DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 1 DE JUNIO 2009 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Introducción

La basura sin rienda
Gerardo Bernache Pérez

Gestión de residuos y participación ciudadana en Tepic
Claudia Estela Saldaña

Los residuos sólidos en el estado de Chihuahua
Luis Armando Lozoya

La producción y manejo de los residuos sólidos en Morelia
Otoniel Buenrostro

La importación de llantas usadas en Baja California
Sara Ojeda y Elizabeth Ramírez

Aprendiendo a vivir con la basura
Ana Carolina Velásquez

Una mirada al tiradero municipal de Peñasco, SLP
Carmen Himilce Macías

Los basureros y comunidades contaminadas
Gerardo Bernache Pérez

El patio trasero: los desechos industriales en La Pedrera, SLP
Francisco Javier Rangel

Gestión integral de los residuos sólidos de la UAM-Azcapotzalco
Rosa María Espinosa, Sylvie Turpin, Griselda Polanco, Alfonso de la Torrea e Irma Delfín


Correo electrónico:

[email protected]

  

Una mirada al tiradero municipal de Peñasco, SLP

Carmen Himilce Macías Manzanarez
Estudiante de la maestría en antropología social, El Colegio de San Luis
Correo electrónico: [email protected]

La ciudad de San Luis Potosí, como muchas otras en nuestro país, ha dependido de los tiraderos para enterrar sus basuras. En 1995 se abrió el de Peñasco, ubicado en la entonces periferia de la capital, en una zona conocida como Milpillas, actualmente rodeada por colonias y fraccionamientos. El sitio nunca contó con un diseño que garantizara que la disposición final de los residuos sólidos no acarrearía daños ambientales. Peñasco ha seguido operando casi en las mismas condiciones en las que comenzó.

Los residuos sólidos en San Luis Potosí

En esta ciudad habitan 730 mil 950 personas, y 226 mil 803 más que se localizan en Soledad de Graciano Sánchez (Conteo Nacional de Población y Vivienda 2005) . En cuanto a la producción de basura la Dirección de Ecología y Aseo Municipal calcula que se generan entre 850 gramos y 1 kilo diario de residuos sólidos por persona. El municipio recolecta unas 157 mil 677 toneladas anuales. Se argumenta que es difícil saber la cifra total y exacta de lo que se recolecta. El ayuntamiento potosino cuenta con 148 rutas de camiones recolectores, sin contar las de los carretoneros (existen tres uniones: la Francisco Villa y dos que no tienen nombre) y los camiones de recolección voluntaria (Frente Recolector Urbano, Recolectores Libres, Federación de Prestadores de Servicios Únicos y Similares, Confederación de Trabajadores de Mantenimiento Limpia, Unión de Servidores de Limpieza Pública, Prestadores de Servicios, Unión Independiente) registrados por ayuntamiento.

Las autoridades afirman que en el tiradero se deposita un promedio de mil 100 toneladas de residuos sólidos urbanos y de manejo especial, mientras que la empresa da un promedio diario más exacto: 929 toneladas.

La vida diaria en el tiradero

Desde la apertura del tiradero se han congregado allí personas dedicadas a separar de la basura materiales reutilizables que más tarde venden. A esta actividad se le denomina pepena (del náhuatl pepena : escoger, recoger). La adquisición del oficio de la pepena va más allá y se remonta a esos tiraderos clandestinos que por muchos años proliferaron por la zona norte de la capital potosina. Personas que aprovecharon las circunstancias y la oportunidad para hacerse de un dinero extra y que poco a poco fueron introduciéndose más en el trabajo por las ventajas económicas que les ofrecía.

Doña Mary es una señora de 55 años, vive en San José del Barro, comunidad ubicada en la periferia de la ciudad. Doña Mary me platica que llegó al tiradero porque tenía que mantener a siete hijos pues su marido la abandonó. Cerca de su hogar iban varios camiones a tirar la basura en un baldío al que acudían personas a juntar material. Un día que andaba cerca tirando su basura uno de los choferes de un camión del municipio le dijo que por qué no juntaba, que había mucha gente que sacaba buen dinero de ahí. Días más tarde ella fue sola a recolectar basura. En un principio no sabía ni qué se juntaba ni cómo se vendía, pero poco a poco fue viendo resultados.

La gente manifiesta que ese trabajo les ofrece varias ventajas: no tienen horarios, ni jefe, no trabajan a destajo y, sobre todo, los ingresos que perciben son mucho más altos que los que podrían obtener en un trabajo asalariado. La mayoría expresa que se encuentran a gusto con su trabajo.

