Opinión
Ver día anteriorMartes 5 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Se acabó la epidemia?
N

os dirigimos hacia la normalización paulatina de las actividades en nuestro país, las cuales fueron modificadas por la alerta sanitaria declarada el 23 de abril. Ingresamos así a una etapa en la que, después del pánico, aparece el discurso triunfalista. Algunas de las frases oficiales para justificar este cambio son las siguientes: a) la epidemia se ha estabilizado, y b) se encuentra en su fase de descenso. Pero, ¿algo de esto es cierto?

Para responder a esta pregunta podemos recurrir a una fuente confiable, por ejemplo, los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La epidemia de influenza A/ H1N1 se ha definido a partir de los casos que son confirmados mediante pruebas de laboratorio. El panorama a escala mundial muestra, contrariamente a lo que afirman las autoridades mexicanas, que la epidemia se encuentra todavía en una etapa de ascenso. Del 24 de abril al 4 de mayo, de acuerdo con los reportes del organismo mundial, los casos han aumentado de 25 a 985. El número de países donde se ha detectado la enfermedad ha pasado de dos a 20 en el mismo periodo, e involucra ya a cuatro continentes. En otras palabras, a escala global la epidemia está creciendo. En algunas naciones, como Estados Unidos, se observa una curva típica de crecimiento exponencial.

Pero alguien podría decir como si fuéramos aliens: bueno, pero eso es en todo el planeta; sin embargo, en México la epidemia ya está controlada, es más, está descendiendo. Esto es completamente falso. Los números correspondientes a nuestro país son un desastre.

Pido a los lectores paciencia para examinar los siguientes datos: los reportes de la OMS hasta el día de ayer revelan un comportamiento sumamente extraño de las cifras mexicanas. Hay inicialmente dos fases de aparente estabilización: la primera, del 24 al 26 de abril, con 18 casos confirmados y un número no determinado de muertes, y la segunda, del 27 al 29 de ese mismo mes, con 26 casos y siete muertes.

Luego, a partir del 30 de abril y hasta el 4 de mayo, las cifras se disparan en sentido ascendente, pasando el número de casos confirmados de 97 a 590, y las muertes, de 7 a 25. Se trata de una curva sumamente extraña, yo diría que es un caso único en la historia de la epidemiología. Como sea, para cualquier observador externo, sería motivo de burla que alguien dijera, a partir de los informes de la OMS, que aquí la epidemia se ha estabilizado o que está descendiendo.

A mí me apena este manejo de los datos frente al mundo. No obstante, las irregularidades en la curva tienen una explicación. Ocurren por la falta de capacidad científica y técnica en el sistema de salud para detectar y confirmar la presencia del virus. Pero para algunos esto tiene una justificación: como no sabíamos a lo que nos enfrentábamos –dicen–, tuvimos que esperar, primero a que laboratorios extranjeros nos lo dijeran, y luego, ya que compramos el equipo y entrenamos al personal (en el periodo más crítico de la epidemia), pudimos comenzar a confirmar los casos.

Para algunos la justificación anterior puede resultar válida. Para mí no, pues me pregunto: ¿por qué unos países tienen la capacidad de detectar la estructura molecular de nuevos virus y México no? Ante un asunto que involucra la salud y la vida de los mexicanos, resulta claro que algo estamos haciendo muy mal, y es precisamente en el terreno científico técnico.

¿La epidemia se ha estabilizado en México? ¿Se encuentra aquí en la fase de descenso? De ninguna manera. Si se define, de acuerdo con la OMS, por los casos confirmados, tendríamos que confesar que ni siquiera sabemos dónde estamos. La forma en la que el gobierno de México hace llegar a esta organización mundial la información, especialmente en la última etapa, incluye los resultados del análisis de muestras de días previos, pero no sabemos siquiera a qué días corresponden, lo que sería crucial para conocer el comportamiento de la curva. En los informes que da la Secretaría de Salud de México se proporcionan también los datos acumulados y no hay manera de saber cuál es el comportamiento en los días recientes. Estamos muy lejos de contar con información en tiempo real.

Habría que agregar, además, que de acuerdo con el reporte de ayer de la OMS la enfermedad ha cobrado 26 vidas a escala planetaria. Todos los fallecimientos son de mexicanos, incluido el único deceso ocurrido en Estados Unidos… Pero, no se preocupen, tenemos excelentes noticias: todo ya está bajo control.

Vivimos una especie de regreso a los años 50 del siglo XX. A menos que se esté ocultando alguna información, tanto a la OMS como a los mexicanos, los únicos elementos de que disponemos para justificar el retorno a las actividades normales son: a) la reducción del número de hospitalizaciones, el cual, curiosamente, es el dato que se ha reservado el secretario de Salud, “… para no crear más confusiones”, y b) la reducción de los fallecimientos, cuyo número nadie puede entender, pues hay además cerca de 80 casos probables, muchos de los cuales ya no se podrán confirmar.

Todos queremos la normalización de las actividades, pero debe aceptarse que la epidemia no ha cesado y que no existen bases para afirmar que esté controlada y mucho menos que se encuentre en la fase de descenso. Si se decide suspender las medidas de emergencia será en estas condiciones, y las autoridades deberán asumir su responsabilidad.