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Al menos 30 muertos y cientos de heridos; ningún grupo se adjudica la responsabilidad

Atentado a oficinas de policía en Lahore; lo atribuyen a una venganza de los talibanes

Edificio de inteligencia también es blanco del ataque

Abatidos más de mil milicianos en un mes

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Rescatistas y voluntarios buscan víctimas entre los escombros de un inmueble destruido en un ataque con bomba perpetrado ayer en la ciudad paquistaní de LahoreFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 28 de mayo de 2009, p. 26

Lahore, 27 de mayo. La muerte y el caos volvieron a la ciudad paquistaní de Lahore este miércoles cuando milicianos dispararon contra oficinas de la policía y cuerpos de inteligencia y después detonaron una bomba en un aparente ataque suicida que dejó 30 muertos y cientos de heridos.

Las autoridades creen que la agresión fue en venganza por la operación militar que está en marcha desde hace tiempo contra el talibán, lo que hace pensar que el de hoy es sólo el primero de una oleada de ataques.

Testigos vieron a varios hombres armados estacionar un auto en la calle que está entre las oficinas de una unidad de policía y la agencia nacional de inteligencia (ISI), y señalan que a las 10:30 de la mañana comenzaron a disparar. Cuando guardias respondieron al fuego, los militantes detonaron una bomba de gran potencia y demolieron un edificio, mientras las paredes de otro se venían abajo.

Equipos de emergencia y transeúntes luchaban por sacar sobrevivientes de entre los escombros. Veinte personas quedaron lesionadas cuando los techos de los quirófanos de un hospital vecino colapsaron. El estallido se escuchó a más de seis kilómetros de distancia.

Nadie se atribuyó el ataque, pero el jefe del ministerio paquistaní del Interior, Rehman Malik, sugirió que éste pudo haber sido una venganza por la ofensiva contra el talibán que el gobierno lleva a cabo desde hace semanas en el valle de Swat y el noroeste del país. Creo que han llegado a nuestras ciudades elementos antipaquistaníes que quieren desestabilizar al país y vernos derrotados en Swat.

Desde que el ejército lanzó una operación sorprendentemente fuerte el mes pasado contra combatientes talibanes que controlaban el valle de Swat y sus alrededores luego de que fracasó un cese el fuego, existe la preocupación de que los combatientes lancen ataques con el fin de distraer a las autoridades y socavar el apoyo popular hacia éstas.

Lahore, capital de la influyente y poderosa provincia de Punjab, es un blanco obvio para ataques de venganza, en especial, si se toman en cuenta sus tradicionales vínculos con el ejército. Para la gente de Lahore, considerada la capital cultural de Pakistán que durante mucho tiempo logró evadir la violencia militante que ha sacudido otras partes del país, estos ataques son una nueva y creciente amenaza.

En marzo pasado, el equipo de cricket de Sri Lanka, que estaba aquí de visita, fue atacado y los militantes perpetraron un asalto a la academia de policía el mismo mes. El reciente atentado con bomba ha sido el tercer incidente ocurrido en esta ciudad en lo que va del año, pero pocos creen que será el último.

Es difícil señalar con exactitud (quién es responsable) pero probablemente esté ligado a Swat o al cinturón tribal que circunda el valle, señaló el general retirado Talat Masood.

Esto sigue el patrón de ataques contra agencias de inteligencia. Hacer de Lahore un objetivo es importante para ellos. Creo que (las autoridades) esperaban algo así. Los combatientes creen que es la única forma en que pueden contener la operación militar, pues suponen que entonces el pueblo presionará al gobierno para que emprenda negociaciones con los rebeldes, agregó.

También hubo especulación en los medios paquistaníes en el sentido de que los ataques podrían estar vinculados con el juicio a Hafiz Mohammed Saeed, cabecilla del proscrito grupo Jamaat ud Dawa, quien está acusado de haber planeado los ataques en Mumbai. Se suponía que hoy sería presentado en una audiencia en el edificio de la Suprema Corte de Lahore, cercano al lugar de los hechos. Algunos comentaristas sugirieron que el atentado pudo haber sido un fallido intento de huida.

En todo caso, los estallidos causaron daños considerables en el centro de Lahore. Entre los muertos hay miembros de la controversial agencia de inteligencia ISI, cuyo edificio fue uno de los blancos.

En el momento de la explosión todo se oscureció, dijo el testigo Muhammad Ali a la agencia Associated Press. Primero el estallido, luego disparos, es como si hubiera estado en el centro de una batalla campal.

La operación en Swat y otras zonas del noroeste fue lanzada después que militantes tomaron el control de varias zonas a menos de 100 kilómetros de Islamabad. Este miércoles, el ejército atacó posiciones talibán en el sur de Waziristán, donde vive Baitullah Mehsud, cuyo grupo talibán se responsabilizó del ataque contra la academia de policía.

La operación contra la guerrilla ha recibido fuerte apoyo occidental. Washington, en particular, ha señalado que considera esta misión como una prueba de la determinación del gobierno y el ejército para confrontar finalmente a los rebeldes.

Mandos castrenses señalaron que al menos mil 100 militantes han muerto en la operación, que comenzó a principios de mes, y que los talibanes están en retirada. El ejército dijo que las tropas han liberado la aldea de Piochar, ubicada en una parte remota de Swat que es base del líder rebelde Maulana Fazlullah, y previó que Mingora, la ciudad más grande del valle, quedará libre de talibanes en los próximos tres días.

Sin embargo, la operación ha tenido un costo considerable. Más de dos millones de personas han sido obligadas a dejar sus hogares, en un éxodo hacia improvisados campos de refugiados. Funcionarios de agencias de ayuda han dicho que la situación es una potencial catástrofe humanitaria.

El ejército aseguró este miércoles que las áreas de Sultanwas y Mohmand también han quedado libres de militantes del talibán y que se considera que esos territorios son lo suficientemente seguros para que los desplazados regresen.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca