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En la Casa Universitaria del Libro evocaron a la escritora a 106 años de su natalicio

Marguerite Yourcenar anheló un mundo sin idolatría, pero rico en respeto

La autora de Memorias de Adriano siempre buscó la belleza y la sabiduría, subrayan

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Marguerite Yourcenar (1903-1987) estudió las civilizaciones para lograr una mejor comprensión del mundoFoto Archivo
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de junio de 2009, p. 4

Con el título Nuestra Señora de las Letras, este lunes evocaron a la escritora Marguerite Yourcenar, a 106 años de su natalicio.

El acto se realizó en la Casa Universitaria del Libro, con la participación de Paola Velasco, José María Espinasa, Mauricio Carrera, José Antonio Lugo y Fernando Solana, de quien se leyó un texto.

Los escritores coincidieron en subrayar que en la obra de Yourcenar (1903-1987) se refleja su permanente búsqueda de la belleza estética, la conciencia, la felicidad y la sabiduría.

Marguerite Yourcenar, manifestó Velasco, buscó constantemente el conocimiento. Estudiando las civilizaciones antiguas y la historia se acercó a una comprensión más amplia del mundo, y a través de ésta llegó a comprender mejor a los hombres y sus motivaciones; a percibir con claridad que el sufrimiento, igual que la muerte o la enfermedad, no hace distinciones y que en esta tríada, como en pocos aspectos de la vida, reconocemos el lazo que nos une, el abrevadero común de toda la especie humana.

Lectura inagotable

La lectura de la obra de Yourcenar, expresó Espinasa, siempre ofrece nuevos ángulos. Su lectura, si no es infinita, es algo muy cercano: inagotable. Entre otras cuestiones, Espinasa hizo un análisis comparativo entre Jean Genet, Mishima, Broch y la obra de Yourcenar.

En su momento, Mauricio Carrera, tras hacer una semblanza de la autora, de su interés por el cristianismo, sus símbolos y rituales, por la ética protestante, por la herencia moral de la cultura grecolatina y por la forma en que se manifiesta lo religioso en Oriente, desde el islamismo hasta el budismo, enlistó algunos de los anhelos, odios y proyectos que se pueden encontrar en la vida y obra de Yourcenar, a partir de sus propias palabras.

Entre sus ideales, apuntó Carrrera, figuró “un mundo sin efusión de sangre humana o animal, en el cual todo crimen se consideraría odioso, conllevando sanciones prácticas y purificaciones morales. Un mundo en el cual la sexualidad, en todas sus formas, se consideraría sagrada, aunque no necesariamente situada en el más alto rango de lo sagrado. Un mundo sin idolatría, pero rico en respeto.

“Yourcenar odiaba la velocidad y la agitación inútil, la publicidad, es decir, la impostura, la rivalidad económica llevada al paroxismo, la fabricación de objetos inútiles y el sometimiento y embotamiento de las masas ocupadas en fabricar esos objetos.

Tenía, como proyectos, la ausencia total del miedo físico e intelectual, aprender a ignorar el ruido, rectificar siempre si el mínimo error se ha dicho o escrito y recordar siempre que cierto coeficiente de error es humano. ¿La alegría? No. Prematura en un mundo miserable. ¿La felicidad? Tal vez. Pero entonces que la felicidad sea un estanque claro en el cual el dolor vaya a beber.

Respuestas esenciales

José Antonio Lugo, traductor de La voz de las cosas al español, abundó sobre la búsqueda de la belleza, el placer sensual, la conciencia y la felicidad en Marguerite Yourcenar.

Solana, a manera de carta, en la que reconoce y admira la sensibilidad y el conocimiento de Yourcenar, destacó:

Creo fervientemente que en su obra están depositadas todas las reflexiones necesarias y ciertas respuestas esenciales ante el misterioso asunto de haber estado durante una vida aquí entre nosotros.

Autora de Alexis o el tratado del inútil cobarde, Opus nigrum y La voz de las cosas, entre otros, y sin importar que la cifra sea redonda, se celebró y recordó a Marguerite Yourcenar, su cumpleaños número 106, los 57 de la aparición de Memorias de Adriano y 22 de su fallecimiento.