Chuy, una de las hijas de doña Mary, dice entusiasmada que le gusta mucho, que no lo cambiaría por nada. Cuenta que ella desde los ocho años le ayudaba a su mamá y a sus hermanos en el tiradero. Van de lunes a viernes, pero cuando la familia decide quedarse en la casa pueden incluso faltar toda la semana al tiradero y no hay problema.

Su casa queda un poco retirada del tiradero y como se transportan en una “volanta”, tiene que salir a las 3 o 4 de la mañana. En el tiradero laboran hasta las 4 o 5 de la tarde. Por semana ella saca entre mil y mil 200 pesos, recogiendo “de todo”: PET (botellas de plástico), plástico duro (por ejemplo envases de leche), cartón, papel, botes (latas de alimentos), fierro, aluminio, cobre (estos últimos tres son por los que se recibe mejor paga, pero también son los más escasos de pepenar).

Hay otros pepenadores que también recogen zapatos (sirven de combustible para las ladrilleras), desperdicio, otros tipos de metales (regularmente junto con los ya mencionados, son los mejores pagados), alimento para el autoconsumo (aquel que llega a estar en un mejor estado) e incluso objetos más especializados, como las botellas de perfume o los cartuchos de tinta.

Cuando se les pregunta si les gustaría otro trabajo, la mayor parte de las personas exponen estas razones para explicar el porqué prefieren trabajar en el tiradero, aunque muchos de ellos no tienen otra opción pues ni siquiera terminaron la primaria.

Es el caso de Chuy, quien a sus 24 años apenas llegó a tercero de primaria. Su mamá ni siquiera asistió a la escuela. Para otros, la pepena es el único trabajo que han conocido. Como Esther, quien tiene 15, está embarazada y asiste al lugar desde que sus padres la llevaban al tiradero, cuando apenas tenía dos años.

Actualmente existe otra generación más de niños que asisten tan sólo a acompañar a sus padres o a ayudarlos a juntar basura. Estos niños en varios de los casos no asisten a la escuela, por lo que el destino que les espera es seguir en el mismo oficio que sus padres.

Una situación difícil de soportar son los continuos pleitos. Al sitio asiste una familia, que fue pionera en llegar a Peñasco. La denominan Los Diablos. Chuy dice “no trabajan y no dejan trabajar”, ya sea simplemente que insultan a la gente; incluso se ven envueltos en peleas.

El riesgo de perder su fuente de trabajo

Para los pepenadotes, el principal riesgo que ellos contemplan es la pérdida de su trabajo. A pesar de que se tiene registrados 641 pepenadores, tan sólo entre 200 y 300 asisten diaria y regularmente al lugar. Para hacer frente al ayuntamiento y ante la inestabilidad en la que se encuentra su situación laboral, los pepenadores decidieron unirse en la llamada Coalición Organizada de los Pueblos, dirigida por Margarito Sánchez, uno de los primeros pepenadores en llegar a Peñasco. Esta organización ha tenido algunos cambios y actualmente se llama Sindicato Único de Pepenadores. Todo aquel que quiera entrar al tiradero debe de estar inscrito en el “sindicato”, y para ello hay que pagar entre 70 y 100 pesos para que se les haga una credencial que los acredite como parte del sindicato.

Esta organización es la única que agrupa a los pepenadores que trabajan en el tiradero. Se ha convertido en una fuerza importante para defender su fuente de empleo. Varias han sido las movilizaciones que ha organizado el sindicato (apoyado por otras uniones de recolectores voluntarios) ante el temor de que se “privatice la basura” y se les deje sin empleo. Esta situación se intensificó desde 2005 cuando se conoció el proyecto de convertir el lugar en estación de transferencia, así como la propia introducción de la empresa, acciones que levantaron sospechas de los pepenadores.

El futuro del tiradero

La situación actual y futura del tiradero de Peñasco debe de abordarse desde múltiples ejes. El basurero en sí mismo es una fuente muy redituable: uno de los compradores de PET alguna vez dijo “yo no me levanto de mi cama si no es por mínimo 15 mil pesos”, esto mientras sacaba un fajo muy grueso de billetes de alta denominación para pagarle a un pepenador. Otro punto es que para cumplir con las normas ambientales y una correcta disposición final de los residuos sólidos, se tendría que retirar por completo a los pepenadores, ya que se han convertido en elemento que, según la opinión de algunos, ha enviciado (e incluso manipulado) la administración del lugar.

Hay que tomar en cuenta que para un buen número de gente ésta es su única fuente de empleo. ¿Qué pasaría entonces con todas estas familias?

También hay que ver la forma en la que ayuntamiento aprovecha a los pepenadores en asuntos que nada tienen que ver con la gestión de los residuos sólidos. Los obliga a participar en manifestaciones públicas a favor de los funcionarios del ayuntamiento.

Mientras, el problema de la basura y su disposición final sigue sin solucionarse.

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