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Ver día anteriorDomingo 10 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Salud, economía y petróleo
L

o primero que me parece importante señalar hoy es que la captación tributaria en nuestro país sigue siendo una de las más bajas del mundo. Números preliminares de la cuenta pública 2008 indican que el peso de las aportaciones tributaria de los mexicanos es de apenas poco más de 9 por ciento (9.16) del producto interno bruto. En 2001 y 2002 –acaso como fruto del bono ciudadano inicial al regresivo gobierno de Fox– casi llegaron a 12 por ciento (11.27 y 11.62), participación similar a la que se había logrado en algunos –sólo algunos– años anteriores.

En sólo seis años, los gobiernos de Acción Nacional nos han llevado a una participación tributaria menor en dos puntos y medio del producto nacional. ¿Cómo, entonces, se puede hablar de responsabilidad y cumplimiento gubernamentales, cuando no se enfrenta la verdad de esta dramática realidad tributaria nacional? Déjeme contarle con un ejemplo lo que hoy en día valen esos dos puntos y medio a los que han renunciado los gobiernos del PAN. ¿A qué equivalen? Exactamente al gasto total en lo que en el gobierno llaman función salud, ejercido en 36 a 37 por ciento por la también llamada por el gobierno administración pública centralizada. Y en un 64 o 63 por ciento por las entidades de control presupuestario directo, es decir, IMSS (80 por ciento de esa parte), ISSTE (15 por ciento) y los servicios de salud de Pemex (5 por ciento).

Claro que ante esta terrible realidad –la que podemos llamar paraíso fiscal– usted me puede preguntar cómo le ha hecho el gobierno para lograr una leve mejoría en el gasto en salud por cada mexicano. Sí, una mejoría: 15 por ciento más por habitante respecto de uno de los años de mayor gasto por persona en nuestra historia reciente, justamente 1993. Ahora bien, si le cuentan que la mejoría es de casi el doble respecto del gasto en salud por persona de 1996, en plena recuperación de la caída de 1995 impulsada por el gobierno de Zedillo, dígales –por favor, hágalo– que es cierto.

Sí, hoy se gasta en salud casi el doble de aquel terrible y lamentable año de 1996: 2 mil 820 pesos actuales de 2008 por habitante. Y dígales también que ese valor mínimo de Zedillo fue de sólo mil 449 pesos actuales de 2008 por habitante. Y cuando le acepten las felicitaciones –desde luego que los personeros de Fox y de Calderón– pídanle, por favor, que le expliquen con detalle (o sin detalle, en realidad no importa) cómo lograron esa mejoría –exigua…pobre, por lo demás– sin una mejoría tributaria. O, más bien, con un deterioro tributario tremendo: esos dos y medio puntos del PIB que le señalé antes.

Déjeme terminar apoyándolo con algunos elementos explicativos. Más bien el elemento explicativo básico. ¿Lo adivinó? Sí, claro que lo adivinó. La renta petrolera. El año pasado la aportación de esta renta petrolera fue de 80 mil 842 millones de dólares, equivalentes a poco más de 7 por ciento del PIB. Los años anteriores se registraron cifras menores de captación gubernamental de renta petrolera, pero similarmente importantes para soportar el mayor gasto gubernamental con deterioro tributario. Lo lamentable de todo esto es que, sí, efectivamente, Cantarell no sólo está enfermo sino que se está muriendo, de la influenza tributaria gubernamental. Su vida permitió –lamentablemente– más de 30 años de regresión fiscal en nuestro país. Por eso, cuando estos personeros se paran frente a las medios de comunicación para explicarnos –con sus verdades a medias y su ausencia de explicación integral de las cosas– todo lo que han hecho para mejorar la salud de los mexicanos, sobre todo de los más de 73 por ciento que reciben menos de cinco salarios mínimos de ingreso mensual, uno no puede menos que ignorarlos. Parece ser lo mejor. De veras.