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Integrante de Nacha Pop, fue protagonista de la llamada Movida madrileña

Murió Antonio Vega, artista de voz honda y letras enigmáticas

Su conocida y reconocida adicción a la heroína y a la cocaína, pero también la soledad que le heredó la muerte de su compañera, detonantes del agravamiento de su cáncer de pulmón

Foto
Antonio Vega y Nacho García VegaFoto Alejando Cabrera
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de mayo de 2009, p. 9

Madrid, 12 de mayo. Antonio Vega, el artista de embalaje maldito y de vocación poeta, murió hoy en un hospital de Madrid, donde había estado postrado las pasadas tres semanas después de un largo periodo en el que su salud fue decayendo. Su conocida y reconocida adicción a la heroína y la cocaína, pero también la soledad que le heredó la muerte de su compañera, fueron los detonantes del agravamiento de su cáncer de pulmón y de su precipitación a la muerte, que le llegó cuando tenía sólo 51 años.

Su voz honda y cálida, sus letras enigmáticas y al mismo tiempo empáticas, lo convirtieron de inmediato en un fenómeno musical. Primero como vocalista de uno los grupos que revolucionaron el pop de la década los 80, Nacha Pop, y después como solista. Por eso su primo y compañero de grupo, Nacho García Vega, propuso a todos sus seguidores que para recordarlo hoy, el día de su muerte, cerraran los ojos, sonrieran al mundo y pensaran en la huella que ha dejado.

Años complicados

Los últimos años de Antonio Vega fueron muy complicados, primero porque su adicción a la heroína era severa y, por tanto, su comportamiento tanto en el escenario como fuera de él era imprevisible. Pero también porque poco a poco se fue aislando más, volviéndose como sus letras más oscuras y enigmáticas, que recordaban de alguna manera aquel soneto suyo que decía: calle arriba caminé tranquilo,/al encuentro de un invierno frío que dejé pasar.

Su vida agitada, su tendencia al abismo sin tregua y las enfermedades degenerativas que no lo perdonaron lo convirtieron en en sombra de lo que fue. De aquel artista vigoroso de los años 80 se convirtió en un artista delgado hasta la extenuación, ojeroso, con los pómulos sumidos y con un aire aún más taciturno. Incluso así, y gracias a la profunda devoción que tenía por su vocación, la música, el año pasado realizó una gira por España y por algunos países más, en los que reunió de nuevo a su grupo emblemático, Nacha Pop, y celebró de nuevo el encuentro con un público entregado, que tarareó sus canciones, pues eran y son muchas las letras que forman parte de la memoria colectiva: La chica de ayer, Se dejaba llevar, Lucha de gigantes –esta última convertida en el himno de la película Amores perros, la que catapultó a Alejandro González Iñarritu y a Guillermo Arriaga– y otras muchas.

Como él mismo decía: crecí al medio camino entre el ser mundano y el poder divino. Sólo así se explica la rotundidad de su éxito, inmediato una vez que se difundieron un poco sus letras, acompañadas de su voz tersa y profunda. Pero también sucumbió, incluso a pesar de ese poder divino, a la tentación de las drogas en aquellos años, en pleno auge de la llamada Movida madrileña, una especie de movimiento regenerador y de agitación tras los duros años de la dictadura franquista, que había finiquitado con la muerte del tirano hacia sólo cinco años.

Esa adicción también la cantó y la evocó con desgarro, como en otra de sus canciones emblemas, Agárrate fuerte, también en recuerdo de su compañera, en la que decía: Agárrate fuerte a mí, María/que esta noche es la más fría/y no consigo dormir/y no tengo adónde ir.

Nacha Pop venció las peleas y conflictos internos para grabar al menos siete discos de larga duración: Nacha Pop (1980), Buena disposición (1982), Más números, otras letras (1983), Una décima de segundo (1984), Dibujos animados (1985), El momento (1987) y el recopilatorio 1980-1988 (1988).

En 2005, ya en solitario, Antonio Vega publicó Tres mil noches con Marga, en memoria de su compañera sentimental fallecida.

Las reacciones a su muerte fueron un torrente, no sólo de las personalidades de la cultura y la música, sino sobre todo de los miles de seguidores incondicionales que la vivieron como si les estuvieran arrancando un trozo de su memoria más íntima y personal, pues sus canciones marcaron a varias generaciones.

Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura, señaló: es la pérdida terrible de una persona capital en la cultura contemporánea española, pues era un creador muy influyente en su generación y fundamental en la renovación no sólo de la forma de entender la música, sino en la manera de entender la cultura popular de este país.

Álvaro Urquijo, líder de Los Secretos y amigo de Antonio Vega, expresó que era un gran compositor, instrumentista e intérprete, que influyó en todos sus coetáneos y en generaciones posteriores. Abría la boca y eran ángeles.