Opinión
Ver día anteriorDomingo 10 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Poco a poco
P

oco a poco vamos recuperando la ciudad que habíamos perdido. La vitalidad que la caracteriza y su inmensa riqueza cultural, gastronómica y de esparcimiento estuvieron vetadas, mutilando su subyugante personalidad de urbe cosmopolita y vibrante.

Pero lo que permanece inmutable es su arquitectura, la belleza de sus plazas y calles, su verdor perenne, ahora salpicado con el color de las flores primaverales. Eso no nos lo pueden quitar, ¡disfrutémoslo! ¿Qué les parece un paseo por la calle de Moneda?; aquí se forjó la cultura americana occidental. La vía conserva el nombre que le dio la antigua Casa de Moneda, cuya sede aún existe, con la misma belleza y elegancia, aunque con otro uso.

La acompañan otras construcciones magníficas de las que hemos hablado en ocasiones anteriores, pero siempre hay cosas diferentes que decir, ya que cada una de ellas da para un libro: la primera universidad, el Palacio del Arzobispado, la llamada Casa de la Primera Imprenta, la antigua Casa de Moneda, las casas del Mayorazgo de Guerrero, el templo de Santa Inés y en el cruce con la calle de Academia, la Academia de San Carlos que le da nombre y el Museo José Luis Cuevas, ocupando el antiguo convento de Santa Inés y al final de Moneda, en donde se angosta y cambia de nombre, el imponente templo de la Santísima.

Varios de estos edificios son museos, lo que permite admirarlos también en el interior, en donde siempre hay uno o varios magníficos patios, además del contenido artístico, que suele ser de gran calidad. Si estos recintos continúan cerrados, lo que nos ofrece el exterior es más que suficiente para alimentar el alma de belleza.

Comencemos el recorrido admirando en la esquina de Moneda y Seminario la casona en donde estuvo la primera universidad. Unos pasos adelante se levanta imponente el antiguo Palacio del Arzobispado que conserva su fachada del siglo XVIII, con el gran portón enmarcado por dos pares de sobrios estípites.

En la contraesquina se encuentra la hermosa casona que se dice fue la sede de la primera imprenta. En el interior se puede ver una enorme cabeza de serpiente mexica, que se encontró colocada como parte de los cimientos. Casi enfrente se yergue el soberbio palacio que alojó a la primera Casa de Moneda y después se convirtió en el primer museo del continente americano.

Del otro lado de la calle dos hermanas, parecidas, más no idénticas, lucen su hermosura barroca un tanto decadente, en espera de una buena restauración; son las casas del Mayorazgo de Guerrero. Fueron diseñadas por Francisco Guerrero Torres, uno de los grandes arquitectos del siglo XVIII.

Continuando por Moneda nos encontramos con el templo de Santa Inés, cuyas portadas gemelas muestran el martirio de la santa, finamente labrado en la vieja madera. A la vuelta podemos apreciar el que fuera su convento, que se restauró para albergar el Museo José Luis Cuevas.

En esa misma vía se encuentra la Academia de San Carlos, fundada en 1785 como la primera de América dedicada a formar arquitectos, pintores y escultores. Retomando la calle de Moneda, ya convertida en Santísima, desembocamos en el imponente templo que bautiza la vía, una de las edificaciones barrocas más hermosas del mundo.

Y ahora que nuevamente podemos disfrutar de los deleites gastronómicos con la reapertura de sitios de comer y ¡beber!,vamos a la callecita de Filomeno Mata, entre Madero y Cinco de mayo que, sabiamente convertida en peatonal, alberga varios sitios con mesas al aire libre, lo que mucho se agradece con este clima tropical que estamos gozando.

En el número 18, el tradicional Salón Corona abrió una sucursal, en la que ofrece sus mismos suculentos cocteles marinos: abulón, vuelve a la vida, ceviche y ostión. Lugar principal tienen las tortas. De chuparse los dedos las de bacalao, de romeritos, de pulpo, de callos o de salpicón. El acompañamiento indispensable: una buen tarro de cerveza.