Sociedad y Justicia
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La ocupación por estudiantes es violenta y atenta contra la autonomía universitaria: Sarukhán

Se estudia recuperar el auditorio Che Guevara: Narro; fue tomado en 2000

El problema es delicado, por lo que debemos hacerlo mediante el diálogo, dice Bolívar Zapata

Para Diego Valadés, es un espacio que debe disfrutar toda la comunidad, no un solo grupo

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Reunión en el auditorio Che Guevara luego del desalojo de vendedores ambulantes en Ciudad Universitaria, el pasado día 4Foto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de junio de 2009, p. 39

Las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) analizan la forma para recuperar el auditorio Che Guevara –oficialmente Justo Sierra– de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL), que desde hace casi 10 años es ocupado por diversos colectivos de activistas.

El rector José Narro Robles advirtió que aunque se trata de un asunto muy delicado, la ley debe cumplirse. Es un asunto que veremos con sensibilidad, pensando primero que nada en la Universidad Nacional, aseveró en entrevista tras un homenaje al ex rector Guillermo Soberón.

Apropiación, luego de la huelga

El Justo Sierra es el auditorio más grande de Ciudad Universitaria. En 1968, integrantes del movimiento estudiantil decidieron renombrarlo como Che Guevara, que es como actualmente lo identifica la mayoría de la comunidad universitaria. En septiembre de 2000 –meses después del fin de la huelga más larga en la historia de la institución, realizada de abril de 1999 a febrero de 2000–, diversos grupos lo ocuparon para convertirlo en un espacio autónomo y rebelde.

Ese auditorio fue escenario de los conciertos de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, del CineClub universitario, de debates políticos, asambleas estudiantiles, ensayos de los alumnos de teatro de la FFL y recinto para la vida académica, política y cultural de la máxima casa de estudios.

Actualmente, los grupos que ocupan el recinto imparten talleres como serigrafía y foto, administran un comedor popular vegetariano y una cafetería, tienen la emisora Radiokupa y una galería autónoma. Además, algunos espacios interiores, denominados catacumbas, son usados como bodegas o dormitorios.

El lunes pasado, investigadores eméritos y profesores de la FFL demandaron a las autoridades universitarias la recuperación de ese espacio ante la posibilidad de que se presenten nuevos actos violentos, como el asesinato de un presunto narcomenudista ocurrido en el estacionamiento de dicha facultad.

Al respecto, Francisco Bolívar Zapata, integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, subrayó que la recuperación de ese espacio debe darse por medio del diálogo. El problema es delicado. No queremos que a partir de ahí se genere un incendio. Una chispa (basta) para alguien con intención de generar un problema.

En tanto, Juliana González, ex directora de Filosofía y Letras, señaló que en este asunto Narro cuenta con el apoyo de los universitarios, y confió en que la comunidad tenga el respaldo del rector. Se debe hacer, y de buena manera, sin violencia.

Para evitar conflictos –dijo–, el auditorio Che Guevara tiene que usarse para actos académicos y culturales, pero también pudiera compartirse; no hay inconveniente en que se efectúen actos políticos que los propios estudiantes promuevan.

El ex rector José Sarukhán consideró que la ocupación del Justo Sierra vulnera la autonomía universitaria y su cotidianidad académica, por lo que calificó la toma como violenta. Quienes realizan ese tipo de actos consideran que son acciones de liberalización, pero en realidad afectan y merman la capacidad autónoma y de independencia de la institución.

En este sentido, aplaudió el retiro de los comerciantes ambulantes de la FFL, y agregó que la desocupación del Che Guevara debió presentarse desde hace tiempo. Primero, porque es peligroso; ya vimos por qué; segundo, deteriora el ambiente académico, y tercero, da una imagen de la que se aprovechan los que quieren dañar la universidad, propiciada por estos tíos que, por otro lado, salen como los grandes defensores de la universidad pública, lo cual es totalmente incongruente (...).

Diego Valadés, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, aseguró que se trata de un espacio de la comunidad, por lo que coincidió en que debe recuperarse, ya que un solo grupo no tiene derecho a impedir que la totalidad de los universitarios participen y disfruten de ese recinto. Es un acto de exclusión que no coincide con la forma de ser de esta universidad.