Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 17 de mayo de 2009 Num: 741

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Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Marcianos
ARNOLDO KRAUS

Plinio: un precursor
LEANDRO ARELLANO

El pájaro mayor
HERMANN BELLINGHAUSEN

Noventa años de la revolución proletaria en Hungría
MAURICIO SCHOIJET

Radicalmente Rosa
ESTHER ANDRADI

Cézanne y Munch: divergencias y convergencias
HÉCTOR CEBALLOS GARIBAY

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

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El Mono de Alambre
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Cabezalcubo
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Al Vuelo
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Noventa años de la revolución proletaria en Hungría

Mauricio Schoijet


Monumento a Béla Kun, en Budapest,
del escultor Imre Varga

Hungría es un pequeño país, de unos cien mil kilómetros cuadrados, o sea un tamaño un poco mayor que el del estado de Oaxaca, habitado por diez millones. En el siglo IX fue ocupado por los magiares, etnia nómada del sur de Rusia, que se hicieron cristianos un siglo más tarde. En 1514 hubo una gran rebelión campesina. En 1526 Hungría fue ocupada por los turcos, y en 1718 éstos fueron reemplazados por los austríacos. En 1848 los húngaros se rebelaron y formaron una efímera república, que fue aplastada por los austríacos el año siguiente, con apoyo del Imperio Ruso. La caída de la primera república húngara fue seguida por una represión sangrienta en la que perecieron diez mil personas. En 1867 se creó el Imperio Austro-Húngaro, con las clases dominantes de Austria y Hungría repartiéndose el poder de lo que actualmente es la República Checa , Eslovaquia, el sur de Polonia, Croacia, Eslovenia y parte de Serbia, que después formarían parte de la desaparecida Yugoslavia, y Transilvania, actualmente parte de Rumania. En esa época la sociedad húngara era una sociedad muy atrasada, con una burguesía débil y un campesinado aplastado por relaciones sociales semifeudales impuestas por una nobleza terrateniente que poseía el ochenta y cinco por ciento de las tierras. En las haciendas era frecuente la aplicación de la pena de azotes a los campesinos. El treinta y nueve por ciento de la población era analfabeta. El proletariado estaba concentrado en torno a Budapest, la capital donde se había formado un núcleo de grandes empresas de capital extranjero. Desde los primeros años del siglo xx hubo huelgas de trabajadores agrícolas en las que participaron cien mil de ellos. El único escape a la miseria era la emigración. Entre 1891 y 1914 casi dos millones de húngaros emigraron a Estados Unidos.

El Imperio Austro-Húngaro participó en la primera guerra mundial del lado de Alemania. Los trabajadores estaban influidos por el Partido Socialdemócrata. Cuando estalló la guerra, este partido apoyó a su gobierno, como la mayor parte de los partidos socialdemócratas europeos. La guerra fue un gran desastre para Hungría. En la parte húngara del imperio fueron movilizados nueve millones, de los que perecieron cuatro. Pasados los primeros efectos de la borrachera patriótica, en 1915 y 1916 comenzó una ola de huelgas. Hubo una gran huelga el 1 de mayo de 1917.

Al calor de los movimientos sociales, a fines de 1918 se formó el Partido Comunista. El 18 de enero de 1918 estalló una gran huelga contra la guerra. El 20 de junio hubo otra y comenzó la formación de Consejos de Trabajadores. Los huelguistas no solamente pidieron la paz, sino el sufragio universal, que aún no había sido concedido, y que el poder pasara a los Consejos. El 28 de octubre una gran manifestación en Budapest demandó la independencia de Hungría. Al día siguiente se proclamó la República , poniendo fin al Imperio Austro-Húngaro. Todos los presos políticos fueron liberados. Surgió un gobierno dominando por la burguesía liberal. El 16 de noviembre una gran manifestación exigió la formación de una república socialista.


