Opinión
Ver día anteriorLunes 11 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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TOROS
La feria de San Isidro
E

l coso venteño de la calle de Alcalá, en el Madrid zarzuelero, abrió sus puertas a la tradicional feria de San Isidro el pasado jueves. La feria más importante del mundillo taurino. Siguiendo la tradición, más allá del cartel, la plaza registró y registrará llenos durante todo el mes diariamente. Las primeras corridas del serial suelen ser para dar oportunidad de destacar fuerte a los que apuntan cualidades para ello.

Los toros, eso sí, son los de Madrid; impresionante arboladura, trapío sin tacha, astifinos y difíciles para los toreros. Lo mismo el jueves de Martelilla, el viernes los de Gerardo Ortega, el sábado los de Salvador Domecq y ayer domingo los de los Recitales. Destacaron algunos bureles nobles, como el sobrero el jueves, dos en el cartel del viernes, el cuarto de los lidiados el sábado y el segundo y el tercero la tarde de ayer.

Pero un toro de Domecq, el cuarto, se volvió el actor principal de las corridas celebradas: un toro que se enamoró del coso, de los llamados planeadores. Un toro que se encandiló de la belleza de Las Ventas. Que la cantaba tiernamente y ésta le sonreía. No pudo resistir la tentación y a galope emprendía el camino a los tendidos, vía la muleta de El Capea, ante el asombro de los aficionados. Un toro que en su embestida se salía del tiempo y el espacio en busca de los palcos engalanados de bellas mujeres. Al principio su amor a primera vista lo encelaba y lentamente su acometer era planeador, delicioso sobre todo por el lado derecho. El Capea lo lució al principio en que se gustó y gustó a los aficionados venteños. Embestía y embestía sin cesar y El Capea no pudo sostener el ritmo de su acometer. Lo despachó de estocada en lo alto y se llevó una oreja, protestada por los del conocedor y desmadroso tendido 7 que le da la chispa al coso.

Por otra parte, el medio taurino mexicano se llenó de luto por la muerte de Manuel Capetillo, quien fuera la figura mexicana en los años 60. Época en la que dejó en el ruedo de la México una serie de faenas que la hicieron vibrar. Esas faenas entre la puerta de toriles y la puerta de cuadrillas que volvió su territorio.