Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 31 de mayo de 2009 Num: 743

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Adriana Yáñez: entre filosofía y poesía
LUIS TAMAYO

Al compás de la OCDE (educación y cultura en México)
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Danilo Kis o el arte de mentir verazmente
GUY SCARPETTA

Reflexiones de Sándor Márai

La filosofía en tiempos panistas
ÁNGEL XOLOCOTZI YÁÑEZ

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Ilustración de Juan Gabriel Puga

La filosofía en tiempos panistas

Ángel Xolocotzi Yáñez

La muerte de dos filósofos mexicanos impulsores de la filosofía, Ricardo Guerra y Adriana Yáñez, se sitúa en un contexto en el que esta disciplina es mortalmente atacada por la eufemística razón del anonimato transversal.

El 21 de abril de 2009 murió Adriana Yáñez, esposa de Ricardo Guerra, fallecido el 30 de mayo de 2007. Entre las muertes de ambos encontramos un embate institucional contra la filosofía en México: la desaparición de las asignaturas filosóficas en el bachillerato y la anulación de facto del espíritu académico del Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM).

¿Qué sentido tiene enseñar filosofía a nivel medio superior en un país como México? Probablemente esta pregunta se la han hecho los economistas que cocinaron una curiosa ontología en donde la filosofía desaparece de modo expreso. pero se mantiene “transversalmente” –de acuerdo con formulaciones del subsecretario Székely. Se trata de una especie de “filosofía anónima”, la cual se disuelve en otras áreas. La filosofía, que aparecía bajo los nombres de lógica o ética en los programas tradicionales, es devorada por la Educación por competencias, de la Secretaria de Educación Pública (SEP). Quienes esgrimen esta peculiar ontología afirman que hay cosas solubles y otras insolubles. Las matemáticas y la comunicación son insolubles y requieren un espacio propio. La filosofía como tal puede diluirse en cualquier otro ámbito. Puede ser anónimamente transversal porque ya no tiene lugar.

Sin embargo, la filosofía en México ha tenido nombre y ha tenido un lugar. Probablemente los tecnócratas de la sep no estén informados de los grandes logros de la cultura mexicana: desde José Vasconcelos hasta Octavio Paz. Paradójicamente, el primero fue un filósofo que, entre otros asuntos, fundó la sep , y el segundo es un Premio Nobel que recomendaba estudiar filosofía: “La poesía y el pensamiento viven en casa separadas, pero contiguas. Hay siempre un pasadizo secreto y los buenos poetas frecuentan al pensamiento porque la buena poesía es lucidez y también los grandes filósofos se alimentan de poesía.”

Poco importa que la filosofía haya contribuido al surgimiento de un Nobel de Literatura, ya que Paz recordaba siempre su formación filosófica; para los tecnócratas, la filosofía, y en general las humanidades, no contribuyen al progreso. Esto, de acuerdo con afirmaciones de Juan Pablo Laclette, coordinador del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT), quien en varias ocasiones ha señalado que si el progreso se midiera por la filosofía y la literatura, México sería una superpotencia.

¿Será que la filosofía, la literatura y en general las humanidades sólo sirven para adornar a un país cuando, si acaso, obtienen premios? ¿Octavio Paz y Carlos Fuentes son sólo ornatos para un país como México y lo que se requiere es el progreso medido en las ciencias naturales? Al parecer esa es la línea a seguir, ya que tanto el FCCy T como la sep orientan sus propuestas en términos de una muy estrecha idea de progreso, medida por la innovación de las patentes. En esta idea cuantificable de producción, las humanidades, y especialmente la filosofía, estorban. La crítica, la reflexión y en general el pensar son más bien un obstáculo para la reducción del ser humano a máquinas productivas.

Sin embargo, más allá del problema de la técnica que está en juego, la filosofía en México ha formado generaciones de alumnos pensantes que no han sido dóciles ni a dogmatismos religiosos ni a subordinaciones políticas. Muy seguramente en esta cultura educativa encontramos elementos centrales que propiciaron cambios democráticos en este país. Resulta paradójico que ahora, cuando se promueve la actitud crítica en torno a elecciones políticas y el combate a la corrupción a partir de exigencias éticas, el mismo gobierno disuelva la lógica y la ética en competencias transversales. ¿Se trata de ambigüedad o de plena esquizofrenia política? Parece más bien esquizofrenia al provenir todo esto de un partido que, por su tradición católica, debiera defender el humanismo (no es gratuito que los sacerdotes estudien filosofía).

La filosofía anónima de la sep no es, empero, el único ejemplo antihumanista de la política panista. Recientemente ha salido a la luz lo que el pan morelense ha hecho con el cidhem (cfr. www.jornada.unam.mx/2009/03/26/index.php?section=opinión&article=020a1pol). Este centro, fundado en 1994 por Ricardo Guerra en compañía de Adriana Yáñez, tenía como prioridad el alto nivel académico en las humanidades. Esto guió tanto la conformación de la Junta de Gobierno como la contratación de profesores. Ahora no sólo ingresan los diputados del pan , sin mayor reconocimiento académico, a dar clases, sino que la Junta de Gobierno se ha convertido en una extensión del gabinete del gobernador, incluso después de que se ha publicado la “fe de erratas” en donde se le restituye un lugar a la UNAM.

Ricardo Guerra, quien fue alumno de José Gaos en México y de Jean Hyppolite en Francia, así como miembro del Grupo Hiperión, demostró su compromiso con la filosofía fundando y manteniendo espacios para su difusión y ejecución. No sólo fue Director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, sino que colaboró en la Fundación de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Guanajuato, del Instituto de Cultura de Morelos y del ya mencionado cidhem .

Adriana Yáñez, quien lo acompañó en parte de esta travesía fundacional, se centró en lo que Octavio Paz llamaría los pasadizos secretos entre filosofía y poesía. Su obra, coartada recientemente a los cincuenta y cinco años de vida por un cáncer de páncreas, refleja aquel dictum de Novalis en el cual la filosofía es nostalgia, es un impulso a sentirse en casa en todo lugar.

Ahora, a dos años de la muerte de Ricardo Guerra, y en memoria de la partida de Adriana Yáñez, nos queda su obra y su ejemplar compromiso con la filosofía. El mejor homenaje que se les puede hacer es luchar por mantener aquello que guió sus vidas: la defensa de las humanidades. Los que estamos convencidos de ello lo seguiremos haciendo, incluso contra la bipolaridad del gobierno panista y sus falanges en la SEP.