Opinión
Ver día anteriorSábado 6 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Propuesta para definir un nuevo modelo de país
D

edico este artículo a proponer un sueño. Un disparate, dirán seguramente algunos de los que se tomen el trabajo de leerlo. No es mi objetivo imponer mis ideas, sino abrir una discusión, que necesitamos con urgencia; otros lo han hecho ya mucho antes que nosotros, como el doctor Pablo González Casanova, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Empezaré diciendo que pocos le damos importancia al hecho de que el nombre de nuestro país sea Estados Unidos Mexicanos, totalmente similar al de Estados Unidos de América, o más bien de Norteamérica, pero aquí vale la pena señalar que los estadunidenses nacieron como nación a partir de 13 colonias que se habían independizado para transformarse en estados soberanos y autónomos, que luego decidieron unirse en una federación. Este no fue el caso de México, que surgió a partir de una sola colonia, la Nueva España.

La idea de hacer del México independiente una nación similar a la federación estadunidense era visionaria, pero poco se hizo para convertirla en realidad (de hecho no había cómo), por lo que terminó siendo una simulación, la primera de las grandes simulaciones que trastocaron nuestra historia moderna. En la realidad éramos una república centralista y un tanto monárquica, y en muy buena medida lo seguimos siendo hasta hoy, en tanto que en el modelo económico del país en su conjunto –especialmente en lo referente a la administración pública–, todo se sigue dictando y controlando desde el gobierno federal, mientras que las atribuciones del presidente son origen de excesos.

Así, el desarrollo económico nacional ha estado centrado en el petróleo durante varias décadas, no obstante que son sólo cinco estados los que cuentan con recursos petroleros, ignorándose y despreciándose otras posibilidades que fueron enormes fuentes de ingresos en el pasado.

Los resultados son lamentables, porque implican la depredación del patrimonio de una región para sostener la economía del país entero, incluidas en primer lugar sus finanzas públicas, así como el anquilosamiento de las demás posibilidades de producción, tal como sucede en las familias que dejando de lado las actividades productivas, viven de sus rentas o de la enajenación de su patrimonio, porque ya no saben cómo generar riqueza, ni están dispuestas a hacerlo.

Ignoramos, así, la existencia de naciones enteras que viven totalmente de la pesca, exportando sus productos a todo el mundo, con niveles de ingresos para su población varias veces mayores que los nuestros. ¿No podría ser también la producción pesquera el eje de la economía de Baja California, y quizás de otros estados? Dada la gran extensión de nuestros litorales, ¿no podrían algunos estados orientar sus esfuerzos a producir embarcaciones, con objeto de facilitar el intercambio comercial con las naciones iberoamericanas, que constituyen uno de los mercados potenciales con mayor futuro? ¿Acaso no nos dice nada la experiencia y el éxito de otros países que se dedican a esta actividad?

Sabemos que tan sólo el estado de Veracruz tiene una diversidad forestal mayor que la de toda Europa, más la de Canadá y Estados Unidos juntos. ¿Sería posible pensar que el país tuviera una industria forestal ubicada en dos o tres estados, similar a la de Finlandia? (pero sin dejar pelones los cerros, por supuesto). Las posibilidades de desarrollo económico surgen por todas partes, pero nada de esto es posible con el esquema político-económico actual del país, que sí lo sería con otro, en el que cada uno de los estados fuera responsable de generar sus propios recursos y actuara en una federación real, como la que hoy conforman los estados de la Unión Europea, o la nueva comunidad de naciones asiáticas.

Desde luego hay razones suficientes para hacer a un lado una propuesta de este tipo. Algunos dirían, y no sin razón, que el principal problema del país no es el centralismo, sino la corrupción, mientras que a otros, la distribución de los recursos naturales les parecería muy injusta, por la inmensa cantidad de recursos petroleros o mineros que existen en algunas regiones del país, mientras que otras tienen muy pocos recursos y a lo mejor mucha gente. Otros pueden pensar que de aplicarse un esquema así, se estarían replicando los vicios del sistema actual en cada uno de los estados, cuyos gobernantes se convertirían de inmediato en nuevos caciques absolutos, mientras que a otros más puede parecerles simplemente imposible por la enorme diversidad de intereses creados.

Todos estos son en efecto cuestionamientos válidos, pero cada uno de ellos tiene una respuesta sólida, como trataré de mostrar en los siguientes artículos. Por otro lado, lo que no puede, ni debe suceder, es que sigamos todos así, con la sensación de que no existe solución posible, esperando pasivamente a que las cosas truenen.

En primer lugar, quisiera recurrir a la historia, como lo han hecho, en otros tiempos, distinguidos pensadores políticos. Está así el caso reciente y ejemplar de la Unión Europea, constituida por un conjunto de países que luego de estar dándose en la torre por más de mil 500 años (después de la retracción del imperio romano), mejor decidieron asociarse en un pacto que les permitiese intercambiar bienes, servicios y cultura, en lugar de proyectiles y gases venenosos.

En este sentido tendríamos una gran ventaja, en la medida que no existen rivalidades ni rencores entre las diferentes regiones del país, como sí los hay entre las naciones europeas, o entre las diferentes repúblicas soviéticas, por no hablar de las de Yugoslavia. ¿Tendría sentido hablar de una Federación Mexicana de Estados Autónomos, dispuestos a intercambiar bienes y servicios tales como petróleo, energía eléctrica, productos alimenticios, conocimientos, bienes de consumo duradero, maderas, minerales, playas, música y entretenimiento, medicinas y servicios financieros, tal como lo hacen ahora los estados europeos o los de la comunidad del Pacífico? Pienso que al menos vale la pena considerarlo.

Esta no es, desde luego, la única referencia histórica posible. En su época dorada los griegos, a diferencia de otras civilizaciones importantes, surgieron como un conjunto de pequeñas ciudades Estado, que aun con diferencias internas entre ellas, pudieron crear una nación mítica, que aún hoy sigue siendo una referencia importante en todos los campos del conocimiento y las artes.

En mi próximo artículo trataré de responder a los cuestionamientos ya mencionados, o los de aquellos lectores que puedan tener comentarios y me los quieran hacer llegar por correo electrónico a: http://modelodepais.blogspot.com.

PD. El número total de contagios de A/H1N1 a escala mundial, reportado por la OMS (junio 6), es de 19 mil 273, con 117 muertes, incluyendo de México 5 mil 9 contagios, con 97 muertes (1.97 por ciento), lo cual quiere decir que en el resto del mundo (ocho países) se han dado 14 mil 244 contagios, con 20 muertes (0.14 por ciento). Más claro, ni el agua.