un título: Estados Unidos da un golpe a la piratería al liberar al capitán secuestrado. Fuerzas especiales de la armada matan a tres piratas somalíes en la operación. Obama se declara satisfecho y llama a restablecer la seguridad. Advierte otro: La droga se abarata entre 10 por ciento y 30 por ciento en 10 años. Me repito: la desolación del mundo la construyen los seres humanos y la publican los medios de información.

A vuelapluma, parecen escasos los vínculos entre las cuatro noticias; queda la impresión de que los sucesos pertenecen a tejidos diferentes y de que no existen nexos entre las noticias que retratan el mundo y las que hablan de las drogas. Con los ojos entre las líneas y con el deseo de leer más allá de la superficie, los entrecruzamientos son inagotables. Inagotables como la presencia de la droga en el mundo y vigentes como la derrota de la denominada guerra contra las drogas, guerra pérdida a priori: no se lucha contra las drogas, sino contra quienes las producen, contra los que las distribuyen y contra quienes lucran con ellas. Regreso a los títulos.

Francia, Guatemala, algún lugar del Índico cercano a Somalia y España son los países donde se originó la información. Huelga decir que pude haber citado a Afganistán, a Rusia, a México y a Marruecos para exponer otros continentes y otros países protagonistas del universo de las drogas. Basta con los cuatro primeros para hablar del mundo. Todos los países involucrados comparten la misma noche. En Francia, en abril de 2009, los trabajadores secuestran a sus jefes cuando se quedan sin trabajo. Los sociólogos piensan, con razón, que el pueblo se está divorciando de las elites. Concuerdo con los sociólogos, pero me seduce más el argumento de un trabajador convertido momentáneamente en secuestrador: No tenemos mucho que perder; ya hemos perdido el trabajo.

Somalia es un país que semeja el caos: el gobierno no es gobierno y la miseria sí es miseria. No hay trabajo, pero es indispensable comer. Quienes hoy tanto roban no estudiaron a Marx. Se debe robar con mesura. Hambrear hasta la muerte al pueblo atenta contra el poder. En Somalia había pesca, pero ya no la hay; dado que gobernaba el desgobierno, flotillas de pescadores europeos expoliaron el mar y lo secaron: casi ya no hay peces y, por lo tanto, no es posible cocinar pescados. Lectores o no de las historias de piratas, algunos somalíes se han lanzado al mar para asaltar barcos y cobrar jugosos rescates en dólares por el barco y por la tripulación. En 2008 capturaron 40 barcos y se hicieron de dinero, ad nauseam.

La noticia proveniente de Guatemala informa lo que ya sabemos: los países empobrecidos corren el riesgo de caer en las garras de los narcotraficantes. Y subraya otras verdades: los campesinos se mueren de hambre, cultivan algunas drogas y se venden a los narcotraficantes. Aunque ese artículo no lo informa, se sabe que para ser político en Latinoamérica se requieren genes asociados con el hurto, la corrupción, el enriquecimiento ilícito, la impunidad y el expolio, características que han persistido en los últimos siglos y que han arrinconado a sus empobrecidos habitantes al mejor postor, en este caso, la patria de las drogas.

La última noticia, proveniente de España, explica que la lucha contra el narcotráfico y la drogadicción ha fracasado en los últimos 10 años, según un estudio presentado por la Comisión Europea que evalúa la evolución del mercado de la droga y las políticas aplicadas para contrarrestarlo entre 1998 y 2007. Preocupa, continúa la noticia, que el precio de la droga haya caído entre un 10 por ciento y un 30 por ciento. Corolario: el mundo se interconecta por muchas razones. En este caso, por la miseria y la droga o, lo que es lo mismo, pero escrito con otras palabras, por las interconexiones entre políticos y narcotraficantes. La miseria y el hambre poco saben de ética. Ya lo dijo Bertolt Brecht: Primero es el comer y después la moral.

La droga es noticia diaria. La droga y sus vínculos no sólo retratan el mundo, sino que lo representan. Los tejidos de la droga son infinitos: desde la miseria como pretexto y razón para sobrevivir hasta el poder infinito de los capos de la droga, sin soslayar a políticos y derivados policiacos como actores y concesionarios del inmenso negocio de la droga. En medio, los hilos indispensables de esa trama: los consumidores.

Pobreza, expolio, políticos, narcotraficantes y consumidores, entre otros factores, son resumen del universo de las drogas. ¿Se puede hablar, pensando en ese entramado, de una ética de las drogas? o, más bien, ¿se podría proponer una lectura ética del mundo de las drogas? Sugiero el siguiente ejercicio. Plantear una serie de preguntas obvias, alejadas de todo maniqueísmo, e intentar responderlas, incluyendo algunos supuestos éticos. Quizás esa mirada podría aportar algunas ideas a la discusión. Guardo para la próxima semana las preguntas.

* Fragmentos del texto Ética y drogas: Muchas preguntas, algunas respuestas, como parte del simposio, ¿Qué hacer con las drogas?, organizado por el ITAM