Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de mayo de 2009 Num: 742

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Tres cuentos
TOMÁS URIARTE

A mitad de siglo
ARISTÓTELES NOKOLAÍDIS

Epicteto: hacia una espiritualidad alternativa
AUGUSTO ISLA

Efraín Huerta, poeta feroz
RICARDO VENEGAS

El tiempo suspendido de Rulfo
MARÍA ELENA RIVERA entrevista con ROBERTO GARCÍA BONILLA

La voz entera de Benedetti
RICARDO BADA

Mucho más que un verso
LUIS TOVAR

El mismo Benedetti
CARLOS FAZIO

Oaxaca, ¿tierra de linces?
YENDI RAMOS

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

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EL LABORATORIO DEL RACISMO

AMALIA RIVERA


La frontera que vino del norte,
Carlos González Herrera,
Taurus,
México, 2008.

El tema de la frontera es un fenómeno de tal complejidad histórica y cultural, siempre tan actual y hasta de moda, que ha producido un alud de literatura. Sin embargo, La frontera que vino del norte, del historiador y antropólogo Carlos González Herrera, tiene asegurado desde ahora un lugar especial por la mirada con que aborda el tema.

A partir de lo que él llama “un estudio de caso: el área de El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, Chihuahua”, logra fundamentar, a lo largo de los ocho ensayos que conforman el libro, las prácticas políticas y socioculturales que definen la frontera como hoy la conocemos. Más allá de que ésta haya sido producto de un tratado impuesto por la fuerza, tras la terminación de la guerra del '47, como fue el Tratado Guadalupe-Hidalgo, no es un asunto de mapas, dice, sino “un auténtico acto de ingeniería cultural en cuyos elementos constitutivos está el de la migración provocada y la elaboración del concepto México y lo mexicano como versión particular de la otredad ”.

Y es que el abismo material que siempre ha existido entre estas dos naciones tan cercanas, pero lejanas y opuestas –una, imperialista, la más poderosa del mundo, acechante y abusiva; otra, dependiente y marcada por una pobreza galopante– imponen “relaciones de tal complejidad y tensión que no pueden producir zonas limítrofes pacíficas, armoniosas y de comprensión sencilla”.

Conocedor in situ de la frontera, donde ha vivido más de dos décadas, refiere que el cruce fronterizo entre Juárez y El Paso es “un mirador extraordinario”, porque ahí se han producido choques entre culturas, historias, lenguas y religiones diferentes, para investigar la conformación histórica de ese “laboratorio para las afirmaciones del carácter imperial de eu y de un nacionalismo basado en la exclusión”.

Hechos referidos en la prensa nacional y estadunidense, testimonios recogidos por tradición oral, mapas, pero sobre todo la revisión minuciosa de documentos históricos del siglo XIX y principios del xx le permitieron profundizar en los orígenes de este laboratorio que es la frontera y del que surgió lo que denomina “el racismo científico para dar validez a prácticas humillantes”. De esta manera, sostiene, la voz de la ciencia y la medicina, apoyadas inclusive por la prensa mexicana, lograron armar un sólido discurso antimexicano y racista que legitimó la violencia, la exclusión, rituales de vigilancia mediante la cual eu logra, con la fuerza del Estado “la imposición paulatina de una disciplina sobre los cuerpos de los mexicanos. Observar, preguntar, tocar, bañar, desinfectar y vacunar son parte de un engarzamiento de técnicas que van sofisticándose y haciéndose cada vez más intrusivas y violentas”, además de que siempre se usan a conveniencia, y que “existe la posibilidad de reclamar que cualquier migrante representa un riesgo para la nación”.

Un hecho histórico revelador es el que aquí se rescata, ya que ha permanecido convenientemente olvidado, y que el autor justamente denomina “El holocausto”: el 6 de marzo de 1916, Frank Scotten, alcalde de la prisión de El Paso y G. B. Calnan, su director médico, ordenaron llevar al patio a cincuenta prisioneros que ahí fueron desnudados para ser “despiojados” con una mezcla de querosén y vinagre. Una chispa de origen desconocido inflamó los tanques que contenían la mezcla y explotaron. Las víctimas habían llegado de Juárez y, entre los prisioneros, casualmente, había diecinueve villistas...

Las tensiones, pues, siempre han existido y se exacerban en épocas que eu percibe particularmente peligrosas, como tras la Revolución mexicana, o en 1918, después del triunfo de la Revolución bolchevique, que fue cuando exigió a los mexicanos la presentación de pasaporte que en sus orígenes fue “provisional”.

A la inmigración, que impactó fuertemente la historia de eu del siglo xix , según expone, dedica un capítulo para rescatar la presencia de los primeros inmigrantes de la frontera: los chinos, al igual que la de la disidencia: los perseguidos políticos de Porfirio Díaz, quienes vieron en la frontera un exilio.

Las oleadas de inmigrantes mexicanos no son gratuitas, según va documentando, ni tampoco es “connatural a la nacionalidad mexicana ni de las condiciones de pobreza que se viven en el sur: es un proceso conscientemente inducido desde eu para satisfacer sus mercados laborales”. Sin embargo, la contraparte mexicana también es responsable, ya que el gobierno en turno se ha visto lento, ha tenido una respuesta escasa y tardía a las políticas del imperio, y sigue pensado que la vigilancia de la frontera solamente corresponde a eu , al tiempo que ha sido incapaz de articular una política de Estado en la materia. Ya desde tiempos de Venustiano Carranza, apunta González, el desinterés hacia los migrantes fue grande, e incluso, en un hecho vergonzoso, el ejército carrancista resguardó a los estadunidenses, que temían la furia del pueblo juarense a pocos días del “holocausto”, cuando se dirigían a “la ruta de la diversión”, léase burdeles y cantinas, destino al que felizmente pudieron llegar.

En materia de prejuicios raciales, sostiene, la misma autoridad mexicana ha practicado una discriminación constante, especialmente hacia los indígenas. Asimismo, la prensa más retardataria ha afianzado ese “racismo científico” al condenar a “las turbas que se oponen a los procedimientos de salud pública de un país moderno como EU.

Para no hacernos falsas ilusiones, La frontera que vino del norte nos deja claro que desde 1924 –año en que fue creada la Patrulla Fronteriza –, “las autoridades estadunidenses sólo han esperado de las de México cooperación para la protección de sus intereses”. No obstante, concluye, la historia de la frontera “nos ha dejado, además de profundos remanentes culturales y emocionales, redes sociales y de movilidad que una división tan absurda no podía eliminar con facilidad”.

Se trata, pues, de una obra de primer orden: la frontera vista desde la mirada inteligente de un mexicano y un historiador que no sólo conoce la historia, sino que sabe contarla y muy bien, pues, como sabiamente ha apuntado Paco Ignacio Taibo II, la amenidad no siempre se le da al historiador.