Béla Kun

La toma del poder por los bolcheviques en Rusia en 1917, la derrota del bloque formado por Alemania y el Imperio Austro-Húngaro a fines de 1918, y la liquidación de la monarquía en Alemania, generaron una ola de militancia proletaria en Alemania y Austria. En Alemania se formó una efímera República de los Consejos de Baviera, en tanto que en varias de las grandes ciudades proletarias, como Hamburgo, Bremen, Kiel y Berlin, hubo grandes movilizaciones de masas. También tuvieron lugar grandes movimientos huelguísticos en Holanda, Noruega, Suecia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Polonia, Italia y Rumania. La situación económica empeoró drásticamente porque Hungría estaba sitiada por los ejércitos de los gobiernos del bloque de los aliados (Francia, Gran Bretaña, Italia). Éstos exigieron la entrega de una parte del territorio, habitada por dos millones de húngaros. Aunque sus dirigentes fueron encarcelados, el Partido Comunista ganó influencia muy rápidamente. En Szeged, segunda ciudad del país, el 10 de marzo los Consejos tomaron el poder local. Los Consejos consiguieron armas, incluyendo ametralladoras y artillería. El 21 de marzo estalló una huelga general que demandaba la liberación de los presos. El gobierno aceptó su impotencia para controlar la situación y ofreció pasar el poder a los socialdemócratas, que aceptaron, pero además ofrecieron compartirlo con los comunistas. Éstos, conducidos por Béla Kun, tenían una dirección formada por jóvenes inexpertos y cometieron un grave error al aceptar una participación minoritaria en el gobierno. Lenin, que presidía al régimen revolucionario en Rusia, seguía el curso de los acontecimientos en Hungría y consideró que esta concesión a los socialdemócratas era indebida y que representaba un grave peligro. Sin embargo, a pesar de ser minoría, los comunistas se convirtieron en la fuerza dominante en el gobierno. En tanto que la burguesía no ofreció resistencia, los gobiernos de los países vecinos, Rumania y Checoslovaquia, se pusieron inmediatamente a organizar una intervención armada, con el apoyo de Francia.

El gobierno revolucionario cometió varios errores serios. Uno fue nacionalizar las grandes propiedades agrarias, en vez de distribuir la tierra entre los campesinos. Hubo además un exceso de nacionalizaciones injustificadas de pequeñas empresas. Al mismo tiempo el gobierno revolucionario se mostró débil en no llevar a cabo la requisición de cereales, como lo hicieron los bolcheviques en Rusia, lo que creó un desabastecimiento en las ciudades. Otro error serio fue permitir la incorporación al ejército de elementos provenientes de la policía y gendarmería del antiguo régimen. En mayo de 1919 los ejércitos de Rumania, Checoslovaquia y Serbia habían ocupado una parte considerable del territorio húngaro, arrollando al débil y poco preparado ejército de la República de los Consejos. Pero el proletariado de Budapest movilizó a miles de voluntarios que en pocos días pusieron a los invasores a la defensiva. El ejército checoslovaco fue obligado a retroceder y se creó una efímera República de los Consejos en Eslovaquia.


Trotsky con Béla Kun, Alfred Rosmer, Frunze y Gusev, 1919

El problema del terror rojo es un problema delicado. El gobierno desató el terror, ejecutando a algunos centenares de contrarrevolucionarios. En junio el presidente estadunidense Wilson envió un ultimátum exigiendo que se detuviera el avance del ejército revolucionario húngaro, y el 20 de julio Clemenceau, primer ministro de Francia, exigió la formación de un nuevo gobierno como condición para iniciar negociaciones. El Ejército Rojo ruso estaba demasiado lejos y empeñado en una dura lucha contra la contrarrevolución apoyada por varias potencias extranjeras, por lo que no estaba en condiciones de apoyar a los revolucionarios húngaros. Es probable que éstos hayan aceptado dejar el poder como consecuencia de un cálculo realista. Un país pequeño y débil había resistido exitosamente la agresión de Rumania y Checoslovaquia, pero no iba a poder resistir la de grandes potencias como Estados Unidos y Francia. El régimen de la República de los Consejos había durado 133 días. Las nacionalizaciones fueron inmediatamente anuladas, muchos comunistas fueron encarcelados y se desató un terror blanco que causó no menos de cinco mil víctimas. El partido socialdemócrata fue desplazado del poder por un régimen conservador, fascistoide y antisemita, dirigido por el almirante Miklos Horthy, que llevó a Hungría a participar del lado del fascismo hitleriano en la segunda guerra mundial.

La Revolución húngara de 1919 fue la tercera revolución proletaria de la historia. La primera fue la de la Comuna de París, en 1871; la segunda, la revolución bolchevique en Rusia en 1917. Los revolucionarios cometieron varios errores graves, principalmente las nacionalizaciones a ultranza, tanto de las grandes propiedades agrarias, como de miles de pequeñas empresas. Esta historia debería ser más conocida, porque contiene como elemento muy importante el hecho de que la toma del poder se realizó por medios pacíficos. Pero, por otro lado, fue un grave error no prever la intervención extranjera y no tomar desde el primer momento medidas para hacerle frente. Aun si las hubieran tomado, es imposible saber si la revolución húngara hubiera podido sobrevivir.