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Austera conmemoración de la victoria de Zaragoza sobre los franceses

Equipara Calderón el 5 de mayo a la batalla contra la influenza

Hemos defendido a toda la humanidad de la propagación de ese mal

Hace un reconocimiento a los valientes médicos y enfermeras

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Felipe Calderón encabezó en Puebla el festejo por el 147 aniversario de la batalla del 5 de mayo. Lo acompaña el presidente de la Suprema Corte, Guillermo Ortiz Mayagoitia. Detrás, el gobernador Mario Marín y el líder del Senado, Gustavo MaderoFoto La Jornada de Oriente
 
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de mayo de 2009, p. 5

Puebla, Pue., 5 de mayo. Lejos de los coloridos festejos del 5 de mayo, esta vez el presidente Felipe Calderón debió conmemorar la fecha en una breve ceremonia sin público. En ese contexto, se enorgulleció de que México es un frente de batalla y hemos defendido a toda la humanidad de la propagación del virus de la influenza humana.

Al hacer un parangón de la batalla de Puebla con la lucha contra esta enfermedad, el Presidente aseguró que el sistema de salud respondió adecuadamente una vez que se decretó la emergencia; además, hizo un reconocimiento a los valientes médicos y enfermeras por haber estado en el primer campo de batalla contra este nuevo mal.

Cancelado el tradicional desfile en cumplimiento con la recomendación de evitar aglomeraciones, el titular del Ejecutivo encabezó un solo acto en el monumento al general Ignacio Zaragoza, rodeado de cadetes del Colegio Militar, de una media decena de tanquetas con soldados y de elementos del Estado Mayor Presidencial.

A diferencia de conmemoraciones anteriores, en que decenas de invitados eran ubicados en una gran grada, esta vez hubo sólo 12 integrantes en el presídium, entre ellos el gobernador de Puebla, el priísta Mario Marín; los líderes del Senado, Gustavo Madero; de la Cámara de Diputados, el priísta César Duarte, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia, así como los titulares del gabinete de seguridad.

Protegido por fuertes medidas de seguridad que lo mantuvieron a unos 50 metros de distancia de los reporteros de medios nacionales –ya que los locales no tuvieron acceso–, Calderón señaló que 147 años después de la batalla de Puebla, México se enfrenta a una amenaza inusitada, como la propagación de una epidemia que puso en riesgo la vida de los mexicanos.

Ante esta alerta reiteró que su gobierno ha actuado con firmeza y prontitud y de hecho aseguró que tanto la Federación como los estados estaban preparados para la eventual llegada de un mal semejante.

Si bien reconoció la respuesta ejemplar de los ciudadanos, remarcó que todos tenemos una responsabilidad que cumplir para superar esta situación. Recomendó que debe prevalecer la convicción de proteger a la nación, de servirla e incluso de hacer sacrificios frente a cualquier adversidad.

En su mensaje, en el que lo mismo hizo referencia al triunfo de las armas mexicanas sobre los franceses hace 147 años, que a la epidemia, resaltó que las adversidades son las que forjan el carácter de los pueblos y de las personas. Insistió en que nuestro país ha superado invasiones extranjeras, guerras civiles, catástrofes naturales, crisis económicas y políticas, y ninguna de estas amenazas ha podido quebrantar la voluntad de los mexicanos de ser una nación libre, democrática y soberana.

Por eso se declaró convencido de que cuando pase esta situación México será mucho más fuerte, ya que los mexicanos han demostrado su capacidad para hacerse cargo no sólo del destino propio, sino también del de los demás.

Flanqueado por Marín y los representantes de los tres poderes, el Presidente depositó una ofrenda floral en el monumento a Zaragoza, con lo que en 20 minutos concluyó este ritual cívico.