Opinión
Ver día anteriorMartes 12 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Desempleo galopante

¿Signos alentadores?

Desvarío y falsedad

C

on cargo al erario el gobierno calderonista ofrece garantías para los bancos, rescates para los grandes consorcios, salvamentos sectoriales, más exenciones fiscales, migajas para la pequeña y mediana empresa (si en realidad se las llegan a repartir, porque la oferta suele ser de saliva), entre otras tantas gracias anticíclicas que forman parte del creativo rosario de medidas para que el empresariado de pedigrí enfrente la crisis que viene de afuera.

De nada ha servido hasta ahora, porque se supone (así lo anunciaron el gobierno benefactor y los empresarios beneficiarios del susodicho rosario) que el compromiso para que el erario entrara al rescate y sus dineros comenzaran a fluir fue, es, la conservación de las fuentes de trabajo. Así lo dijeron, pero de allí no pasaron: en seis meses 600 mil empleos formales han sido cancelados (permanentes el 89 por ciento), y los afectados simple y sencillamente han sido remitidos al rincón del olvido.

Casi un mes atrás, en el desvarío total y urgido de difundir buenas noticias aunque sean falsas, como apuntamos en el México SA del pasado 14 de abril, el inquilino de Los Pinos celebraba los signos alentadores en nuestra economía, producto, dijo, de su exitosa política anticíclica, y fatuamente se congratulaba de que mientras en el resto del mundo se sigue observando una pérdida neta de puestos de trabajo, mientras en la economía se ha observado ya una caída de millones de empleos en los últimos meses, producto de la crisis financiera internacional; durante el mes de marzo, y esta es una buena noticia, durante el mes de marzo en México no sólo no hubo una pérdida neta de empleos, sino que hubo una creación neta de casi 4 mil empleos formales, registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Pues bien, el propio IMSS, por medio de la Secretaría del Trabajo, recién divulgó el número de trabajadores registrados al cierre de abril, mes en el que los signos alentadores que celebraba Calderón se tradujeron concretamente en la cancelación de 60 mil 218 empleos formales, permanentes la mayoría de ellos, que se suman a los desaparecidos desde que oficialmente se reconoció el estallido de la crisis económica.

Así, en el primer cuatrimestre de 2009, el año del catarrito que nos hacía lo que el viento a Juárez, la zarandeada economía mexicana, con todo y la exitosa política anticíclica cacareada por Calderón, ha cancelado 198 mil 509 empleos formales, monto resultante de la pérdida de 263 mil 331 plazas permanentes y la creación de 64 mil 882 eventuales. Este nefasto resultado, sumado al de noviembre-diciembre de 2008, arroja una cifra espeluznante: en el sector formal, 600 mil plazas laborales borradas del mapa. Y falta mayo, mes en el que se resentirán los efectos reales de la emergencia sanitaria y se conocerá el peso específico de tal contingencia en materia de empleo.

Mucho discurso anticíclico, múltiples rescates y salvamentos gubernamentales a favor de tal cual sector empresarial, compromisos por doquier, pero en los hechos nadie hace nada para detener la sangría en el empleo. En el primer cuatrimestre de 2009, 198 mil 509 empleos formales fueron cancelados, lo que se traduce en la pérdida de mil 654 plazas cada 24 horas, incluidos sábados, domingos y días festivos.

Lo más lacerante es que con crisis o sin ella –versión oficial– la situación laboral es en extremo explosiva. De hecho, con los resultados de abril, y siempre de acuerdo con las cifras oficiales, el balance del presidente del empleo en los 29 meses (hasta el cuarto de 2009) que lleva sentado en Los Pinos es escalofriante: a estas alturas, el número de trabajadores registrados en el IMSS resulta inferior, en términos netos (mil 706 plazas), al reportado el último día del gobierno foxista, o lo que es lo mismo el primero del calderonista (primero de diciembre de 2006: 13 millones 981 mil 314 trabajadores registrados en el IMSS; 30 de abril de 2009: 13 millones 979 mil 608). Así es: casi dos años y medio sin generar empleo formal en términos netos, sin considerar la incorporación anual de entre un millón y un millón 200 mil mexicanos que por primera vez intentan colocarse en el mercado laboral.

Para dar un comparativo sobre la magnitud del catarrito, vale mencionar que en los dos últimos meses de 1994 y el primer cuatrimestre de 1995 (el año de la gran crisis), se cancelaron 785 mil empleos formales registrados en el IMSS, permanentes el 59 por ciento de ellos; 15 años después, de noviembre de 2008 a abril de 2009, se perdieron alrededor de 600 mil plazas formales, también registradas en dicho Instituto, permanentes el 89 por ciento de ellos.

Quince largos años entre una gran crisis y la siguiente, en los que, por instrucciones presidenciales se rescataron (y se rescatan) a las grandes empresas (a las de siempre, pues). Tres lustros a lo largo de los cuales la condición para que el erario entrara al salvamento fue, precisamente, garantizar la plantilla laboral y fomentar la generación de empleo.

¿Qué sucedió en ese lapso? ¿Cuál es el balance? En esos 15 años, 3 millones 843 mil empleos formales fueron generados y registrados en el IMSS (poco más de 256 mil por año), pero en ese lapso entre 15 y 18 millones de mexicanos se incorporaron al mercado laboral, y la economía formal sólo ocupó a 22-26 de cada 100 que demandaron un sitio. Para el resto, desempleo, informalidad o exilio económico. ¿Y los consorcios rescatados que se comprometieron con aquello de la plantilla laboral? Robustas, especuladoras, hinchadas de utilidades y en espera del siguiente rescate público, que gentilmente les facilita el gobierno en turno.

En los primeros 29 meses de estancia en Los Pinos, Ernesto Zedillo pudo presumir la generación de 94 mil empleos formales; en igual lapso, pero de inquilinaje calderonista, ni uno sólo. ¿”Signos alentadores”, como dice Calderón? Bien, entonces ¿qué será desalentador para él?

Las rebanadas del pastel

Para colmo, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, le enmienda la plana al doctor catarrito y asegura, en entrevista con el periódico español ABC, que la emergencia sanitaria que vive México podría reducir (adicionalmente) hasta en uno por ciento el producto interno bruto, es decir el doble de lo estimado por Agustín Carstens. Ambos, hasta donde se sabe, forman parte del mismo equipo y se nutren de la misma información para realizar sus pronósticos. ¿Entonces?