Opinión
Ver día anteriorDomingo 17 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
A la Mitad del Foro

Las zahúrdas de la vida nacional

S

i los encargados de la demolición institucional y la marcha de sonámbulos no hubieran ya resuelto eliminar la enseñanza de filosofía, ética y lógica de la educación media, pública, gratuita y laica de los mexicanos, podríamos citar aquello de la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Pero hay más de 20 mil escuelas sin agua y sin baños; la peste aceleró la descomposición de la economía, se han perdido más de medio millón de empleos formales, a sumar a los millones no generados en cinco lustros de crisis recurrente, del mal endémico que ha diezmado a la clase dirigente y nos ha dejado a merced de la estulticia y el cinismo.

Nuestra era del espectáculo dejó atrás el ingenio de la carpa para entronizar la bajeza, la impúdica exhibición de deslealtades y la negación del compromiso personal. De lo ideológico, ni hablar. Los de las finanzas sin regulación alguna y el mercado que se curaría a sí mismo, declararon muertas las ideologías para abrazar el dogma de la nueva ortodoxia y vieja codicia, la acumulación de riqueza en las alturas para que algo escurriera hacia abajo. A nuestros navegantes de la transición en presente continuo no les alteró el pulso ni la caída del capitalismo americano que revivió a Keynes y desnudó la falsedad neoconservadora que señalaba al Estado como obstáculo al libre mercado y la libertad misma.

Hablaron de medidas anticíclicas, pero no pusieron en práctica una política de estímulos fiscales y monetarios para hacer frente a la crisis. 15 años de entronizar la solidez macroeconómica y al llegar la recesión, el gobierno no generó la flexibilidad fiscal suficiente (en el gasto) para mitigar el impacto de un choque externo, dice Moody’s, una de las principales empresas de calificación financiera. Otra, Standard & Poor’s, asegura que debido a los efectos derivados del virus A/H1N1 la liquidez de las empresas mexicanas será posiblemente la más débil de la historia reciente. Carstens & Carstens asegura el otro lado del espejo: que muy pronto habremos superado recesión, desempleo, desplome de la producción y la falta de crédito. Para el catarrito, el jarrito. Para todo mal, mezcal; para todo bien, también. Y Felipe Calderón pasa revista a las tropas y retoma la ofensiva en la guerra contra el crimen organizado.

Llueve lodo y los del poder político inclinan la cerviz frente al altar mediático que reproduce y multiplica exponencialmente el diluvio, el sonido y la furia, la historia narrada por un idiota. Libros, libros para alimentar el morbo y el desprecio por la cosa pública en la zahúrda en que hemos convertido el ámbito de la política nacional. Festín de verdades a medias para alegrar a los coprófagos y dar la razón a los porqueros del poder real y los poderes fácticos. La verdad es lo que balbucean los porquerizos entre el miedo al miedo y el apetito de la turba por las falacias y vómitos de una envilecida clase dominante.

Conversos y remisos festejan el espectáculo de canibalismo; Tartufos que recitan a gritos Así hablaba Zaratustra. Se publica un libro del grabador de videos que exhibió la ridícula impudicia del señor Bejarano, el que decidió echarse el resto de los fajos de dólares en los bolsillos, sin dejar ni las ligas. Carlos Ahumada, en componendas y complicidad de funcionarios públicos, ladrón que se dijo robado y buscó el amparo de los enemigos del bando que lo enriqueció y al que correspondía puntualmente con el unto de Indias, el préstamo amistoso, viajes todo pagado. Y la grabación de videos como seguro para el mecenas financiero y liberador de adeudos partidistas. Todos lo sabían.

Hoy aplauden al que cultiva el género de la denuncia frente al espejo. Ahí no hay hombre valiente, ni mujer honesta, ni corbata bonita. Y la verdad es lo que cada porquero quiera que sea. Los periodistas ahí reflejados, convocados a responder a un cuestionario, o plumíferos anónimos de quien fuera dueño del diario El Independiente, dan testimonio de fidelidad al oficio de hurgar entre el fango de la zahúrda. Basta con lavarse las manos y ponerse tapabocas para ocultar la sonrisa o el sonrojo. Los de la cosa pública vuelven a exhibir la bajeza y la sevicia de los buscones del poder por el poder mismo.

Todo se sabía. Ahora satisfacen la fascinación por los detalles, del rincón a oscuras y los encuentros clandestinos publicitados para llevar agua al molino de cada cual. El desfile de pedigüeños y de corruptos pagados por el corruptor confeso y corrupto incluye laicos y legos y obispos. No a todos. Diego Fernández de Cevallos ratifica su defensa del estafador que le ofrecía medios para fastidiar adversarios y hacerla de benefactor. A Carlos Salinas lo describen maestro de la intriga, señor feudal de poderes ocultos, vengador de desengaños y, como involuntario tributo a la verdad a medias, dispuesto a todo para sacar a su hermano Raúl de la cárcel. El fantasma de Ernesto Zedillo arrastra cadenas en el lodazal.

Vicente Fox conspira a gritos: pide y obtiene el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, y lo paraliza el miedo: se archiva el caso y el estratega de Nacajuca se convierte en opositor victimado por el cadáver del presidencialismo, vencedor en la derrota por obra del alto vacío y aprendiz de brujo. Y ahora proclama su verdad: era un complot. Todos lo sabían. Pero López Obrador optó por ponerse la banda tricolor y ser profeta del movimiento que va a salvar a México. La izquierda que se asomó al poder se quedó en el aire, sin aliento electoral; compañeros de viaje que trastocan la proclama del voto útil que llevó a la derecha al poder: ni un voto al PAN ni al PRI. Amnesia para que lo conserve.

Carlos Salinas es el perfecto villano. Está en todo. Desde el ostracismo hacía temblar a los timoratos y cuando venía a México temblaba la tierra. Y ahora produce un brote de fiebre porcina al transmitirse por la radio una entrevista de Carmen Aristegui a Miguel de la Madrid, para un libro. Lo dicho con monosílabos o vacilantes frases, confirma la verdad consagrada por la política de la traición como instrumento para el remedo de transición; verdad aceptada a partir de la rebelión chiapaneca; verdad fatalista al ser asesinado Luis Donaldo Colosio.

Pero en la zahúrda de nuestra vida pública, los porqueros creen verdadero lo dicho por Miguel de la Madrid y juran que es mentira lo de su enfermedad, el mal circulatorio y los infartos cerebrales padecidos. Ha de ser cierto que se arrepiente de haber hecho a Carlos Salinas candidato de su partido a la Presidencia; sucesor designado unipersonalmente. No es el primero. Ni será el último. El fascistoide Germán Martínez remueve el fango en la zahúrda y Roberto Madrazo publica un libro titulado El Despojo, en el que señala a Ernesto Zedillo y a Vicente Fox como presuntos cómplices de sendos cárteles del narcotráfico.

Debería llamarse Los Despojos. Restos del sistema insepulto, estiércol para la cosecha de conversos. La revelación y el desmentido de Miguel de la Madrid exhiben todos los intereses y la porquería de la política en los recientes 20 años, dice Ricardo Monreal. Mismo lapso en el que el zacatecano pasó de diputado del PRI a gobernador del PRD, a senador del PRD y en la misma legislatura al PT. Desde ese escaño, Monreal acusa a su ex compañera perredista Amalia García, gobernadora de Zacatecas, de presuntas complicidades con el narcotráfico.

Llueve lodo. Y en la zahúrda se incuba el huevo de la serpiente.