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Festejan que hace 25 años nació una de las estaciones de radio más influyentes del DF

Rock 101, paradigma de cómo hacer radio en México: Salas

Pensar en ese medio como fenómeno de soledad compartida; que la música es la protagonista, no los locutores, y sorprender permanentemente, fueron algunos de los principios, comenta

Foto
Luis Gerardo Salas y Lynn Fainchtein, pilares de la estación, en los años 80
 
Periódico La Jornada
Martes 9 de junio de 2009, p. 9

Este mes se recuerda que hace 25 años nació una de las estaciones de radio más influyentes del último cuarto del siglo XX en la ciudad de México, Rock 101. Si lo hubiera organizado deliberadamente, no habría salido tan bien, dice en entrevista Luis Gerardo Salas, fundador, orquestador, de esa legendaria emisora, indeleble en la vida de una generación que vio en aquélla un alivio contra al hecho de sufrir un México aislado, con escasos lugares para comprar discos o revistas, u oír rock en vivo; un México en que los conciertos de bandas foráneas o la información al día, vía algo parecido a Internet, eran futurismo puro.

Conceptos como Idea musical o Puro, total y absoluto rocanrol fueron recreados por Ibero 90.9 (Gabriela Warketin, Ricardo Zamora, Uriel Weizel, Julia Palacios) el domingo 31 de mayo y el lunes primero de junio, con entrevistas, música y promos de la época, así como con las obligadas viñetas (pache-textos que rubricaban el final de cada canción). Fue un trabajo periodístico serio, lúcido, que saturó la transmisión en línea del 90.9, y que no recurrió a la nostalgia, sino al reconocimiento documental, objetivo, de la frecuencia que quizá no fue única en abrir camino, pero sí la que indicó como posible hacer una radio divertida, mas no frívola; culta mas no pretenciosa; crítica, mas no panfletaria; selecta mas no elitista.

Al principio del mes Horizonte (Imer) y RMX (Imagen) hicieron sendos homenajes; Carlos Puig (W Radio) y Jessie Cervantes (EXA) entrevistaron a Salas, y el incansable “club de fans” atestó el Moonbar con cerca de dos mil asistentes: Rockstock transportado al Camino Real.

La fiesta de los fans

–¿Qué siente al ver que aún hay gente que recuerda la emisora con efusión, incluyendo jóvenes que apenas nacían entonces?

–Cuando acabó la estación en 1994, viví algo traumático, como si me hubieran matado un hijo. Mucho tiempo no quise oír nada de lo que pasábamos. En mi I-pod no hay música de esa época. Pero ese trauma fue curado, removido, ahora que 90.9 hizo este trabajo, que se realizó la fiesta de los fans, los programas… Me hicieron revalorar lo que hicimos. Sentí gran responsabilidad, pues vi que afectamos la vida de muchos. Creo que abrimos una brecha arquetípica de cómo hacer radio en México; otros siguieron ese patrón, se volvió un paradigma.

–¿Qué principios identifica como propios de ese paradigma?

–Pensar en la radio como un fenómeno de soledad compartida; ver a la radio como lo que ocurre entre canción y canción; que la música es la protagonista, no los locutores; sorprender permanentemente; establecer reglas claras de creatividad y de concepto, para luego romperlas; tener empatía con el entorno; tener humildad para reconocer que afuera hay gente igual o más informada, y saber que si estoy tras un micrófono no es porque sea superior, sino porque tengo algo qué decir, una voz propia. Una estación es como una persona, con rasgos propios, identificables.

–A algunos que hicieron radio después, les molesta que usualmente diga haber creado un paradigma: gente como José Álvarez (ex director de Radioactivo) o ex locutores como Olallo Rubio. Varios de esa camada dicen nunca haber oído Rock 101, y que sus ideas para hacer radio fueron propias… ¿Qué rasgos siente que siguen vivos en Reactor 105 o Ibero 90.9?

–Sería arrogante decirlo, pues tampoco creo que el ciento por ciento provenga de Rock 101. En ellos prevalecen valores universales; la creatividad, la búsqueda de formas nuevas de comunicación… Lo que sí creo es que es imposible negar paternidades. Yo asumo que me influyó el trabajo de Mario Vargas, de WFM; Sergio Rod, de Radio Mil; Adolfo Fernández, de Radio Universal; Luis Cabero de Radio Capital; Bolívar Domínguez, de La Pantera… Siento que en Ibero hay gente que ama la radio, por lo cual tuvo la humildad para reconocer que hubo algo bueno en Rock 101.

–Y de esa responsabilidad que sintió, ¿no le nace la inquietud de volver al ruedo? (desde 2001 no hace radio, tras W-Radical).

–Si lo hiciera, no desacreditaría a nadie. Partiría de respetar lo que todos están haciendo, pues todos hacen su mejor esfuerzo.

Imaginación: respeto

–El mundo es otro: sobre-información, redes sociales, I-pods con los que cada quien selecciona lo que quiere oír, conciertos al día… Ante ello, ¿aún tiene sentido hacer radio? ¿Qué ofrecería hoy en una estación para jóvenes?

–Trabajo en ello. Los jóvenes viven un mundo menos cuadrado y estigmatizado, pero no tan distinto. Y hacer radio sigue teniendo sentido porque el ser humano es el mismo. Y aunque hay mucha información, la gente aún elige sus cuatro mismos canales, sus mismos 10 libros, sus mismos 20 discos…

–¿A qué rasgos de la naturaleza humana seguiría apelando, entonces?

–A la imaginación y al respeto. El primero es uno de los atributos humanos más valiosos, difícil de alcanzar, y bellísimo cuando logras comunicarte a través de él. Y puedes ser imaginativo mientras respetes el nivel intelectual de tus escuchas, no lo menosprecies. No importa qué medio uses, sino en qué medida despiertes el asombro, cuánto respetes a tu auditorio. Eso seguirá generando vínculos, comunidades…

–¿O sea que es un hecho que dará a luz un nuevo concepto? ¿Por televisión, radio, Internet?

–No quiero aún revelar nada. Sólo puedo decir que sí… y que ocurrirá antes de un año.