Opinión
Ver día anteriorSábado 2 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El día después
L

a influenza humana es totalmente real. Las historias conspirativas que circulan son descabelladas y ajenas a cualquier razonamiento lógico. Como toda mentira contienen elementos de verdad. Es probable que muchas empresas farmacéuticas harán buenos negocios como resultado de la demanda de vacunas y medicamentos antivirales. Es probable que el gobierno y varios partidos políticos usarán este traumático episodio para intentar sacarle raja política. Pero nada de esto equivale a un armado consciente, deliberado y menos aún provocado. La epidemia es real, los muertos son reales, los enfermos también y sus efectos aún pueden ser peores.

Si hay una área donde se ha visto la debilidad del gobierno calderonista es en materia de comunicación. Tres errores graves de comunicación. Primero se dijo que la vacuna antigripal sería suministrada a todos el personal médico que no se la aplicó durante el invierno y luego que no sirve para combatir el nuevo virus. Dos, los datos se han dado de manera dispersa, desorganizada y contradictoria sin explicar claramente bajo qué clasificaciones se establecieron los diferentes datos. Además sólo hasta ayer se comenzó a presentar públicamente casos de personas con nombres y apellidos que sufrieron la influenza humana y la superaron o datos sobre los fallecidos.

De ahí la rumorología que tales muertos eran un invento. Tercero, las declaraciones del director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades al diario español El País sobre que los tapabocas no sirven para mucho probablemente son científicamente correctas, pero eso se debió de haber dicho desde el principio, ya que ahora se convirtieron casi en símbolo de la resistencia ciudadana a la influenza.

Estos errores de comunicación tienen un efecto devastador en una sociedad que generalmente desconfía del gobierno, que siempre mantiene sospechas de que no se le está propocionando toda la información requerida y que genera por lo anterior versiones alternativas frecuentemente descabelladas de manipulaciones y conspiraciones.

Sin embargo, lo más preocupante en este momento sería que no existiera una estrategia de salida de corto plazo. Es decir, ¿qué se va a informar el 4 o 5 de mayo? ¿Se va a regresar a clases? En tal caso con qué criterios se toma esta decisión. ¿Si se prolonga esta medida, por cuánto tiempo y nuevamente a partir de cuáles criterios? ¿Qué pasará con las diversas actividades laborales, incluyendo sobre todo en el DF, el servicio en restaurantes? ¿Cómo se enfrentará el riesgo de un repunte de la influenza humana en caso de que efectivamente se haya reducido en esta etapa su incidencia y expansión? ¿Qué mensaje se enviará al país para evitar que se repitan casos lamentables como las reacciones antichilangas siempre presentes, pero ahora multiplicadas por el temor al contagio?

En medio de todo esto la crisis económica en sus tres variantes: el estancamiento que nos viene de hace 25 años, los efectos en México de la crisis mundial y ahora los impactos económicos de la influenza. El Banco de México ya prevé una caída entre 3.8 y 4.8 por ciento de la economía para este año, aún sin incluir los efectos económicos de la influenza.

Se requerirá un mensaje extraordinariamente claro y preciso para disipar estas dudas y sobre todo para incitar a la participación ciudadana. El confinamiento social apenas es un paso crucial en una secuencia que va a requerir ciudadanos bien informados y ciudadanas que participen en las decisiones claves.

Tres temas asoman nuevamente sus narices. La necesidad de establecer un sistema universal en materia de salud. Un debate serio e informado sobre un modelo de agricultura industrial dañino al medio ambiente y a los seres humanos. La absoluta conveniencia de transitar de programas sociales focalizados a un sistema generalizado asociado a la propuesta de ingreso ciudadano universal.