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La narradora incursiona por primera vez en la novela histórica con Yo, la peor

Mónica Lavín desmitifica a Sor Juana Inés de la Cruz para hacerla más cercana
 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de mayo de 2009, p. 8

A propósito de la primera incursión de Mónica Lavín en el ámbito de la novela histórica, la escritora subraya: Creo en las pasiones, más que en la información.

En su libro Yo, la peor (Grijalbo), la autora aborda la vida de Sor Juana Inés de la Cruz y los personajes con los que la monja jerónima se relacionó, en particular los femeninos.

Ubicada más por su trabajo cuentístico, para Lavín el uso de la historia como material literario representa no sólo un sustrato muy rico y provocador, en términos de la creación, sino también la mejor manera para entenderla y difundirla.

En entrevista, considera que siempre es más fácil acercarse y comprender los hechos y conflictos pasados, cuando se les confiere el toque de lo humano, lo cual permite el tamiz de la literatura, que cuando se exponen como datos duros y fríos.

Niega que el empleo de recursos ficticios en obras literarias de naturaleza histórica sean un inconveniente o desvirtúen el sentido de lo que se refiere, y destaca que en esos casos el escritor “lo único que debe hacer es ser respetuoso de lo posible y lo que se sabe.

“La ficción da licencia de muchas cosas en la medida que se parezca a la condición humana, a las posibilidades de esa condición. Lo que sí no puede hacerse es estar fuera de lugar, como cuestionar, por ejemplo en el caso de este libro, que Sor Juana no haya escrito sus obras.

En la ficción hay permiso de crear personajes, situaciones, hechos y ambientes mientras no se contradiga lo que ya se sabe y es comprobable.

Según Mónica Lavín, Yo, la peor está muy lejos de ser una biografía novelada, porque si lo fuera la hubiera obligado a ceñirse a hechos y personajes documentados, y en el libro toma algunos que sí se mencionan en diversas fuentes, pero también se da la licencia de inventar.

“En esta novela, Sor Juana está construida no sólo a través de su propio destino y la línea de su vida, en especial el conflicto que tiene al final de su existencia, sino también comparte los destinos de otras mujeres, ya sea porque tuvieron que ver con ella de cerca –como su madre y sus hermanas– o simplemente porque estuvieron en el mismo escenario”, apunta.

El libro ofrece una mirada sobre las historias de las mujeres de la época de Sor Juana, mientras la vida de la poeta avanza, se desarrolla. Alguien me dijo que es una novela sobre las mujeres que acompañaron la vida de Sor Juana, aunque el eje sí es ella.

Defectos y grandezas

Autora de Ruby tuesday no ha muerto, Café cortado y Hotel limbo, Lavín describe que la hechura de Yo, la peor, su obra más extensa hasta el momento, representó una experiencia gozosa y liberadora, luego de que el cuento, género que cultiva con regularidad, está ceñido a muchas limitantes.

¡Claro que me impuso el proceso de escritura de esta obra, porque, de tanto que ha sido analizada, Sor Juana parece que nada más pertenece a los que la han estudiado. Respeto quienes han dedicado varios años a esa labor, no quiero competir con esa sapiencia; por el contrario, quisiera acompañar esas pasiones, con todo respeto, pero desde luego no voy a quedar bien con todo mundo, subraya.

“Mi novela pretende acercarse a los personajes ateniéndose a la información que es documentada y comprobable; pero como novelista, creo que además uno tiene permiso de meterse para hacer visible lo invisible.

Es un proceso en el que se trata de recrear las tribulaciones internas del personaje, sus miedos, sus gustos, sus glorias, sus noches. Es algo en lo que, creo, sí tenemos permiso, porque se trata de un personaje de carne y hueso, y un ser humano no está tasado sólo por su obra. Está lleno de defectos y grandezas y a mí me interesaba desmitificar a Sor Juana, hacerla cercana.

Mónica Lavín se dice consciente del riesgo que corre, sobre todo ante los ojos de los especialistas en la obra y vida de la poeta. Sin embargo, aclara que su gran desafío consistió en tratar de hacer posible, verídico, al personaje.

“¿Qué es finalmente lo que quiere hacer la novela sino personajes creíbles, veraces, sean reales o ficticios? Si lo logro en este libro, cumplí mi cometido.

Por ejemplo, me han preguntado si Sor Juana era lesbiana y ¡bueno, cómo voy a saberlo! Pero la postura que tomé ante mi personaje fue que no. Decidí que la altura de la amistad con la virreina era suprema; creo que se entendían apasionadamente en su visión del mundo y lo que les gustaba, eran dos inteligencias y miradas afines. Pensar en términos de la sexualidad hubiera sido un cliché, una solución fácil para entender esa relación amistosa y cómplice.